Fan Fic Fun: Calatrava se nos hace aparejador
Robert Juan-Cantavella, autor de las novelas 'Asesino c¨®smico' o 'El dorado', decide cambiarle la profesi¨®n a uno de los arquitectos espa?oles m¨¢s conocidos
He decidido que voy a empezar de nuevo, desde cero.
?Por qu¨¦ motivo, se preguntar¨¢n ustedes, dada la fama que ya he alcanzado como arquitecto y artista? Pues todav¨ªa no logro entenderlo, pero la decisi¨®n es firme. ?Me hago aparejador! He tenido una revelaci¨®n.
Me sucedi¨® el otro d¨ªa. Daniel, director de mi gabinete de abogados y uno de mis m¨¢s estrechos colaboradores, me acompa?aba en un tranquilo paseo por Londres. Vag¨¢bamos sin rumbo fijo por la pen¨ªnsula de Greenwich. Nuestra intenci¨®n era sumergirnos en el paisaje, preguntarle al paisaje qu¨¦ es lo que necesitaba para, as¨ª, poder d¨¢rselo.
¡ªQuedar¨¢ precioso ¨Cme dijo Daniel¨C, es como si lo viera. Unas puntas bien afiladas por aqu¨ª, otras por all¨¢, blanco, todo blanco, que es el color de las cosas modernas: enorme, blanco y con puntas, ?como si lo viera!
Se refer¨ªa al megaproyecto que acababan de encargarme. Le puse el nombre de "Peninsula Place", a orillas del viejo T¨¢mesis... Pero de pronto, ya digo, me asaltaron las dudas:
¡ª?Recuerdas, Daniel ¨Cle pregunt¨¦¨C, recuerdas que al alcalde de Londres le promet¨ª que el dise?o iba a estar inspirado en la tradici¨®n londinense?
¡ªC¨®mo olvidarlo¡ ?Ah¨ª estuviste enorme, menuda ocurrencia! Creo que fue entonces cuando te los metiste en el bolsillo.
¡ªYa ¨Cle respond¨ª yo¨C, pero ?no te parece que levantar otro mont¨®n de edificios enormes con puntas blancas va a ser m¨¢s de lo mismo? ?No crees que les va a parecer que no me he inspirado en absoluto en la tradici¨®n londinense, sino en mis proyectos anteriores?
¡ªEse no es tu problema, Santiago ¨Cme dijo ¨¦l¨C. Para cuando se les ocurra, t¨² ya estar¨¢s lejos, concretamente en Suiza. Y luego nos ocupamos mis muchachos y yo. Mira ¨Cinsisti¨® Daniel, se?alando con el dedo¨C, ah¨ª podr¨ªas poner un puente bien mol¨®n, de los que a ti te gustan.
Daniel es un entusiasta, me sabe mal haber tenido que despedirlo. Pero es que yo, en cambio, tras mi molesta aunque implacable revelaci¨®n, de pronto no lo ve¨ªa tan claro. ?Hab¨ªa perdido la confianza en mis dise?os, en mis pinchos, en mi eterna blancura? Al parecer, as¨ª era. Me vino a la mente el Puente de la Constituci¨®n en Venecia y, como en un mal sue?o, tambi¨¦n el Puente de Vistabella en Murcia, dos construcciones que no acaban de funcionar bien porque la gente se empe?a en pisotearlas, en pasar por encima sin el menor recato. Construir edificios art¨ªsticos es una lata. Hay que poner puertas, escaleras, ventanas, salidas de emergencia, tuber¨ªas para el agua corriente, gente dentro¡ hasta que no queda margen para lo art¨ªstico. Y con los puentes, pues lo mismo: fijo que los londinenses tambi¨¦n van a querer pisotearlo. As¨ª que nada de puentes. Lo dicho, me hago aparejador.
Las empresas de m¨®viles hacen lo mismo y nadie protesta. ?Cu¨¢ntas veces se te ha roto a ti la pantallita del smartphone¡?
Porque ah¨ª no terminaba mi revelaci¨®n. Quiz¨¢, me dije mientras paseaba, lo que quer¨ªan mis clientes eran edificios que durasen, que no se rompiesen al cabo de unos a?os como me hab¨ªa sucedido con el Palacio de las Artes de Valencia, con el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo, con¡
---¡ªEso son gajes del oficio ¨Cme dec¨ªa entonces Daniel¨C. Si se rompe, pues nada, por un m¨®dico precio se lo arreglas. ?Arquitectura integral, Santiago! Construyes y luego reparas. Y, si no, para qu¨¦ piden un Calatrava. Las empresas de m¨®viles hacen lo mismo y nadie protesta. ?Cu¨¢ntas veces se te ha roto a ti la pantallita del smartphone¡?
Y raz¨®n no le faltaba. Siempre lo hab¨ªa hecho as¨ª, arquitectura integral, s¨ª se?or. Pero ya digo, la cabeza no paraba de darme vueltas: la Catedral de Le¨®n, en pie tras seis o setecientos a?os; el Parten¨®n, en pie tras m¨¢s de dos mil a?os; la pir¨¢mide de Keops, ?en pie tras m¨¢s de cinco mil! ?Qu¨¦ va a quedar de mi obra al paso que vamos?, me dije. Poca cosa, esa es la verdad, unos a?os y todo ser¨¢ trencad¨ªs. ?Maldita revelaci¨®n! As¨ª que nada de edificios art¨ªsticos, nada de "Peninsula Place". Lo dicho, me hago aparejador.
De ah¨ª mi cambio de rumbo vital. Por eso les he pedido a los muchachos del TENTACIONES que me publiquen esta nota: busco coworking para aparejador, con mesa de dibujo y tal, me apa?o con poco espacio. Voy a empezar desde cero a ver si esta vez los edificios me duran m¨¢s y dentro se pueden hacer cosas.
SOBRE EL AUTOR:?Robert Juan-Cantavella es autor de las novelas Asesino c¨®smico, El dorado, Otro y del libro de relatos Proust fiction. Su ¨²ltima obra es La realidad. Cr¨®nicas canallas
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