La paradoja que va de Manhattan a Lavapi¨¦s
Qu¨¦ puede hacerse cuando la modernizaci¨®n de algunos barrios termina por expulsar a sus antiguos moradores
Hay fen¨®menos globales que son iguales en todas partes. Uno de ellos es la gentrificaci¨®n de las ciudades. Este neologismo ingl¨¦s tiene mucha miga porque designa una de las paradojas del urbanismo moderno y es capaz de hermanar lugares tan diferentes como el Lower East Side de Manhattan, El Raval o Lavapi¨¦s. ?Qu¨¦ tienen en com¨²n ese barrio de Nueva York, el antiguo barrio chino de Barcelona o el popular barrio de Madrid? Que cuanto m¨¢s se invierte en ellos, m¨¢s expulsan. Que cuanto m¨¢s mejoran las condiciones de vida, m¨¢s atractivos resultan para inversores y especuladores, lo que provoca un aumento del precio de las viviendas que acaba expulsando a sus antiguos moradores.
Los vecinos de Lavapi¨¦s se han movilizado esta semana para llamar la atenci¨®n sobre una realidad que poco a poco va cambiando el paisaje y el paisanaje de su barrio. Temen que se convierta en un lugar para ser visitado, m¨¢s que para ser vivido. Han convocado una manifestaci¨®n contra la progresiva invasi¨®n del barrio por los turistas, esos seres que arrastran una maleta de ruedas, pasan dos noches y se van. Los de Lavapi¨¦s defienden su barrio, pero tambi¨¦n ellos, como todos, cuando visitan como turistas Roma o Par¨ªs, contribuyen a la gentrificaci¨®n de sus barrios. Pero esa es otra parte de la paradoja.
La Barceloneta, barrio mar¨ªtimo de Barcelona, es un ejemplo de manual de un proceso como el que describen el soci¨®logo Daniel Sorando y el urbanista ?lvaro Ardura en su libro First we take Manhattan: se vende ciudad. Era un barrio popular y pobre. El piso tipo eran los llamados quarts de casa, la cuarta parte de una planta, 28 metros en total. Ahora, esos 28 metros se pagan a precio de oro porque siempre hay un turista dispuesto a pagar extra por un lugar con encanto. Las estrecheces, cuando son elegidas y transitorias, se soportan muy bien.
El proceso suele iniciarse con inversiones p¨²blicas. La inversi¨®n privada solo va cuando ve perspectivas de revalorizaci¨®n. Algunos de estos barrios forman el n¨²cleo antiguo de las ciudades. Otros son espacios industriales en transformaci¨®n. Primero llegan los artistas y convierten las naves en lofts. Luego llegan los fondos de inversi¨®n, y los transforman de nuevo en pisos de lujo. El comercio tradicional da paso a peque?as tiendas y negocios con valor a?adido, hasta que llegan las franquicias y los expulsan. As¨ª se van homogeneizando las ciudades y, en ese proceso de transformaci¨®n, las nuevas generaciones nacidas en el barrio tienen que irse a otra parte porque no pueden afrontar el aumento de precios.
Las soluciones no son f¨¢ciles. Todas las ciudades quieren y necesitan mejorar. El turismo es adem¨¢s una fuente de riqueza y trabajo. Se han ensayado diferentes f¨®rmulas. Par¨ªs y Berl¨ªn han puesto topes a las subidas de alquileres. Barcelona ha puesto l¨ªmites al turismo. Vivienda social, protecci¨®n del comercio local, pero ninguna por s¨ª sola es capaz de frenar el proceso. Habr¨¢ que seguir explorando una forma de invertir en los barrios que asegure realmente mejoras para sus habitantes.
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