Los (no) bienvenidos
Violeta Santos Moura ha sido elegida por la revista Time como una de las 34 mejores fot¨®grafas a las que seguir la pista. En este trabajo, la autora explica c¨®mo ha documentado las precarias condiciones de vida de miles de solicitantes de asilo africanos en Israel
Tras huir de sus pa¨ªses devastados por la guerra, el genocidio y los reg¨ªmenes represivos, gran parte de los 45.000 solicitantes de asilo que se calcula que hay en Israel se encuentran atrapados en un limbo desde su llegada al pa¨ªs hebreo a causa de la formidable resistencia de las instituciones del Estado israel¨ª. Esperaban conseguir refugio en ¨¦l despu¨¦s de escapar de los conflictos en los suyos propios. Los des¨®rdenes de 2011 en Libia hicieron casi impracticable la ruta hacia Europa a trav¨¦s de su territorio y los empujaron a Israel.
Desde entonces, la gran mayor¨ªa viven con el temor constante a ser detenidos y bajo la presi¨®n de ser deportados ¡°voluntariamente¡±. El Gobierno israel¨ª ha sido indolente a la hora de examinar cada solicitud. Argumenta que casi todos son emigrantes econ¨®micos, y que, por lo tanto, no necesitan asilo. A menudo, los funcionarios los tachan de ¡°infiltrados¡± cuya presencia en el pa¨ªs podr¨ªa poner en riesgo ¡°la existencia de Israel como Estado jud¨ªo y democr¨¢tico¡±.
Hasta el momento, Israel ha aceptado menos del 1% de las solicitudes de asilo, el porcentaje m¨¢s bajo en el mundo occidental, seg¨²n The Hotline for Refugees and Migrants (HRM), una organizaci¨®n que vela por los derechos de estos colectivos en Israel desde 1998. Solamente ha otorgado la condici¨®n de refugiado a un sudan¨¦s y a un peque?o n¨²mero de eritreos. Al no tramitar individualmente cada solicitud y, por tanto, no concederla, en la pr¨¢ctica est¨¢ impidiendo que la inmensa mayor¨ªa de los solicitantes accedan a permisos de trabajo oficiales, a la atenci¨®n sanitaria o a los servicios sociales con el fin de sobrevivir, avanzar e integrarse.
De acuerdo con la legislaci¨®n internacional, los pa¨ªses no pueden deportar a los solicitantes de asilo sin evaluar primero sus peticiones para determinar si cabe otorgarles la condici¨®n de refugiado. Por consiguiente, para que el Gobierno de Israel pudiese empezar a deportar contra su voluntad a los solicitantes que no cumpliesen los requisitos, tendr¨ªa que empezar a examinar los expedientes y a reconocer como refugiados a aquellos cuyas solicitudes fuesen v¨¢lidas. Los eritreos y los sudaneses representan el 90% de la comunidad de solicitantes de asilo de Israel, seg¨²n la ONG israel¨ª ASSAF. "Se les reconoce la condici¨®n de refugiados en porcentajes relativamente altos en todo el mundo (88% y 64%, respectivamente). Sin embargo, la tasa actual en Israel es del 0,2%¡±. Como no tienen condici¨®n oficial, estos permanecen atrapados en un limbo legal, al tiempo que pueden ser v¨ªctimas de detenciones arbitrarias sin que haya habido juicio.
Tanto ellos como los activistas del pa¨ªs hebreo aseguran que esta y otras medidas tienen como objetivo desmoralizarlos para que acepten ¡°voluntariamente¡± su deportaci¨®n a terceros pa¨ªses no especificados, en los que la seguridad en general, y en particular la de no ser expulsado a sus pa¨ªses de origen, en los que se arriesgan al encarcelamiento y la muerte, dista mucho de estar garantizada.
