Trump, repito, Trump
Todos los discursos del nuevo presidente apuntan al plano emocional inconsciente
Trump explota para sus intereses comunicativos ciertas caracter¨ªsticas del funcionamiento inconsciente del cerebro humano, como el mecanismo de la repetici¨®n. Trump no lee neurociencia. De hecho, hace gala de no haber le¨ªdo nunca un libro entero. Ni falta que le hace para sus fines. Posee la valiosa sabidur¨ªa pr¨¢ctica adquirida durante 50 a?os como vendedor. La universidad de la vida profesional le ha ense?ado, en grado de excelencia, c¨®mo mostrar las ventajas y ocultar los inconvenientes de los productos que vende.
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Trump utiliza a su favor una serie de resortes discursivos bien conocidos en el mundo de la publicidad y de las escuelas de negocios, un conjunto de recursos expresivos muy agresivos dise?ados para eludir los procesos racionales conscientes y funcionar con eficacia en el nivel inconsciente. En este sentido puede afirmarse que Trump explota para sus intereses comunicativos ciertas caracter¨ªsticas del funcionamiento inconsciente del cerebro humano.
Pese a que su agresiva estrategia de comunicaci¨®n ha conseguido sorprender e incluso escandalizar a no pocos analistas, Trump no ha inventado nada, si bien es verdad que ha se?alado un camino poco ¨¦tico en el campo de la comunicaci¨®n pol¨ªtica que es de temer que tal vez sigan otros l¨ªderes. En esencia, emplea los mismos trucos de los vendedores que apoy¨¢ndose en nuestra cultura del consumismo, fuertemente interiorizada, nos convencen de que compremos el ¨²ltimo modelo de iPhone si deseamos vivir la experiencia de sentirnos protagonistas conectados con nuestro tiempo. La aportaci¨®n original de Trump, eso hay que reconoc¨¦rselo, es haber aplicado agresivamente ese ¡°saber hacer¡± de la propaganda intrusiva en su exitosa carrera hacia la Casa Blanca.
Uno de los mecanismos mentales que mejor explota Trump es la repetici¨®n. Desde el punto de vista de la ret¨®rica ciceroniana, la repetici¨®n puede ser tanto un vicio verbal como una virtud discursiva. Cuando un orador poco h¨¢bil reitera de manera pedestre algo que ya dijo anteriormente, genera en su auditorio el tedio, el aburrimiento; pero si ese orador emplea intencionadamente la repetici¨®n de una manera estrat¨¦gica, puede crear un ritmo, una estructura sim¨¦trica, un efecto de eco muy expresivo y de gran impacto en su auditorio. Recu¨¦rdese la emotiva repetici¨®n en ep¨ªfora del Yes, we can obamaniano, reiterado, a modo de bajo continuo, en sucesivos finales id¨¦nticos de frase.
?C¨®mo se defiende un ciudadano poco pertrechado cuando Trump se mete en su cerebro?
La moderna disciplina de la neurociencia ha confirmado lo acertado de las ideas ciceronianas acerca de la repetici¨®n. En un discurso seguido con atenci¨®n, en el cerebro del oyente las palabras crean circuitos neuronales provisionales, visibles como tormentas coloreadas en las tomograf¨ªas por emisi¨®n de positrones, que generan, por una parte, la comprensi¨®n racional y, por otra, estimulan emociones asociadas a esas palabras. Los discursos de Trump suelen tener un contenido racional m¨ªnimo (a nivel de cuarto de primaria, seg¨²n los expertos), por lo que todo su arsenal dial¨¦ctico apunta al plano emocional inconsciente del auditorio.
En concreto, el mecanismo cerebral que explota Trump a su favor es que cuantas m¨¢s veces y con m¨¢s contundencia se repite una expresi¨®n, m¨¢s fuertemente se activa el circuito neuronal asociado a esa palabra y con mayor intensidad se refuerza la emoci¨®n transmitida en el discurso. Por eso repet¨ªa incansablemente en sus m¨ªtines de campa?a: ¡°Ganar, ganar, ganar. Vamos a ganar tanto que te cansar¨¢s de ganar¡±.
Pero tambi¨¦n emplea la repetici¨®n de una manera que convendr¨ªamos todos en calificar de maquiav¨¦lica. La primera vez Trump dijo: ¡°Con sus pol¨ªticas desastrosas, Obama y Clinton han creado el Estado Isl¨¢mico¡±. Sin embargo, cuando repiti¨® posteriormente esta acusaci¨®n casi extravagante una y otra vez, de un modo machac¨®n, astuta y malintencionadamente, lo hizo solo de manera calculada y parcial, elidiendo la parte argumentativa que le interesaba ocultar: ¡°Obama y Clinton han creado el Estado Isl¨¢mico¡±. Y repiti¨® este lema desmesurado e impactante hasta que cal¨® como una tormenta neuronal en la opini¨®n p¨²blica menos informada y pas¨® de ser una acusaci¨®n infundada a convertirse en una prueba incriminatoria que se legitimaba discursivamente a s¨ª misma.
Contra sus excesos discursivos, la prensa opone rigor, documentaci¨®n y ¨¦tica, pero ?c¨®mo se defiende un ciudadano poco pertrechado cuando Trump se mete en su cerebro?
Estrella Montol¨ªo Dur¨¢n es catedr¨¢tica de Lengua Espa?ola en la Universidad de Barcelona y experta en comunicaci¨®n.
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