Cuando al fin eres abuela
Tener nietos te da la oportunidad de disfrutar de un ni?o sin las angustias de la maternidad
Si madre solo hay una, abuela hay cientos. Las que trabajan fuera de casa y las que lo hacen solo en casa; las que tienen un abuelo al lado y las que lo dejaron por el camino; las que llevan una existencia pausada y las que a¨²n andan triscando por bares y conciertos de rock; abuelas caseras y abuelas viajeras; las que cocinan de gloria y las que piden una pizza. Abuelas que quieren nietos como las gallinas quieren polluelos, siempre bajo el ala, y abuelas que se debaten entre que los nietos las llamen yayas, bibas, bebas o cualquier nombre inidentificable o simplemente por su nombre de pila. Algunas act¨²an como si su deber fuera educar a sus nietos como lo hicieron con sus hijos. Otras se convierten en hadas m¨¢gicas del consentimiento desmedido. Casi todas relajadas en el trato, por fin disfrutando de un/a peque?o/a sin las angustias de la maternidad.
Ser abuela, no obstante, no es algo que se elija. As¨ª las cosas, unas estaban deseando ser abuelas desde el minuto uno y otras lo ve¨ªamos como algo que suceder¨ªa en el futuro muy futuro. Sin embargo, si tienes hijos, la mayor¨ªa de las veces llega ese momento. Yo fui abuela de mi primera nieta con 49 a?os y, cuando meses antes mi hija me comunic¨® su embarazo, me dej¨® ciertamente en shock. Se me pas¨® muy r¨¢pido, cosas de mi car¨¢cter, pero hay otras a las que el susto les dura varios meses, incluso a?os. Como si ser abuela te cambiara la vida para mal, como si fuera un terremoto con una v¨ªctima (t¨²) y no una puerta a una nueva relaci¨®n, doy fe, enriquecedora.
Queremos que nos dejen ejercer a nuestro estilo, con nuestras normas
Ser abuela te envejece tanto como t¨² dejes que te envejezca. Eso, de puertas para dentro, en tu mismidad. Porque de puertas para afuera, ser abuela te envejece s¨ª o s¨ª. Nadie te mira igual, vamos, nadie te mira. Eres la misma que un mes antes de que naciera tu nieta, la misma que un mes antes de que tu hija te dijera eso tan ?bonito? de ¡°vas a ser abuela¡±. Te gusta ir al cine tanto como antes, est¨¢s enganchada a la misma (o a otra) serie, nunca te falta tu copita de vino o una ca?a bien tirada, trabajas (dentro y fuera), te desesperas con las lorzas crecientes y la vista menguante, y sigues ri¨¦ndote y llorando con tus amigas. Pero para una gran parte de la gente, has pasado a otro estado, el invisible. As¨ª de hip¨®crita y de cretina es la sociedad.
Las abuelas de hijos/as de hijas suelen tener m¨¢s relaci¨®n con esos nietos. Las hijas, dicen, tiramos a nuestras madres. Pero qu¨¦ cantidad de tiranteces genera, c¨®mo se revierten los papeles y es ahora la hija la que rega?a a la madre y le impone normas. En mi caso, si me ocupo de mis nietas (ahora son dos), me ocupo a mi manera. Lo que sucede en casa de la abuela se queda en casa de la abuela. Pero escucho a compa?eras de abuelismo quejarse de que no pueden hacer tal o cual cosa con sus nietos (sobre todo, darles chocolate) o de las m¨²ltiples rega?inas que reciben si no han cumplido tal o cual tarea con ellos (no terminar los deberes, no recoger el cuarto, no ponerse el pijama antes de que venga mam¨¢).
Hay abuelas que se ven hurtadas de sus nietos/as, con horarios de visita restringidos, una relaci¨®n dosificada. Hay otras que eso es precisamente lo que desean, verlos de tanto en tanto, y devolverlos cuanto antes. Las abuelas tenemos otros muchos intereses, somos mucho m¨¢s que abuelas, y necesitamos tiempo propio. Pero tambi¨¦n queremos ejercer de abuelas, que nos dejen hacerlo, a nuestro estilo, con nuestras normas. Cuando al verme mis ni?as gritan entusiasmadas ¡°abueee¡± y se me lanzan al cuello abraz¨¢ndome con sus bracitos, me crezco de orgullo y amor.
Puede que algunas de las frases que he escrito puedan aplicarse tambi¨¦n a los abuelos. No lo s¨¦, no lo soy. Seguro que muchos tienen otras cosas que contar y algunas en las que coincidir. Yo tengo mi opini¨®n, que me reservo. Esta es mi mirada abuel¨ªstica, desde mi realidad de abuela y la de mis amigas y conocidas. Una realidad tan particular y ¨²nica como abuelas hay en el mundo. Y eso sin entrar a hablar de aquellas que, por las cabronas circunstancias, han de hacerse cargo de sus nietos full time.
Postdata: Me encantan mis nietas pero lo mejor de ser abuela es ver lo estupenda madre que es mi hija.
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