Se han filtrado noticias de que algunos de esos pa¨ªses podr¨ªan ser Uganda y Ruanda. Las informaciones se?alan que ambos han recibido armas, entrenamiento militar, ayuda para la agricultura o dinero a cambio de aceptar a los solicitantes de asilo que Israel rechaza. Seg¨²n el diario israel¨ª Haaretz, en 2015, 3.381 solicitantes de asilo abandonaron voluntariamente Israel, frente a los 6.414 del a?o anterior.
En 2016, 3.381 solicitantes de asilo abandonaron voluntariamente Israel, frente a los 6.414 del a?o anterior
Un caso que atrajo cierta atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n fue el de los tres eritreos solicitantes de asilo que salieron de Israel y fueron ejecutados por el Estado Isl¨¢mico en una playa libia despu¨¦s de haber sido finalmente persuadidos de que aceptasen los 3.500 d¨®lares y abandonasen el pa¨ªs. Al menos a uno de ellos ¡ªTesfay Kidane¡ª lo trasladaron a Ruanda, donde, al parecer, no fue aceptado. Luego sigui¨® hasta Sud¨¢n y, a continuaci¨®n, hasta Libia, donde intent¨® llegar a Europa en barco, pero la embarcaci¨®n fue rechazada y acab¨® secuestrado por el grupo
Con todo, la decisi¨®n de abandonar Israel es la culminaci¨®n de un largo y tortuoso camino que arranca mucho m¨¢s atr¨¢s. Despu¨¦s de haber sido separados de sus familias en su huida de sus pa¨ªses, secuestrados por traficantes que piden a los parientes que se han quedado en su lugar de origen que les paguen m¨¢s como rescate, o torturados y encarcelados por el camino, cuando llegan a Israel, muchos demandantes est¨¢n lejos de haber dejado atr¨¢s sus penalidades.
En numerosos casos han sido condenados sin juicio a un a?o en el centro de internamiento de extranjeros de Holot, situado en el desierto de Neguev, al sur del pa¨ªs. Al menos uno de los tres solicitantes de asilo que murieron a manos del Estado Isl¨¢mico en Libia tambi¨¦n hab¨ªa estado detenido en el campamento de Holot antes de acabar abandonando Israel por el procedimiento de la deportaci¨®n ¡°voluntaria¡±. El tristemente c¨¦lebre centro es una ¡°prisi¨®n abierta¡± de la que los reclusos pueden salir, pero a la que tienen que regresar antes del recuento de las 10 de la noche si no quieren que los trasladen a una c¨¢rcel cerrada. Cualquier demandante hombre menor de 60 a?os puede ser enviado arbitrariamente a Holot.
No obstante, Israel no es ni mucho menos el ¨²nico en su intento de librarse de los solicitantes de asilo. Por ejemplo, a pesar de sus bombardeos sobre Siria y de su larga relaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica con el pa¨ªs, entre 2011 y abril de 2016 Rusia solo hab¨ªa concedido la condici¨®n de refugiado a dos sirios, mientras que, igual que ocurre en Israel, miles de los que siguen en el pa¨ªs permanecen en un limbo, trabajando ilegalmente con visados temporales caducados. Las autoridades rusas tambi¨¦n se han negado a prolongar los visados y han sugerido a los que buscan refugio que regresen a Siria.
Bahr¨¦in, Kuwait, Om¨¢n, Qatar y Emiratos ?rabes Unidos, todos ellos miembros del Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo (CCG), no se han comprometido a facilitar ni una sola acogida. Los pa¨ªses han sido criticados por su falta de disposici¨®n a permitir la entrada de refugiados a pesar de sus contribuciones econ¨®micas a diversas iniciativas humanitarias en otros lugares y a su diversa participaci¨®n en la entrega de armas a las facciones sirias rebeldes e islamistas que luchan contra el r¨¦gimen del presidente sirio Bachar el Asad.
