Cinco cosas que crees que le gustan a tu perro, pero no
?Hay que abrazar cuando suenan petardos y se asustan? ?Les tiramos un palo para que lo recojan una y otra vez?
Paco acaba de pasar una depresi¨®n reactiva que lo ha tenido hecho unos zorros, sin apenas salir de casa varios d¨ªas. Lo peor es que no ha sido porque lo deje su novia o porque en el trabajo le obliguen a hacer horas extra: es porque todo esto le ha sucedido a su amo. Paco es una mezcla de tekel y grif¨®n, y era la mar de simp¨¢tico antes de que a Rafael, programador web, le contrataran en una multinacional. Al poco tiempo rompi¨® con su pareja, de modo que, cuando sal¨ªa a las tantas de la oficina, se iba de bares buscando evasi¨®n f¨¢cil. Paco hab¨ªa bajado en su escala de prioridades y el perro, claro, no supo adaptarse a esa nueva vida en soledad.
Los perros se deprimen, se estresan, se constipan, se alegran, se entristecen y se levantan de mejor o peor humor, seg¨²n el d¨ªa. Pero esto no significa que sean humanos, sino que tienen una sensibilidad extrema. Y, precisamente, como apuntan los especialistas en el mundo c¨¢nido, tratar de humanizarlos es contraproducente. Otra cosa, claro, es relegarlos a la condici¨®n de mueble al que solo hay que sacar de vez en cuando para que haga sus necesidades, como en el caso de Paco. La clave est¨¢ en saber comunicarse con ellos. Y no con todos es igual: cada uno tiene sus c¨®digos, sus man¨ªas... En eso s¨ª que se parecen a nosotros.
La adiestradora de perros noruega Turid Rugaas plasm¨® toda su experiencia en el libro Se?ales de calma (KNS Ediciones), una especie de biblia para due?os de canes. B¨¢sicamente ense?a a comunicarse con el animal a partir de la observaci¨®n, y da unos pasos para acabar hablando "su mismo idioma".
Muchos de quienes lo han le¨ªdo aseguran que la relaci¨®n con su perro ha cambiado radicalmente, para bien. Nosotros vamos a dar unas pautas para algo que igual desconocemos: qu¨¦ no debes hacer con tu perro, aunque pienses que le gusta. Porque ni es tan perro como pensamos... ni tampoco tan humano.
1. Poner un palo en alto para que salte
La imagen de un perro dando brincos en vertical sobre las patas traseras suele ser divertida, pero para ¨¦l no lo es en absoluto. El juego, muy habitual, es como sigue: el due?o sujeta un palo en alto para que el can salte con la intenci¨®n de alcanzarlo, pero lo eleva un poco cada vez para que no llegue. ?Se acuerdan del famoso experimento de P¨¢vlov?
Durante un tiempo, el fisi¨®logo ruso dio de comer a su perro justo despu¨¦s de hacer sonar una campanilla. Despu¨¦s, la hac¨ªa sonar sin darle nada, solo para que segregara saliva y probar as¨ª su teor¨ªa de reflejo condicionado. Suena cruel, ?verdad? Pues con el juego del palo en alto le estamos generando una ansiedad parecida a nuestra mascota.
Y no solo hay una agresi¨®n mental: tambi¨¦n f¨ªsica. "Saltar en vertical puede causar lesiones en el perro, porque carga todo su peso solo en las patas traseras, una y otra vez, cada vez que cae", dicen el adiestrador canino Ricardo Ant¨®n, autor del exitoso blog Educando a mi perro. Y a?ade: "Si se hace un juego as¨ª, que sea siempre en paralelo a la tierra. Y, desde luego, que pueda alcanzar el palo. De lo contrario, le creas una sensaci¨®n de impotencia y frustraci¨®n".
2. Acariciarle cuando tiene miedo
Lo que m¨¢s alivia a un perro cuando pasa una situaci¨®n de tensi¨®n es que le deje pasar solo su momento de p¨¢nico. Una de las situaciones m¨¢s cotidianas es cuando hay petardos o fuegos artificiales en fiestas. Los perros lo llevan fatal, en parte porque su o¨ªdo es mucho m¨¢s sensible que el nuestro a los sonidos fuertes (no olvidemos que captan ondas de frecuencia tan bajas que los humanos no las percibimos).
"Si hay una tormenta o petardazos, abrazar o acariciar a tu perro no le quita el miedo: se lo refuerza", dicen en la agencia de educadores caninos Voran. "Les da la impresi¨®n de que realmente est¨¢ pasando algo terrible, que hay motivos para preocuparse, porque su due?o se ha puesto a achucharles. Lo mejor es que aparentemos normalidad. Eso es lo que m¨¢s les puede relajar. Y si el perro se mete debajo de la cama un rato, que lo haga. Pero que pase su proceso solo. As¨ª lo gestionar¨¢ con la menor ansiedad".
