Ocho terrenos para un despertar europeo
Medidas muy concretas pueden servir para relanzar el proyecto que ech¨® a andar hace 60 a?os
El debate europeo est¨¢ lleno de confusi¨®n, dudas, miedos y desencanto. Sin embargo, nosotros nos rebelamos. No es verdad que los derrotistas sean inteligentes y los voluntaristas, unos ilusos. La historia de Europa est¨¢ llena de guerras salvajes; por eso, hace 70 a?os, los europeos decidieron cambiar su rumbo. Los europeos son una parte cada vez menor de la poblaci¨®n mundial, pero nos negamos a aceptar que nuestro destino es convertirnos en un ente marginal. Ante la globalizaci¨®n y la velocidad del cambio, nuestros ciudadanos quieren que nuestro modelo de sociedad est¨¦ protegido.
La UE garantiza la calidad de los alimentos y del agua, abarata los costes del tel¨¦fono, internet, el transporte y la energ¨ªa y certifica la calidad de los nuevos f¨¢rmacos. Nuestra carta de derechos fundamentales garantiza las libertades individuales. No olvidemos que, en 1957, solo 12 de los miembros actuales de la UE eran democracias. El modelo social europeo es el ¨²nico del mundo que ofrece a todos educaci¨®n, sanidad, rentas m¨ªnimas, pensiones, vacaciones anuales e igualdad entre hombres y mujeres. Por supuesto, es un modelo imperfecto. Siguen existiendo demasiadas desigualdades.
Jean-Claude Juncker ha presentado a los Estados miembros y el Parlamento Europeo cinco perspectivas de futuro. Los Estados miembros deben estudiarlas, y entonces podr¨¢ comenzar el verdadero debate sobre la Uni¨®n. Antes de enumerar nuestras propuestas, debemos desmentir dos cosas: Algunos Estados miembros dicen que no se puede hacer nada sin modificar el Tratado. No. Todas nuestras propuestas son compatibles con el Tratado de Lisboa. Lo ¨²nico necesario es la voluntad de actuar. Tampoco es cierto que la Uni¨®n de varias velocidades sea incompatible con el propio concepto del proyecto europeo.
En estos 60 a?os, los Estados miembros han tenido siempre distintas obligaciones. El tratado original ya lo preve¨ªa. De modo que no inventamos nada nuevo, ni cuestionamos los principios fundamentales, solo queremos organizar esas diferencias, que ser¨¢n permanentes o provisionales seg¨²n lo que decidan los Estados miembros.
Con dificultades, hemos logrado evitar que la crisis financiera originada en Estados Unidos destruyera nuestra uni¨®n monetaria, pero hay que corregir su fragilidad estructural. El BCE ha asumido plenamente su papel, pero el Consejo de Ministros ha tenido que recurrir en ocasiones a procedimientos intergubernamentales. El Consejo debe tener plenas competencias en la uni¨®n monetaria. Y el Parlamento Europeo debe poder opinar sobre sus deliberaciones. La gesti¨®n de la uni¨®n monetaria implica unas responsabilidades y unos beneficios que no afectan a quienes no pertenecen a ella. La eurozona permanecer¨¢ abierta a los pa¨ªses que quieran y puedan integrarse en ella, porque uno de los grandes m¨¦ritos de la construcci¨®n europea es no imponer l¨ªmites a ning¨²n Estado miembro, pero tampoco se puede impedir que otros avancen m¨¢s.
Hay que salvaguardar el mercado ¨²nico, que da fuerza a la UE en todo tipo de negociaciones. La amenaza terrorista solo puede combatirse mediante una estrategia con cuatro pilares: Asegurar una cooperaci¨®n policial y judicial ejemplar y controlar las fronteras exteriores. Emplear los medios necesarios para garantizar la libre circulaci¨®n de personas en el espacio Schengen y combatir contra los traficantes de personas. Exigir a los que deseen vivir en la Uni¨®n el respeto a nuestros valores esenciales y a los Estados miembros el respeto a nuestra carta de derechos fundamentales. Seguir desarrollando la ayuda al desarrollo para que los pa¨ªses en guerra puedan superar las consecuencias econ¨®micas de los conflictos.
Hay que distinguir entre los que huyen de las guerras y quienes desean trabajar en la UE. No puede cuestionarse la solidaridad. Y debemos trabajar para sustituir la inmigraci¨®n ilegal por una legal y organizada.
La independencia exige capacidad militar y, aunque o sea necesario un nuevo tratado, debemos dar los primeros pasos concretos.
El desencanto europeo ha coincidido con la ca¨ªda del crecimiento. Hay que reanimar las inversiones y dar un trato especial, en los presupuestos p¨²blicos, a todo lo que contribuya al crecimiento.
El reconocimiento mutuo de los t¨ªtulos y el programa Erasmus han contribuido a que, para las generaciones j¨®venes, Europa sea una plataforma ¨²nica. Hay que extenderlo a la formaci¨®n t¨¦cnica y las pr¨¢cticas laborales.
La protecci¨®n del medio ambiente, la transici¨®n energ¨¦tica y el desarrollo sostenible constituyen el gran desaf¨ªo de nuestro siglo. ?Alguien piensa que es posible avanzar de verdad fuera de la Uni¨®n?
La innovaci¨®n es lo ¨²nico capaz de hacer que nuestras empresas sean productivas y creadoras de empleo en una econom¨ªa globalizada. La inquietud actual de los medios cient¨ªficos brit¨¢nicos demuestra el valor a?adido de pertenecer a la UE.
La conclusi¨®n es sencilla. Sin Europa, el futuro es sombr¨ªo. Nuestros dirigentes no deben olvidarlo, porque est¨¢n construyendo lo que ma?ana ser¨¢ nuestra historia. No debemos ser solo gestores del presente, sino tener una perspectiva, una estrategia y unos objetivos. Debemos estar orgullosos de lo que conseguido, saber corregir nuestros errores y tener la solidaridad indispensable para construir un futuro com¨²n.
Jacques Delors, Jacques Santer y Romano Prodi son expresidentes de la Comisi¨®n Europea. ?tienne Davignon es exvicepresidente de la Comisi¨®n Europea
Firman tambi¨¦n este art¨ªculo Edmond Alphandery, Joachim Bitteerlich Brinkhorst, Phillippe Busquin, Willy Claes, Henri de Castries, Jaap de Hoop Scheffer,Mark Eyskens, Elisabeth Guigou, Pascal Lamy, Yves Leterme, Thomas Leysen, Louis Michel, Philippe Maystadt, Gerard Mestrallet, Joelle Milquet, Mario Monti, Annemie Neyts, Onno Ruding, Javier Solana, Antoinette Spaak Touskalis, Herman Van Rompuy, Antonio Vitorino, Enrique Baron, John Bruton, Gerhard Cromme, Franco Frattini, Wolfgang Ischinger, Stefano Micossi, Riccardo Perrischi y Andris Piebalgs.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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