Levantar puentes, tender muros
En etapas expansivas se valora la apertura y el intercambio; en horas bajas surgen actitudes defensivas que buscan proteger el statu quo. En la ¨²ltima d¨¦cada, el af¨¢n por unir ha sido desplazado por la exaltaci¨®n de vallas y fronteras mentales
Los puentes entre Europa y sus aliados hist¨®ricos est¨¢n rotos, conclu¨ªa una decepcionada Angela Merkel tras la ¨²ltima cumbre del G7. En este caso, el sentido metaf¨®rico de la expresi¨®n tiene una dimensi¨®n material: muros, vallas, puentes, t¨²neles y canales dibujan el paisaje geopol¨ªtico de cada ¨¦poca. Hay ¨¦pocas en las que se tiende a conectar y otras en las que se busca separar. Aunque como escrib¨ªa el soci¨®logo alem¨¢n Georg Simmel, solo se puede unir aquello que previamente se percibe como separado y separar aquello que se percibe como unido. En Europa (y Occidente, en general) vemos como el entusiasmo por unir a trav¨¦s de puentes y t¨²neles ha sido desplazado desde hace algo m¨¢s de una d¨¦cada por la exaltaci¨®n de la separaci¨®n en la forma de vallas, muros y fronteras mentales.
Otros art¨ªculos de la autora
Al derribo del muro de Berl¨ªn en 1989 y el comienzo de una Europa reunificada siguieron otros hitos destinados a reforzar la articulaci¨®n f¨ªsica del viejo continente y facilitar las cuatro libertades de movimiento. En 1994 se inauguraba el Eurot¨²nel bajo el Canal de la Mancha, conectando por primera vez en la historia el continente con las islas Brit¨¢nicas. Un a?o m¨¢s tarde, comenzaban los trabajos para levantar el puente de ?resund que, a partir del a?o 2000, unir¨ªa tambi¨¦n por primera vez el continente con la pen¨ªnsula escandinava. Un flujo creciente de mercanc¨ªas, veh¨ªculos y pasajeros cruzar¨ªan desde entonces diariamente por debajo de las aguas del Canal y por encima de las del estrecho que separa Dinamarca de Suecia merced a estas impresionantes infraestructuras, impensables sin la cooperaci¨®n entre los socios europeos. Gracias al tren de alta velocidad Eurostar que conecta Par¨ªs, Bruselas y Londres muchos ciudadanos han podido realizar el sue?o cosmopolita de residir en una de las capitales y trabajar en otra. Se calcula que 300.000 personas reparten su vida entre Londres y Par¨ªs. Algo similar sucede con los habitantes de las regiones de Selandia y Escania: entre 2001 y 2009, el n¨²mero de personas que se desplaza entre Dinamarca y Suecia para trabajar aument¨® en m¨¢s de un 300%.
La guerra en los Balcanes parec¨ªa el ¨²ltimo escollo a la integraci¨®n europea en una d¨¦cada, los a?os noventa, de optimismo y apertura. La lenta y minuciosa reconstrucci¨®n del emblem¨¢tico puente de Mostar, una vez superado el conflicto en 1995, reflejaba, al mismo tiempo, el arduo camino hacia la paz y la reconciliaci¨®n. Parad¨®jicamente, con su inauguraci¨®n en 2005, Europa comienza a transitar nuevamente hacia una ¨¦poca de enclaustramiento. Ese a?o se produjo el primer salto masivo de migrantes subsaharianos en la valla de Melilla. Para evitar futuras tentativas, se dobl¨® la altura de la valla de tres a seis metros. El mar Mediterr¨¢neo, l¨ªmite natural del continente hacia el sur, se ha ido convirtiendo poco a poco en un enorme foso defensivo en el que han perdido la vida miles de personas en su intento por llegar a Europa. En los ¨²ltimos dos a?os hemos visto erigirse, asimismo, cercas y barreras en Europa central y oriental para impedir el paso a los refugiados de Oriente Pr¨®ximo. La barrera h¨²ngara es quiz¨¢ la m¨¢s conocida por la ret¨®rica abiertamente xen¨®foba del Gobierno de Viktor Orb¨¢n, pero los Gobiernos de Eslovenia, Croacia, Austria, Serbia, Bulgaria y Macedonia han hecho lo suyo.
