?Puede una m¨¢quina pintar como Picasso?
La inteligencia artificial ha logrado realizar poemas, pinturas o composiciones musicales, pero ?en qu¨¦ lugar queda la creatividad, la originalidad art¨ªstica y las emociones?
?Puede escribir poemas una m¨¢quina? La pregunta se ampl¨ªa m¨¢s all¨¢ de los versos, al arte en general. ?Existen, o pueden existir, las m¨¢quinas artistas? Lo cierto es que ya conocemos multitud de experiencias en las que las m¨¢quinas escriben poemas, componen m¨²sica o pintan cuadros. La pregunta es si lo que hacen es verdaderamente creativo. Y eso depende de lo que entendamos por creatividad o de qu¨¦ tipo de creatividad hablemos. El ¨¢mbito dedicado a desarrollar estos ingenios y resolver estas preguntas tiene un nombre: creatividad computacional.
"En efecto, todo depende de c¨®mo definamos la creatividad", explica el fil¨®sofo de la ciencia y la tecnolog¨ªa David Casacuberta, profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. "La creatividad puede ser tomada como un proceso social, caso en el cual ni las personas ni las m¨¢quinas individuales ser¨ªan creativas. O tambi¨¦n podemos pensar que creatividad es tomar dos cosas que ya existen para crear una nueva: en este caso las m¨¢quinas son muy creativas".
Para enfrentar este problema, la fil¨®sofa Margaret A. Boden, distingui¨® entre tres tipos de creatividad: la combinacional, que combina ideas existentes, la exploratoria, que genera ideas nuevas explorando espacios conceptuales, y la transformacional. Esta ¨²ltima viene a romper anteriores estructuras y crear espacios nuevos. Digamos que los artistas m¨¢s rompedores con su tiempo, diferenci¨¢ndose del resto y dando arriesgados saltos hacia delante (por ejemplo Picasso con el cubismo o Sch?nberg con la m¨²sica dodecaf¨®nica), mostraron este tipo de creatividad.
Las m¨¢quinas pueden ser muy buenas en el primer caso e incluso en el segundo, pero se requiere, por el momento, una mente humana para desarrollar una creatividad de tipo transformacional. ¡°Tambi¨¦n hay que tener en cuenta que, aunque las m¨¢quinas no puedan romper reglas est¨¦ticas y crear otras nuevas, tampoco la mayor parte de los seres humanos pueden hacerlo, solo algunos muy se?alados¡±, apunta Ramon L¨®pez de M¨¢ntaras, director del Instituto de Investigaci¨®n de Inteligencia Artificial (IIIA) del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC).
M¨¢quinas poetas
La poes¨ªa es uno de los campos en los que la creatividad computacional m¨¢s ha escarbado. La idea de que una m¨¢quina escriba poemas no es nueva: ya la tuvo el fil¨®sofo Ram¨®n Llull en el siglo XIII o Alan Turing, padre de la computaci¨®n, cuando la inform¨¢tica solo balbuceaba, a mediados del XX. En Los viajes de Gulliver, publicado en 1726, Jonathan Swift habla de una m¨¢quina de creaci¨®n literaria. Hoy estas m¨¢quinas, dentro de ciertos l¨ªmites, existen.
WASP (Wishful Automatic Spanish Poet) es un poeta autom¨¢tico desarrollado por Pablo Gerv¨¢s, profesor de la Facultad de Inform¨¢tica de la Universidad Complutense: ¡°Para desarrollar un ingenio de este tipo tenemos que entender c¨®mo la mente lee, porque es la destinataria del poema, pero no necesariamente entender c¨®mo la mente escribe¡±. Dentro de su tarea entra la investigaci¨®n de modelos cognitivos, la memoria, en fin, el pensamiento. A WASP se le dan instrucciones: la m¨¦trica, la rima; se le ordena inspirarse en la obra de un poeta. Y WASP obedece y escribe. Como los humanos, con el tiempo la m¨¢quina va aprendiendo nuevas formas de hacer poes¨ªa, y distingue mejor si lo que ha producido es buena poes¨ªa o ripios y frases banales. Bajo influencia de Lorca, WASP teji¨® estos versos:
Yunques ahumados
sus muslos se me escapaban como
peces sorprendidos
la mitad llenos de alas.