La et¨®loga y educadora canina Bel¨¦n Coronado, a?ade: "Hay que reforzar siempre situaciones en las que el perro est¨¦ tranquilo; e ignorar situaciones en las que el perro est¨¦ ansioso. Si te est¨¢ pidiendo caricias tranquilamente, claro que se las puedes dar. Pero si es de forma ansiosa porque no es capaz de estar solo, es un tema de dependencia e inseguridad que hay que trabajar, porque muchas veces lo hacen por falta de seguridad e independencia". Y a?ade: "Pero no hay que olvidar que, por encima de todo, somos su referente, el que les va a dar seguridad y tranquilidad en situaciones que sean incapaces de gestionar. Por eso ignorarles completamente en situaciones que provocan un miedo primario, irracional, tampoco es la soluci¨®n. Tenemos que trabajar el v¨ªnculo, de una manera sana".
3. Tirarle la pelota... muchas veces
"En la Naturaleza, una manada de lobos o de perros salvajes recorren largas distancias a lo largo del d¨ªa en busca de alimento. Y en este ejercicio que hacen no hay nada de excitaci¨®n y ansiedad. Todo lo contrario de lo que nosotros fomentamos en nuestros perros, a trav¨¦s de juegos que les excitan y les crean ansiedades". As¨ª de contundente es el adiestrador canino Ricardo Ant¨®n. Y a?ade: "El juego de tirar una pelota (o cualquier cosa) tiene un lado oscuro: se llama obsesi¨®n. Tu perro puede llegar a obsesionarse de tal forma que no pare de ladrar, le produzca taquicardias y, en definitiva, le reste a?os de vida".
Tampoco hay que ser radical. Todo, en su justa medida, es beneficioso. Como dicen el propio Ant¨®n y otros expertos, como el et¨®logo Carlos R¨ªos. La clave est¨¢ en que el due?o controle los tiempos, para evitar que el perro caiga en un momento de ansiedad. Decidir cu¨¢ndo se deja de lanzar el objeto, o no hacerlo nunca si el perro ladra para que lo hagas, es una de las claves. "Otro truco es hacer que busque el objeto por medio del olfato, no ocularmente. Eso le excita menos, porque est¨¢n usando su sentido m¨¢s afinado", dice R¨ªos. "Pero, ante todo, que el due?o decida en qu¨¦ momento termina el juego, sin necesidad de esconder la pelota o el palo. As¨ª el perro aprende a desconectar", a?ade Ant¨®n.
4. Abrazarle
?Sorprendidos? Pues as¨ª es: cuando abrazas a tu perro y le achuchas, le est¨¢s quitando su espacio. Y eso no le gusta. ?Te has fijado en que siempre suele tensar los m¨²sculos, que se queda r¨ªgido, en la misma postura? Eso es porque te quiere y est¨¢ dispuesto a aguantar lo que sea. Incluso que le abraces. Stanley Coren, del departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de British Columbia, hizo un estudio al respecto. Y sac¨® algunas pautas para percibir si a un perro le molesta o le crea ansiedad que le abracen: algunas de ellas son que giren la cabeza, que baje las orejas o que desv¨ªe los ojos hacia afuera. Despu¨¦s de analizar 250 fotograf¨ªas de abrazos perrunos, el equipo de investigaci¨®n de Coren lleg¨® a la siguiente conclusi¨®n: el 82 % de los canes mostraron signos de ansiedad o malestar cuando les abrazaban.
5. Premiarle... demasiado
"Los premios comestibles, como huesos o galletitas, son una herramienta de aprendizaje motivadora, que pueden ayudarle a relajarse y a estar m¨¢s pendiente de nosotros", afirma la et¨®loga Karen Overall, experta en comportamiento canino. Los educadores de Voran, sin embargo, advierten del riesgo de sobrepremiarlos: "Pueden volverse ego¨ªstas, y dejar de hacer algo que antes realizaban por s¨ª mismos, sencillamente porque no hay premio. Y cuando no lo hay, porque no siempre lo puede haber, eso a la larga les crea frustraci¨®n y ansiedad". Ant¨®n se suma al debate: "Usar recompensas sociales como caricias o halagos, o jugar con ¨¦l, podr¨¢ llevar m¨¢s tiempo en su educaci¨®n, pero facilita la asimilaci¨®n a largo plazo de la nueva conducta ya que estar¨¢ cimentada en funciones del perro basadas en la cooperaci¨®n, no en recibir algo material a cambio".
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