Desengancharnos de nuestra adicci¨®n del siglo XX para recuperar nuestras ciudades
Los coches se venden como s¨ªmbolos de libertad, de poder y de ¨¦xito, no solo como un mero medio de transporte, sino como un derecho fundamental. Pero ?a qu¨¦ coste?
Seamos honestos con nosotros mismos. Estamos enganchados a nuestros coches. Casi un siglo de marketing seductor, comodidad y velocidad, han hecho que conducir sea una parte indispensable de nuestras vidas. Los coches se venden como s¨ªmbolos de libertad, de poder y de ¨¦xito. En teor¨ªa, hacen nuestras vidas mejores, m¨¢s felices, m¨¢s aventureras. Hemos llegado a verlos no solo como un mero medio de transporte, sino como un derecho fundamental. Pero ?a qu¨¦ coste?
La irrupci¨®n y masificaci¨®n del transporte motorizado individual ha acabado alterando dr¨¢sticamente la manera en que dise?amos y vivimos nuestras ciudades. Y hay evidencia creciente de que los resultados de todo ello no son en absoluto buenos para nosotros, ni individual ni colectivamente. Sin embargo, precisamente porque est¨¢bamos enganchados a nuestros coches y a las ideas que han acabado representando, hemos tardado demasiado en admitirlo. Ira al volante, horas y horas perdidas en atascos, adem¨¢s de contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, ruido o accidentes, son algunos de los innegables productos de esta realidad. Y a cambio hemos reducido nuestra actividad f¨ªsica y aumentado nuestra obesidad, nuestras enfermedades cardiovasculares, y los casos de asma, problemas en la funci¨®n cognitiva y estr¨¦s, por mencionar solo algunos.
Solo en Espa?a, se estima que la materia particulada que forma parte de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica ha costado la vida de 26.830 personas durante la d¨¦cada pasada
Solo en Espa?a, se estima que la materia particulada (PM) que forma parte de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica ¡ªcuya fuente principal son los veh¨ªculos a motor¡ª ha costado la vida de 26.830 personas durante la d¨¦cada pasada. ?Tolerar¨ªamos una cifra as¨ª si estas muertes se debiesen a agua contaminada o al brote de un virus? Por supuesto que no. De hecho, habr¨ªan sido tratadas como una emergencia de salud p¨²blica. Y si queremos echar un vistazo a las implicaciones a escala global, recientemente la Organizaci¨®n Mundial de la Salud public¨® un informe seg¨²n el cual 1,7 millones de ni?os menores de 5 a?os mueren cada a?o debido a causas relacionadas con los ambientes en los que viven. As¨ª que por qu¨¦ estamos dispuestos a aceptar estos costes y permanecemos tan resistentes a considerar un cambio de h¨¢bitos para desengancharnos de nuestra adicci¨®n a conducir.
No hace falta que demonicemos a los coches, simplemente debemos enfrentarnos a nuestra adicci¨®n y repensar su uso. Si pudi¨¦ramos usar los coches de manera m¨¢s racional, convirti¨¦ndolos en un complemento a otras formas de transporte, como caminar, la bicicleta o el transporte p¨²blico. Si pudi¨¦ramos usarlos a veces, pero no siempre, entonces podr¨ªamos revertir muchas de estas tendencias peligrosas y reclamar el espacio urbano que nos corresponde. Porque muchos de nosotros no nos damos cuenta de que en muchas ciudades espa?olas se dedica el espacio p¨²blico a un ¨²nico uso: desplazarnos de un sitio a otro. Si repensamos esta priorizaci¨®n del transporte y redistribuimos parte del espacio p¨²blico para otras actividades, tenemos una oportunidad enorme de convertir nuestras ciudades en sitios que protegen y promueven nuestra salud y nuestro bienestar. Por ejemplo, en ciudades como Barcelona, se estima que el 20% de las muertes prematuras se podr¨ªan evitar cambiando la manera en que dise?amos nuestras ciudades, sobre todo incrementando los niveles de actividad f¨ªsica y reduciendo la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica a los niveles recomendados internacionalmente.
Las ciudades son nuestros motores modernos de innovaci¨®n y oportunidades, pero una ciudad que no sea saludable no puede prosperar
En lugar de estar dedicados a los coches, los espacios p¨²blicos podr¨ªan emplearse a actividades l¨²dicas, deportivas, sociales y culturales, al comercio o al intercambio. Posibilidades como un mayor espacio verde, jardines urbanos y espacios art¨ªsticos se podr¨ªan convertir en realidades. De hecho, la experiencia nos dice que en aquellos barrios donde las carreteras se transforman en espacio para peatones, casi siempre se produce un incremento en las actividades sociales y comerciales.
Las ciudades son nuestros motores modernos de innovaci¨®n y oportunidades, pero una ciudad que no sea saludable no puede prosperar. Aplicar la evidencia cient¨ªfica rigurosa para promover ciudades saludables es el objetivo de la Iniciativa de Planificaci¨®n Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal. Tambi¨¦n es el asunto del que trata La ciudad ideal, un corto documental creado recientemente por Morrosko Vila San Juan para el programa Soy C¨¢mara del CCCB. Y esperemos que sea el tema de muchas m¨¢s iniciativas todav¨ªa por llegar. Porque el aire que respiramos y las calles por las que nos movemos son de todos. Nuestras pol¨ªticas deber¨ªan proteger estos bienes p¨²blicos, porque los costes de no hacerlo son una carga contra la que no estamos bien preparados para enfrentarnos.
Carolyn Daher es la coordinadora de la Iniciativa de Planificaci¨®n Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, un centro impulsado por la Obra Social la Caixa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.