No es el ¨²nico proyecto de Gerv¨¢s: PropperWryter se dedicaba a escribir cuentos siguiendo las estructuras que Vladimir Propp encontr¨® en los cuentos rusos. ¡°Se trataba de desmontar los cuentos para luego montarlos otra vez de forma diferente¡±, dice. Tambi¨¦n generaron el argumento del musical Beyond the Fence, el primero generado por ordenador. ¡°Esto fue similar solo que utilizando los argumentos propios de los musicales, como son las historias de amor, que no aparecen en los cuentos¡±, desarrolla el ingeniero.
Tuiteros: poetas involuntarios
Hace unas semanas se extendi¨® por las redes sociales una herramienta llamada Poetweet, que genera diferentes tipos de poemas (sonetos, por ejemplo) utilizando los tuits escritos a lo largo del tiempo por un usuario. El escritor Sergio del Molino, autor de La Espa?a vac¨ªa (Turner), uno de los libros m¨¢s exitosos del a?o pasado, nos cede algunos versos, que no sabemos si son de su autor¨ªa o, por el contrario, el autor es el propio programa Poetweet.
Mi correo es p¨²blico, me dices.
Remangada, luciendo la pantorrilla.
Yo no hab¨ªa nacido entonces. Maravilla.
Va la Espa?a Vac¨ªa. Tiene Narices.
Esta estrofa, que no ser¨ªa tan descabellado pensar que ha sido escrita por un ser humano (es mejor que muchas estrofas escritas por seres de carne y hueso), y que cumple las reglas de m¨¦trica y rima, es un ejemplo de esa creatividad combinacional. ¡°Una m¨¢quina puede obtener con mucha rapidez gran cantidad de combinaciones, hasta llegar a cifras astron¨®micas, por eso tenemos que programar heur¨ªsticas, es decir, l¨ªmites que restrinjan el espacio de posibilidades¡±, dice L¨®pez de M¨¢ntaras, ¡°de otra manera obtendr¨ªamos algo est¨²pido, aleatorio¡±.
En la experiencia Poes¨ªa Asistida por Computadora (PAC), el artista Eugenio Tiselli trat¨® de crear una especie de ayudante tecnol¨®gico para esos poetas bloqueados a los que parecen haberles abandonado las musas. Esta tecnolog¨ªa propone material al poeta humano que lo va modelando y dando sentido y t¨¦rmino. Al final resulta una coautor¨ªa de la obra, hombre-m¨¢quina. A¨²n as¨ª, para evitar que PAC fuera solo una musa, el poeta Vicente Luis Mora se dedic¨® a buscar dentro de la generaci¨®n de la m¨¢quina unos versos que pudieran atribu¨ªrsele a G¨®ngora. Y los encontr¨®:
a una hora en que la fruta llena
azul celeste m¨¦todo congrega
Dos endecas¨ªlabos que lo cierto es que dan el pego.
Robots pintores
Rembrandt vivi¨® en el s. XVII en los Pa¨ªses Bajos, donde fue uno de los maestros del barroco. En los a?os 60 del siglo pasado el Proyecto Rembrandt comenz¨® a recoger una base datos sobre las obras del artista para evitar falsificaciones. D¨¦cadas despu¨¦s, el a?o pasado, sucedi¨® el milagro: Rembrandt volvi¨® a la vida y pint¨® un cuadro. El pr¨®ximo Rembrandt es un retrato de un hombre de la ¨¦poca que podr¨ªa decirse que ha realizado el propio maestro a trav¨¦s de una m¨¢quina: un software creado por la Universidad Delft y Microsoft recre¨® la imagen bas¨¢ndose en los datos recogidos sobre su obra. Una vez m¨¢s la m¨¢quina crea a base de recombinar datos anteriores. Eso s¨ª, el resultado es intachable: la ¨²nica diferencia con un Rembrandt aut¨¦ntico es que no lo es. Si esto es arte o no es ya una cuesti¨®n para los cr¨ªticos, fil¨®sofos y, sobre todo, el mercado. La innovaci¨®n y la digitalizaci¨®n est¨¢n consiguiendo cotas inimaginables. Pero, sin duda, el talento creador original no est¨¢ a su alcance: nii los sentimientos ni las emociones.