La construcci¨®n de vallas y muros es sintom¨¢tica de la debilidad de un imperio o civilizaci¨®n
Se ha comparado la fortificaci¨®n de Europa con la de EE?UU y el famoso muro que Trump quiere terminar de construir a lo largo de la frontera con M¨¦xico. Los amantes de las series policiacas que hayan visto la versi¨®n sueco-danesa y la estadounidense de El puente (Bron/The Bridge, 2011) reconocer¨¢n las enormes diferencias, pero tambi¨¦n los paralelismos entre dos fronteras aparentemente tan distintas como las que separan Dinamarca de Suecia y M¨¦xico de Estados Unidos. La serie se desarrolla a partir de la aparici¨®n de un cad¨¢ver en la l¨ªnea fronteriza entre los dos pa¨ªses, esto es, en medio del puente de ?resund, respectivamente, el puente R¨ªo Bravo que une Ciudad Ju¨¢rez con El Paso. Pone de manifiesto la inevitable ¨®smosis que se produce en las fronteras, sean abiertas como entre Dinamarca y Suecia o est¨¦n valladas y sometidas a estrictos controles como entre M¨¦xico y EE?UU. Cuando es legal, este intenso canje entre personas y de bienes y servicios se enmarca dentro de la cooperaci¨®n transfronteriza. Cuando no lo es, hablamos de actividades il¨ªcitas o clandestinas, las cuales adquieren tintes especialmente s¨®rdidos cuando se producen entre vecinos tan asim¨¦tricos como M¨¦xico y EE?UU.
A uno y otro lado del Atl¨¢ntico se reafirma la voluntad de excluir, desunir y separar. Conviene recordar que la libre circulaci¨®n que permite a los protagonistas de la versi¨®n escandinava de El puente cruzar este a su antojo fue suspendida a principios de 2016. Suecia reinstauraron entonces controles fronterizos para evitar la entrada libre de refugiados. A esta y otras suspensiones parciales del acuerdo de Schengen destinadas a frenar el ingreso de ciudadanos extracomunitarios, sigui¨® el Brexit, que ha instalado a los residentes comunitarios de Reino Unido en una suerte de limbo legal y enorme incertidumbre sobre su futuro.
El Brexit ha instalado a los residentes comunitarios de Reino Unido en una suerte de limbo legal
La construcci¨®n de vallas y muros es sintom¨¢tica de la debilidad de un imperio (l¨¦ase, civilizaci¨®n), concluye el soci¨®logo Mohammad Chaichian en su libro Walls and Empires (2014). Podr¨ªa decirse que en etapas expansivas se valora la apertura y el intercambio, mientras que en horas bajas surgen actitudes defensivas que buscan proteger el statu quo. Como ejemplos representativos, Chaichian cita la Gran Muralla China y el Muro de Adriano que el emperador hizo construir en la frontera norte del Imperio Romano (en el actual Reino Unido) ¡ªninguna de las construcciones logr¨® frenar la ca¨ªda de estos grandes imperios. Las fronteras se alimentan de los muros mentales que se construyen ladrillo a ladrillo, como en la m¨ªtica canci¨®n The Wall de Pink Floyd, a partir de traumas y temores individuales que se proyectan sobre determinados colectivos. Adquieren relevancia social cuando se plasman en esl¨®ganes y programas electorales y encuentran eco en la ignorancia y el temor (hasta cierto punto, comprensible) de muchos ciudadanos a un mundo hiperconectado, sin vallas, sin fronteras.
Quiz¨¢ una de las acciones que pase a la historia como especialmente simb¨®lica de este nuevo paisaje euroatl¨¢ntico de cerramientos sea la decisi¨®n de rodear la Torre Eiffel de una valla protectora antibalas. En un momento en que Europa deposita su ¨²ltima esperanza en el nuevo presidente franc¨¦s, la controvertida medida ilustra bien el reto al que se enfrenta Macron: defender una Europa abierta, inclusiva y conectada para desactivar la amenaza yihadista en el medio y largo plazo a la par que defenderse de esta en el corto.
Olivia Mu?oz-Rojas es doctora en Sociolog¨ªa por la London School of Economics e investigadora independiente. Su blog es www.oliviamunozrojasblog.com
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