Thelma y Louise en la Toscana
En este mundo es l¨®gico que dos mujeres como Beatrice y Donatella no encajen de ninguna manera
Tras su m¨¢s que notable El capital humano (2013), el italiano Paolo Virz¨¬ nos sorprende con una historia en la que el protagonismo absoluto corresponde a dos mujeres y que con un tono de comedia, que sin embargo tiene mucho de drama (a m¨ª parecer lo peor de la pel¨ªcula), nos enfrenta a algunos de los dilemas ¨¦ticos de las sociedades contempor¨¢neas.
En este sentido, la pel¨ªcula es un retrato no incisivo pero s¨ª clarividente sobre algunos de los males que fracturan la sociedad italiana y, en general, sobre el triunfo de un modelo social y pol¨ªtico en el que cada vez tienen menos peso los valores ¨¦ticos comunes frente a las din¨¢micas competitivas y neoliberales. O, lo que es lo mismo, frente a un orden que prorroga y subraya las referencias morales de la masculinidad hegem¨®nica, olvid¨¢ndose del ¡°orden amoroso de la vida¡±.
En este mundo es l¨®gico que dos mujeres como Beatrice y Donatella no encajen de ninguna manera y sean expulsadas a las afueras, ese espacio en el que las mujeres se reencuentran cuando, como en el momento actual, las crisis varias que nos sacuden incrementan sus niveles de vulnerabilidad.
La pazza gioia, traducida en nuestro pa¨ªs como Locas de alegr¨ªa, no es una pel¨ªcula perfecta, pero merece la pena verse porque nos ofrece una mirada distinta a la mayor¨ªa del cine comercial y porque adem¨¢s es una gozada ver el fest¨ªn interpretativo que nos regalan tanto la superlativa Valeria Bruni Tedeschi (Beatrice) como una m¨¢s contenida Micaella Ramazotti (Donatella).
Siguiendo muy de cerca la estela de la ya m¨ªtica Thelma y Louise, a la que incluso se le hace un homenaje expreso en una de las escenas, el relato se construye sobre la relaci¨®n de sororidad que se establece entre dos mujeres que deciden escapar de la instituci¨®n psiqui¨¢trica en la que est¨¢n recluidas, no sabemos bien si por haber contradicho la ley o por haberse dejado llevar por sus supuestos delirios mentales, o por ambas cosas a la vez. En todo caso, esa instituci¨®n acaba siendo la met¨¢fora de una c¨¢rcel en la que ellas se hallan prisioneras, y de un mundo que las ha convertido en v¨ªctimas.
Tal y como hac¨ªa la c¨¦lebre pel¨ªcula de Ridley Scott, cuyo mensaje final es tan discutible desde una perspectiva feminista, el director asume las reglas de las conocidas como buddy movie en las que habitualmente una pareja de hombres ¡ªpolic¨ªas, delincuentes, h¨¦roes siempre¡ª comparten viaje y aventuras, mostrando los lazos mediante los que se construyen las fratr¨ªas viriles que nutren las estructuras simb¨®licas y materiales del patriarcado. En este caso lo que vemos son dos mujeres poderosas, a pesar de las limitaciones que el propio sistema ha marcado a fuego sobre sus cuerpos y sus mentes, que asumen las riendas de su destino y que viajan juntas gracias a una complicidad que poco tiene que ver con la que en general solemos articular los varones.
No creo que estas Thelma y Louise que recorren la Toscana en un intento desesperado de escapar de un mundo que ha construido sus reglas sin contar con ellas sean dos mujeres locas o, mejor dicho, no creo que realmente su diagn¨®stico sea el de una enfermedad mental de esas que el poder m¨¦dico ¡ªpor supuesto, tambi¨¦n masculino y disciplinario¡ª ha fijado como criterio excluyente.
Estas locas de alegr¨ªa nos dan la clave para repensar todo un mundo en el que con demasiada frecuencia ellas son obligadas a estar en los m¨¢rgenes
Donatella y Beatrice, de las que algunos todav¨ªa hoy se atrever¨ªan a decir que son unas hist¨¦ricas o simplemente seres que se dejan llevar m¨¢s por sus pasiones que por la cabeza, no son m¨¢s que el resultado de unas estructuras de poder (pol¨ªtico, social, emocional tambi¨¦n) de las que han acabado siendo sufridoras. Me parece que esa es la lectura m¨¢s radical de una pel¨ªcula a la que le sobran excesos sentimentales al final (esa exaltaci¨®n de la maternidad y la familia, tan reaccionaria), pero en la que nos encontramos con dos mujeres que hacen todo lo posible por recuperar el poder que la sociedad les ha quitado y que luchan por definirse por s¨ª mismas frente a un entorno que en el mejor de los casos las trata de manera paternalista.
De la misma manera que en las Cortes constituyentes de 1931 hubo alg¨²n diputado que neg¨® el derecho de sufragio a las mujeres bas¨¢ndose en que ellas eran ¡°puro histerismo¡±, todav¨ªa hoy el mundo patriarcal que habitamos sigue cuestionando la capacidad de ser por s¨ª mismas y para s¨ª, sobre todo de aquellas que con relativa frecuencia se dejan llevar por las expectativas de g¨¦nero y acaban siendo esclavas de los machos que las dominan en nombre del amor y del deseo.
Estas locas de alegr¨ªa nos dan la clave para repensar todo un mundo en el que con demasiada frecuencia ellas son obligadas a estar en los m¨¢rgenes y a no ser reconocidas como sujetos iguales. Beatrice y Donatella, a las que su misma reducci¨®n al papel de esposas, amantes o madres les ha robado la autonom¨ªa, constituyen un referente que no deber¨ªamos perder de vista en la urgente tarea que tenemos por delante.
Una tarea, la de la revoluci¨®n feminista, que ha de llevarnos a un futuro lo m¨¢s inmediato posible en el que Thelma y Louise no se vean obligadas a lanzarse al vac¨ªo o en el que las ¡°locas¡± toscanas se sientan empoderadas para nunca m¨¢s volver a quedar a merced de los hombres que siempre han sido los que han decidido cu¨¢ndo amarlas, cu¨¢ndo abandonarlas y cu¨¢ndo convertirlas en enfermas. Esos que contin¨²an asumiendo el papel de esposos proveedores, amantes chulos, puteros seductores directores de instituciones y jueces que interpretan la ley a imagen y semejanza de los intereses supuestamente racionales del var¨®n.
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