?Y qu¨¦ hay de los estados de ¨¢nimo, de las emociones, y otros asuntos propiamente humanos? Hay programas que los tienen, o pretenden tenerlos. The Painting Fool, desarrollado desde hace diez a?os por el matem¨¢tico de la Universidad de Londres Simon Colton, trata de discernir si las m¨¢quinas pueden tener (o simular) caracter¨ªsticas como la intuici¨®n o la fantas¨ªa. Introduciendo al programa datos sobre la actualidad (noticias, estados de Facebook o Twitter) se consigue que sus pinturas muestren diferentes estilos y estados de ¨¢nimo. Digamos que se le inspira: si el mundo va bien resultan im¨¢genes optimistas, de lo contrario aparece el drama. ¡°Mi objetivo es ser tomado en serio como artista creativo alg¨²n d¨ªa¡±, dice el propio programa en su p¨¢gina web.
Y los robots tambi¨¦n han llegado a la pintura, como a tantas otras facetas de la vida. Es el caso de E-David, que desarrolla actualmente en la Universidad de Constanza, y que no tiene pinta de artista: se trata de un brazo mec¨¢nico parecido a los que se usan en las cadenas de montaje de coches. La diferencia es que este trabaja con cinco pinceles (que va limpiando) y una paleta de 24 colores. Lo interesante es que sabe elegir la siguiente pincelada de forma independiente, fij¨¢ndose en lo que ya ha pintado, recibiendo feedback de su propia actividad art¨ªstica, en vez de seguir un patr¨®n preestablecido. En ese sentido tiene cierta autonom¨ªa y los cient¨ªficos afirman que tambi¨¦n servir¨¢ para entender c¨®mo los artistas de carne y hueso piensan una obra de arte. Pero, una vez m¨¢s, E-David tiene que basarse en cuadros anteriores para crear los suyos propios. Por lo pronto no le va mal: este mismo mes expuso en la galer¨ªa Halle 14, en Leipzig.
M¨²sica, cibermaestro
La m¨²sica es ritmo, armon¨ªa, matem¨¢ticas, as¨ª que es un g¨¦nero querido por los aparatos tecnol¨®gicos. Uno de los compositores no humanos m¨¢s avanzados es el malague?o Iamus, autor de piezas musicales que han llegado a ser interpretadas por la Orquesta Sinf¨®nica de Londres. El programa, creado por el Grupo de Investigaci¨®n de Inteligencia Computacional de la Universidad de M¨¢laga, est¨¢ capacitado para crear m¨²sica cl¨¢sica a partir de algunos inputs b¨¢sicos de informaci¨®n. Su disco Iamus (2012), fue la primera obra musical creada enteramente por un ordenador sin intervenci¨®n humana. Lo ¨²nico que sabe Iamus son las reglas propias de la m¨²sica (como las que se aprenden en un conservatorio), los instrumentos que tiene que incluir y la duraci¨®n de la obra: ni siquiera tiene que inspirarse en otros compositores. Tambi¨¦n le han ense?ado que un acorde de piano no puede tener diez notas, porque la mano humana solo tiene cinco dedos. As¨ª, y siguiendo procesos inspirados en la evoluci¨®n biol¨®gica, Iamus construye sus temas desde un n¨²cleo musical que se va volviendo m¨¢s complejo. Luego el humano solo tiene que elegir entre sus composiciones. La gran pega es que, seg¨²n sus creadores, es m¨¢s dif¨ªcil que la m¨²sica de este ingenio llegue a emocionar.
A veces las personas y las im¨¢genes colaboran de un modo m¨¢s estrecho en la creaci¨®n de una obra musical. Por ejemplo, la Fundaci¨®n Telef¨®nica auspici¨® el pasado verano el proyecto en el que se sensoriz¨® a la campeona Teresa Perales, ganadora de 26 medallas de nataci¨®n paral¨ªmpica: el programa creado por la productora Zissou compuso m¨²sica recogiendo 84.750 datos como velocidad, ritmo card¨ªaco, frecuencia de la brazada, etc. Una composici¨®n al alim¨®n entre la deportista y el ordenador. Tambi¨¦n con coches: un experimento de la empresa Volkswagen, en colaboraci¨®n con el grupo de m¨²sica electr¨®nica Underworld, cre¨® una aplicaci¨®n que generaba m¨²sica en tiempo real teniendo en cuenta factores como la velocidad y la posici¨®n del autom¨®vil. Y, por supuesto, las m¨¢quina son capaces de componer m¨²sica inspirada en otra m¨²sica: es el caso de FlowMachines, de Sony, que se alimenta con m¨¢s de 13.000 canciones de varios estilos (sobre todo jazz, pop, canciones de musicales y brasile?as). En este caso el usuario le pide al programa una canci¨®n de un cierto estilo, por ejemplo como el de los Beatles o Duke Ellington.
