Este fil¨®sofo ha rechazado en 10 ocasiones un puesto en la universidad
?El objetivo del croata Srecko Horvat? Dejar atr¨¢s la era de las protestas y buscar nuevas formas de organizaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica convencional
Son malos tiempos para la cr¨ªtica cultural, son buenos tiempos para la s¨¢tira. El populismo, la posverdad y la xenofobia gobiernan a lomos de bufones y villanos, pero c¨®mo nos re¨ªmos, ?eh? El intelectual, en cambio, es hoy una figura mayoritariamente denigrada, vac¨ªa de poder y atragantada en su autocomplacencia. A menos que esa energ¨ªa se destine a algo m¨¢s que a circunloquios masturbatorios.
Por ejemplo: pisar el barro de los campos de refugiados de Calais o Idomeni, debatir con exministros y exterroristas o viajar por toda Europa con una camiseta de Freud animando a hackear el sistema contra el sistema. Es lo que hace el joven fil¨®sofo croata Srecko Horvat (1983), quien asegura que ha rechazado hasta en 10 ocasiones un puesto en la universidad porque cree que el verdadero cambio no puede venir de la v¨ªa acad¨¦mica.
¡°El pensamiento cr¨ªtico puede producirse en los claustros, pero la reforma de Bolonia ha convertido las universidades en f¨¢bricas de empleados para el mercado laboral, donde por cierto no hay trabajo¡±, explica. ¡°La universidad sol¨ªa ser un lugar donde gozar de libertad para pensar, pero ahora ya no lo es. Y yo no quiero ser parte de ello¡±.
Hasta en el rugoso deje eslavo de su ingl¨¦s resulta inevitable ver en Horvat un disc¨ªpulo avanzado de Slavoj Zizek. Con el fil¨®sofo y showman esloveno comparte una visi¨®n privilegiada del desmoronamiento de Europa desde la periferia, as¨ª como algunos referentes de la l¨ªnea dura de la filosof¨ªa y cultura alemanas, que conoce de primera mano pues pas¨® parte de su infancia en M¨²nich como hijo de un refugiado pol¨ªtico.
"Debemos admitir que estamos de mierda hasta el cuello, aceptar la posibilidad de la guerra, de una crisis ecol¨®gica y de m¨¢s austeridad, pero debemos tener esperanza"
¡°La Alemania de Merkel deber¨ªa volver a Hegel y a Marx¡±, opina. ¡°Alemania ha abandonado el legado de la Ilustraci¨®n, el romanticismo y el idealismo por un proyecto neoliberal que impone medidas de austeridad a Grecia, Espa?a o Portugal. Sin embargo, necesita esa periferia para vivir¡±.
Hace apenas un a?o, Horvat puso en pr¨¢ctica esa concepci¨®n de la cr¨ªtica cultural como activismo y, junto a otros t¨®tems de la izquierda sexi como Yanis Varoufakis o Julian Assange, fund¨® Democracy in Europe Movement 2025, un ¡°movimiento paneuropeo transfronterizo¡± que persigue la regeneraci¨®n de la democracia y la transparencia en un continente intoxicado por los nacionalismos y las desigualdades.
¡°El objetivo es cambiar Europa desde la convicci¨®n de que el proyecto europeo se est¨¢ derrumbando, un proceso que se ha acelerado a¨²n m¨¢s con el Brexit, la crisis de los refugiados, la militarizaci¨®n y la xenofobia¡±. El diagn¨®stico que hace es ciertamente sombr¨ªo, pero su propuesta pasa por una actitud tan radical y beligerante como esperanzadora: imaginaci¨®n pol¨ªtica.
¡°Si no actuamos, acabaremos en una versi¨®n posmoderna de los a?os treinta, aquellos que condujeron a los totalitarismos. Vivimos en un estado de emergencia permanente impuesto por el poder pol¨ªtico y econ¨®mico, una situaci¨®n de guerra civil dise?ada para despolitizar a la ciudadan¨ªa. Debemos admitir que estamos de mierda hasta el cuello, aceptar la posibilidad de la guerra, de una crisis ecol¨®gica y de m¨¢s austeridad, pero en lugar de derrotismo u optimismo, que son caras de la misma moneda, debemos tener esperanza sabiendo que va a haber que trabajar muy duro. Lo que necesitamos es idealismo sin optimismo¡±.
La acci¨®n pasa para Horvat por ¡°dejar atr¨¢s la era de las protestas¡± y buscar nuevas formas de organizaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica convencional. ¡°El movimiento de los indignados u Occupy Wall Street tuvieron su raz¨®n de ser, pero las manifestaciones no van a detener a Trump ni a nadie. Y la pol¨ªtica de partidos es una v¨ªa que muy pronto acaba en el conformismo y la rendici¨®n. Necesitamos una dial¨¦ctica que combine la horizontalidad de la democracia directa con la verticalidad de la pol¨ªtica. En Espa?a ya hay muchas cooperativas, como la Cooperativa Integral Catalana [fundada por Enric Duran con los cerca de medio mill¨®n de euros que estaf¨® a varios bancos], que han demostrado mucha imaginaci¨®n, creando econom¨ªas alternativas dentro del sistema capitalista¡±.
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