La Uni¨®n Europea frente a Roma
El populismo nacionalista y el escepticismo amenazan con desbaratar seis d¨¦cadas de progreso
A finales de marzo, los l¨ªderes de la Uni¨®n Europea, a excepci¨®n de la primera ministra brit¨¢nica, Theresa May, se re¨²nen en Italia para celebrar el 60? aniversario del Tratado de Roma. Estas conmemoraciones son siempre un momento de congratulaci¨®n, y la ret¨®rica ambiente apunta a que Roma no ser¨¢ una excepci¨®n. Sin embargo, nuestros dirigentes no pueden dejar pasar esta ocasi¨®n para reflexionar sobre el sentido profundo del proyecto.
La UE se encuentra en una encrucijada. Pese a estar en sus inicios procedimentales, el Brexit ha derribado una de las premisas fundadoras del proyecto europeo: la irreversibilidad de la integraci¨®n. Hoy, el populismo nacionalista en auge y el escepticismo reinante sobre lo que aporta la UE amenazan con desbaratar seis d¨¦cadas de progreso. Por tanto, este homenaje a la unidad debe incorporar la dif¨ªcil realidad de desuni¨®n y balizar el futuro. Pero el ejercicio de honradez intelectual, introspecci¨®n y visi¨®n que la situaci¨®n requiere no es tarea sencilla.
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Con la publicaci¨®n del Libro Blanco sobre el futuro de Europa, el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker, ha querido lanzar el debate. Se esbozan en ¨¦l cinco v¨ªas de futuro para evitar la desintegraci¨®n de la UE: desde ce?irse al mercado interior, hasta profundizar y ampliar el proceso de integraci¨®n, pasando ¡ªhoy parece inevitable¡ª por la propuesta de construir una Europa a varias velocidades.
El texto establece 10 meses de debate y reflexi¨®n hasta el Consejo Europeo de diciembre, en el que los mandatarios europeos, seg¨²n este plan, tomar¨¢n una decisi¨®n sobre nuestro futuro, que podr¨¢n poner en marcha antes de las elecciones europeas de 2019. Sobre el papel, todo encaja.
Los Estados miembro ya est¨¢n trabajando en este marco. Con ocasi¨®n de su reuni¨®n en Versalles, las cuatro mayores econom¨ªas de la UE ¡ªAlemania, Francia, Italia y Espa?a¡ª se erigieron en adalides de la Europa a varias velocidades. Mientras, el grupo de Visegrado ¡ªRep¨²blica Checa, Hungr¨ªa, Polonia y Eslovaquia¡ª se opone a esta alternativa por miedo a quedar al margen; y B¨¦lgica, Pa¨ªses Bajos y Luxemburgo muestran sus reticencias a un acuerdo que los excluir¨ªa parcialmente de la toma de decisiones y alzar¨ªa a Alemania en ¨²nico pa¨ªs acreedor de ese n¨²cleo duro.
Se plantea as¨ª un vivo debate sobre el futuro de Europa. Sin embargo, falta una reflexi¨®n interna, franca y de fondo. En lugar de reordenar las tumbonas del Titanic, debemos preguntarnos por qu¨¦ se hunde el barco.
El plan de Juncker ni siquiera hace referencia al reparto de poder en la UE, cuesti¨®n de vital importancia
El papel de Juncker no contiene m¨¢s introspecci¨®n que una discreta alusi¨®n a la brecha existente entre las expectativas del ciudadano medio y la capacidad (y autoridad real) de la UE para actuar. Nada se dice de asuntos cruciales: desempe?o de sus funciones por la Comisi¨®n, estructura del Colegio de comisarios y, m¨¢s importante a¨²n, ni siquiera hace referencia al reparto de poder en la UE, cuesti¨®n de vital importancia. Y aqu¨ª no son cinco, sino dos las posibles l¨®gicas: la transnacional o la intergubernamental.
Los dirigentes europeos deben precisar primero honrada, incluso audazmente, en qu¨¦ punto nos encontramos y llamar a las cosas por su nombre ¡ªes decir, reconocer que hoy por hoy, la UE es una organizaci¨®n fundamentalmente intergubernamental con fachada transnacional¡ª. En tanto no se admita el car¨¢cter disfuncional de esta estructura que permite tanto a Instituciones como a Estados miembro eludir sus responsabilidades mediante acusaciones mutuas, nuestros m¨¢ximos mandatarios no conseguir¨¢n el reequilibrio institucional que todos coinciden en destacar como clave de b¨®veda.
El transnacionalismo puro ofrece grados m¨¢s elevados de cooperaci¨®n, pero incorpora m¨¢s riesgos tambi¨¦n. Si Europa optara por esta v¨ªa, no podr¨ªa recurrir a medias tintas. Deber¨ªa abordar medidas eficaces para nivelar autoridad y responsabilidad a escala europea: conceder m¨¢s poder al Parlamento Europeo y reforzar la legitimidad pol¨ªtica de la Comisi¨®n. Pr¨¢cticamente nadie apuesta por este planteamiento.
En cuanto a la l¨®gica intergubernamental, escenario que poco difiere del actual, es notorio que aboca a la consolidaci¨®n del liderazgo de Alemania. Y puede no ser una mala opci¨®n de futuro a corto plazo, si ¡ªy digo bien ¡°si¡±¡ªAngela Merkel se mantiene como canciller de Alemania a partir de septiembre. Despu¨¦s de todo, Merkel ha conseguido un estilo propio de liderazgo que en ocasiones resulta premioso pero que en lo fundamental funciona en una Europa sometida a presiones m¨²ltiples. ?sta no es la Europa que contemplaron los fundadores, pero es una opci¨®n realista, siempre y cuando la acometamos en plena consciencia y mantengamos la colaboraci¨®n en niveles razonablemente altos, mitigando las contradicciones existentes en la arquitectura con lucidez.
Para encarar el futuro Europa, primero debemos acabar con los autoenga?os sobre el camino a emprender. Ah¨ª reside el coraz¨®n del debate.
En marzo de 1957, Konrad Adenauer defini¨® Roma como el tel¨®n de fondo id¨®neo para ¡°sentar las bases de un futuro com¨²n para Europa¡±. En marzo de 2017, Roma puede volver a ser Roma. Es posible que no tengamos muchas m¨¢s oportunidades para reflexionar sobre nuestro presente y definir nuestro futuro. No podemos dejarla escapar.
Ana Palacio, exministra de Exteriores de Espa?a y ex vicepresidenta primera del Banco Mundial, es miembro del Consejo de Estado de Espa?a.
? Project Syndicate, 2017
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