?Puede resultar la m¨²sica generada por m¨¢quinas algo fr¨ªa, sin alma? Si se da el problema tiene soluci¨®n. El equipo de L¨®pez de M¨¢ntaras en el CSIC ha creado un sistema que a?ade expresividad a las interpretaciones musicales: acent¨²a notas, var¨ªa su duraci¨®n, a?ada un crescendo o un vibratto, entre otros recursos para darle emoci¨®n a la partitura, como har¨ªa un ser humano sensible.
Los cr¨ªticos de arte pueden ser robots
Otro problema que plantea la creatividad computacional es la evaluaci¨®n de la propia obra: ¡°Una m¨¢quina puede componer una sinfon¨ªa, o 100.0000, dentro de su creatividad exploratoria, pero no sabe distinguir si una de esas sinfon¨ªas es buena o es un turr¨®n¡±, explica Gerv¨¢s. Una m¨¢quina puede, por ejemplo, saber si una obra es original, compar¨¢ndola con una nutrida base de datos de obras anteriores, sin embargo otros elementos de juicio cr¨ªtico se le escapan. Sobre todo ahora que en el arte contempor¨¢neo es m¨¢s importante el discurso que se hace sobre la obra que el propio objeto: probablemente una m¨¢quina no considerar¨ªa el urinario de Marcel Duchamp como una obra de arte. En el valor de una obra influyen multitud de variables, muchas de ellas sociales, econ¨®micas, aleatorias: la fama del artista, su cotizaci¨®n, el estar en el momento adecuado en el sitio adecuado, etc.; variables que, en principio, se escapar¨ªan f¨¢cilmente del entendimiento de la m¨¢quina (aunque tambi¨¦n se podr¨ªan programar).
De todas formas, igual que hay esfuerzo para crear m¨¢quinas artistas, tambi¨¦n los hay para crear m¨¢quinas cr¨ªticas de arte. Los ingenieros Ahmed Elgammal y Babak Saleh, de la Universidad de Rutgers, han creado un programa que valora obras teniendo en cuenta gran cantidad de par¨¢metros (la t¨¦cnica, el contenido, el color¡) utilizando una base de datos de 62.000 obras de todos los per¨ªodos de la Historia del Arte: as¨ª puede sopesar la originalidad o la transgresi¨®n, y tambi¨¦n la posible trascendencia que tendr¨¢ en el arte futuro. La m¨¢quina alab¨® las creaciones de Munch, Lichtenstein y Monet, pero no tanto las de Ingres o Rodin: para una m¨¢quina no son tan interesantes. ¡°El algoritmo consigui¨® destacar las obras que consideraba creativas, en el sentido de originales e influyentes, y lo hizo sin ning¨²n conocimiento de arte o historia de arte, solo mediante an¨¢lisis visual y considerando las fechas¡±, escriben los autores.
?Tecnofobia en el arte?
¡°Hay preocupaci¨®n en la sociedad, porque no queremos que nos superen las m¨¢quinas¡±, dice Gerv¨¢s. Pero tambi¨¦n opina que no hay de qu¨¦ preocuparse, y ejemplifica con el caso del ajedrez. ¡°Al principio las m¨¢quinas jugaban peor que los humanos, ahora juegan mejor, y hay hasta campeonatos de ajedrez entre m¨¢quinas, a los que asisten humanos como p¨²blico. Pero eso no quita que los humanos sigan jugando: no hay problema¡±.
¡°Nosotros llegamos a la conclusi¨®n de que las m¨¢quinas son capaces de generar poes¨ªa y actos creativos, pero lo m¨¢s importante es el valor que le otorga el lector¡±, dice el psic¨®logo Carlos Gonz¨¢lez Tard¨®n, coautor, junto con el poeta Dionisio Ca?as, del libro ?Puede un computador escribir un poema de amor? (Devenir). Seg¨²n explica el experto cuando una persona sabe que el poema o la obra que est¨¢ disfrutando est¨¢ creada por una m¨¢quina le resta valor. Se objeta que detr¨¢s de la obra no haya una intencionalidad. ¡°Pero hay sonetos hechos por ordenadores que son tan buenos o mejores que los humanos. Lo que pasa es que la creatividad es uno de los ¨²ltimos resquicios que nos quedan a los humanos frente a las m¨¢quinas¡±, concluye Gonz¨¢lez Tard¨®n.
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