Bahr¨¦in, Kuwait, Om¨¢n, Qatar y Emiratos ?rabes Unidos no se han comprometido a facilitar ni una acogida
Estados Unidos, bajo administraci¨®n de Donald Trump, ha prohibido la entrada al pa¨ªs a cualquier nacional de siete pa¨ªses mayoritariamente musulmanes. Esto incluye solicitantes de asilo y refugiados, y titulares de tarjetas verdes o nacionales con doble nacionalidad. En un art¨ªculo de Bill Frelick se explica el obst¨¢culo insuperable que ahora se pone en el camino de los solicitantes de asilo desde los Estados Unidos: "La orden establece que, despu¨¦s de 90 d¨ªas, todos los extranjeros ser¨¢n excluidos si su pa¨ªs de origen si no proporcionan la informaci¨®n necesaria para adjudicar cualquier visa, admisi¨®n u otro beneficio". Eso incluir¨ªa, presumiblemente, la condici¨®n de refugiado ". En resumen, y como Andrew Stroehlein, director de Medios de Comunicaci¨®n de Human Rights Watch, dijo en su cuenta de Twitter: "?Veto extremo o absurdo extremo? La orden de Trump significa que el refugiado oprimido necesita permiso del opresor para entrar".
Mientras tanto, en Europa se ha informado recientemente de que Italia estaba ¡°devolviendo emigrantes a Sud¨¢n en aviones privados¡±. En Eslovaquia, por su parte, el Gobierno prefiere acoger a solicitantes de asilo de una determinada religi¨®n. Seg¨²n The Washington Post, las autoridades del pa¨ªs han anunciado que este iba a ¡°contribuir a compartir la carga de la afluencia de decenas de miles de inmigrantes a Europa acogiendo a 200 refugiados. Una cifra peque?a, a¨²n m¨¢s llamativa debido a otra condici¨®n: los refugiados ten¨ªan que ser cristianos¡±. Al parecer, ese es tambi¨¦n el caso en Polonia. En Hungr¨ªa, informa Human Rights Watch, se dice de los solicitantes de asilo y de los refugiados que son ¡°intrusos¡± y ¡°terroristas en potencia¡± empe?ados en ¡°destruir la civilizaci¨®n occidental y acabar con el cristianismo y la cultura de Occidente¡±. El propio primer ministro V¨ªktor Orb¨¢n se refiri¨® en julio a la emigraci¨®n como un ¡°veneno¡±.
En cuanto a Australia, un art¨ªculo publicado en The New York Times y titulado ¡°Destrozados en el para¨ªso: La crisis mundial de los refugiados no conoce ejercicio de la crueldad m¨¢s siniestro que las islas-c¨¢rcel australianas¡± detallaba el sufrimiento que se inflige a los ¡°solicitantes de asilo de todo el mundo desterrados por Australia¡± a c¨¢rceles en islas remotas para que se pudran en el limbo.
La siguiente serie de im¨¢genes, en las que se documentan las penalidades de los solicitantes de asilo en Israel, se enmarca en un contexto en el que la mayor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y el aumento exponencial del n¨²mero de personas desplazadas en todo el planeta est¨¢ determinando el entramado de la pol¨ªtica actual.
A esto se a?ade que el trato que Israel lleva dando a los solicitantes de asilo africanos desde hace tiempo ha transmitido un efecto de contagio a la situaci¨®n de los refugiados m¨¢s all¨¢ de sus fronteras fortificadas. Muchas de las medidas adoptadas por el Gobierno israel¨ª para frenar la llegada de demandantes a su territorio durante la ¨²ltima d¨¦cada ha sido tomada como ejemplo por los pa¨ªses de dentro y fuera de Europa.
Por lo tanto, esta serie de fotograf¨ªas intenta descubrir la situaci¨®n de los solicitantes de asilo en Israel como medio para prever su posible futuro en otros pa¨ªses a medida que pasan los a?os y ellos siguen atrapados en un limbo legal. Esta situaci¨®n es cada vez m¨¢s frecuente tanto dentro como fuera de Europa, donde su presencia prolongada es contemplada con hostilidad, al tiempo que los Gobiernos no dejan de restringir la acogida.
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