El revoltijo ¡°LGTBfobia¡±
Esta amalgama de may¨²sculas y min¨²sculas se puede sustituir por un t¨¦rmino con mejor morfolog¨ªa
EL PA?S decidi¨® editar el 5 de mayo de 1996, con motivo de su vig¨¦simo aniversario, un cuadernillo titulado Diccionario de nuevos t¨¦rminos, encartado en El Pa¨ªs Semanal. Su redactor jefe, ?lex Mart¨ªnez Roig, me encarg¨® elaborarlo con la idea de que incluyese palabras que no se usaban a¨²n cuando naci¨® este peri¨®dico. Y entre los 166 vocablos que inclu¨ª figuraba ¡°homofobia¡±, t¨¦rmino que hab¨ªa conocido meses antes gracias a que Carlos Mart¨ªn Gaebler, profesor del Instituto de Idiomas de la Universidad de Sevilla, me escribi¨® para sugerirme que lo incorporase al Libro de estilo de EL PA?S y se escribiera en el peri¨®dico. ?l alegaba que si exist¨ªa la palabra existir¨ªa el delito.
Le hice caso, y quiero imaginar que eso signific¨® un gran impulso para dar nombre a las actitudes de aversi¨®n, odio, rechazo, discriminaci¨®n o agresi¨®n contra los homosexuales.
Desde una mirada purista, la palabra mostraba defectillos. Si analizamos sus cromosomas, no hallaremos ah¨ª el significado ¡°aversi¨®n a los homosexuales¡± sino ¡°aversi¨®n a lo igual¡± (homo-fobia). Pero la alternativa homosexualesfobia no parec¨ªa muy period¨ªstica; y tambi¨¦n jugaba a favor de la propuesta que cont¨¢semos con antecedentes como ¡°telenovela¡± (y no televisionnovela) o ¡°cin¨¦filo¡± (en vez de cinematogr¨¢filo). Es decir, palabras cuyo primer segmento no se toma como elemento compositivo sino como abreviaci¨®n: tele no significa aqu¨ª ¡°lejos¡±, sino ¡°televisi¨®n¡±; y cine no equivale a ¡°movimiento¡±, sino a ¡°cinemat¨®grafo¡±.
Hoy en d¨ªa, ¡°homofobia¡± y ¡°hom¨®fobo¡± circulan sin problemas (exceptuados los problemas que estas actitudes causan). Y con esos precedentes nos llega ahora el t¨¦rmino ¡°transfobia¡±.
Esta reciente aparici¨®n me ha recordado a su vocablo antecesor porque aqu¨ª se produce el mismo proceso reductivo: desde ¡°transexual¡± se toma el prefijo trans como equivalente de toda la idea de la palabra original, y se le une fobia para conseguir el efecto ya se?alado (en vez de transexualesfobia).
Bienvenida sea, pues, la voz ¡°transfobia¡± para reflejar del mismo modo esa intolerante aversi¨®n.
Esto nos conduce a un tercer vocablo en la serie: ¡°LGTBfobia¡±, un h¨ªbrido de siglas y elemento compositivo que empieza a prosperar con el fin de referirse a la aversi¨®n contra lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. Pero ?es necesario ese revoltijo de letras grandes y peque?as? Creemos que no.
Los bisexuales sufren rechazo por su faceta homosexual, no por su parte heterosexual; y tanto las lesbianas como los gais son homosexuales, as¨ª que todos ellos entrar¨ªan en ¡°homofobia¡±. Y como la aversi¨®n a los transexuales se designa con la mencionada ¡°transfobia¡±, eso nos permitir¨ªa adoptar un t¨¦rmino que puede reunir a todas esas colectividades y superar al citado engendro de may¨²sculas y min¨²sculas gracias a su mejor morfolog¨ªa y fonolog¨ªa: ¡°homotransfobia¡±: s¨®lo cinco s¨ªlabas, frente a los siete golpes de voz en ¡°LGTBfobia¡±.
As¨ª, ¡°homotransfobia¡± designar¨ªa el rechazo a los homosexuales (gais y lesbianas, y bisexuales en su parte homosexual) y a los transexuales.
Ahora bien, esta propuesta no debe implicar una guerra de t¨¦rminos que, por otra parte, pueden convivir. Debemos combatir el odio a homosexuales y transexuales con palabras que se dirijan contra los intolerantes, pero sin que ¨¦stas produzcan a su vez ninguna aversi¨®n que las debilite para la denuncia.
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