Catalu?a: el di¨¢logo imposible
La Generalitat ejerce un mon¨®logo a trav¨¦s de las movilizaciones y la manipulaci¨®n
Hace unos d¨ªas, el art¨ªculo de Puigdemont y Junqueras en este diario puso de nuevo sobre la mesa el tema del di¨¢logo. Poco antes, el presidente saliente del Tribunal Constitucional hab¨ªa invocado el mantra del di¨¢logo para indicar que era la ¨²nica salida al problema de Catalu?a. La impresi¨®n era, pues, que el di¨¢logo constitu¨ªa una exigencia ineludible, reclamada incluso por los independentistas, y que a ella se opon¨ªa un ¨²nico culpable: el Gobierno. Es una historia que ya vivimos con ETA.
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¡°Di¨¢logo¡± significa intercambio de opiniones entre dos sujetos, si se quiere con el fin de superar una desavenencia. Pero no cabe hablar de di¨¢logo cuando uno de ellos tiene ya adoptada una posici¨®n inmutable y la relaci¨®n con el otro se limita a hacer efectiva su pretensi¨®n de imponerla, sin modificaci¨®n alguna. Tal es el caso del independentismo catal¨¢n. Entonces la llamada al di¨¢logo se convierte en una pura y simple operaci¨®n de propaganda y de inversi¨®n de los significados pol¨ªticos. Artur Mas disipa toda duda al declarar que Catalu?a ya no pertenece pol¨ªticamente a Espa?a, lo cual no es sino la expresi¨®n de la estrategia seguida desde que se inici¨® el proc¨¨s. Partiendo de invocar grandes palabras ¡ª¡°el derecho a decidir¡±, ¡°el pueblo catal¨¢n¡±, ¡°la democracia¡±¡ª, al saltarse de entrada las exigencias derivadas de una Constituci¨®n democr¨¢tica, la separaci¨®n del marco espa?ol desde el principio fue la clave de b¨®veda de su estrategia. Seg¨²n el m¨¦todo Viver, el proceso constituyente catal¨¢n es v¨¢lido por su propia finalidad, y el derecho se convierte en un instrumento torcido para dar sus sucesivos pasos, de apariencia jur¨ªdica, a favor del vac¨ªo que crea la premisa de ignorar la Constituci¨®n.
Con ello no se abre espacio alguno para el di¨¢logo, y s¨ª para un conflicto irresoluble. En su base, la concepci¨®n esencialista de Catalu?a como una entidad ¨²nica y apartada de todo condicionamiento, cuyo significado solo corresponde interpretar a los verdaderos catalanes. ¡°Pueblo catal¨¢n¡± se opone a ¡°sociedad catalana¡±. Los catalanes autonomistas no cuentan. Por eso es inaceptable que mediante artilugios torticeros se rompa una coexistencia pol¨ªtica secular, avalada por una sucesi¨®n de resultados electorales en los cuales la sociedad catalana, desde la Constituci¨®n de 1978, e incluso por las ¨²ltimas elecciones al Parlament, con su 48%, nunca ha probado de manera estable que los catalanes sean mayoritariamente independentistas. Que existe un problema a resolver por medios democr¨¢ticos, y para eso est¨¢ la reforma constitucional, es otra cosa: nuestra Carta Magna la admite, llegando a regular un eventual ejercicio de la autodeterminaci¨®n, desde un marco federal.
Desde 2012 la Generalitat nunca ha creado las condiciones para que los catalanes conozcan las ventajas y desventajas de la independencia
Desde 2012 la Generalitat nunca ha creado las condiciones para que los catalanes conozcan las ventajas y desventajas de una eventual independencia. Ha ejercido un mon¨®logo, sustentado en las movilizaciones y en la manipulaci¨®n ilimitada de los medios. Un an¨¢lisis riguroso de esta dimensi¨®n de la pol¨ªtica del Gobierno catal¨¢n hubiese sido la mejor contribuci¨®n para que tanto la ciudadan¨ªa catalana como la espa?ola entendiese cuanto ocurre. Ha faltado democracia, y en tales condiciones un refer¨¦ndum aqu¨ª y ahora ser¨ªa solo el visto bueno dado al monopolio institucional del independentismo. Vida democr¨¢tica, ?para qu¨¦ ? Ello explica la huida hacia adelante que est¨¢n protagonizando el Gobierno y el Parlamento de Catalu?a. Ni obst¨¢culos constitucionales, ni requerimientos derivados de los usos democr¨¢ticos les impiden avanzar hacia su meta. Los catalanes tienen que ser independientes.
?Qu¨¦ hacer entonces? Una vez excluidas las f¨®rmulas de recurso a la fuerza, solo cabe desde el Gobierno el recurso al derecho, y en particular a un Tribunal Constitucional, que no est¨¢ ah¨ª para ejercer la equidistancia, sino para defender el orden constitucional amenazado. Es l¨®gico que una posici¨®n tan inc¨®moda guste poco a los magistrados, pero no debiera llevar a la b¨²squeda de sentencias escasamente clarificadoras, como las aplicadas a Mas y a sus colaboradores por el 9-N. La desobediencia de Mas al TC no determin¨® una actitud pasiva, sino la insistencia activa en culminar la organizaci¨®n de la consulta prohibida, celebrada adem¨¢s en p¨²blico por ¨¦l mismo, ya que no reconocida por la sentencia. ?Qu¨¦ es entonces prevaricaci¨®n? As¨ª las cosas, de cara a la secuencia por venir de comportamientos similares en esa Catalu?a ya ¡°desconexionada¡± por obra y gracia de una minor¨ªa de catalanes, nos espera una creciente confusi¨®n. Solo un milagro puede llevar a una verdadera negociaci¨®n con cada cual en su lugar.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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