El hombre que dirige la, seguramente, mejor agencia de fotos del mundo
Martin Parr se form¨® como fot¨®grafo en un parque de atracciones y ha terminado presidiendo la agencia Magnum
Hace un par de veranos, una amiga fue al Caribe y colg¨® una foto en Instagram. La imagen ligeramente grotesca de una chica en la playa, rodeada de m¨¢s cuerpos perjudicados, semidesnudos y felices consigui¨® muchos likes y una decena de comentarios similares: ¡°?Muy Martin Parr!¡±, ¡°Vaya Martin Parr¡±. Eso de convertirse en un adjetivo le pasa a no m¨¢s de cinco fot¨®grafos vivos en el mundo, le decimos al aut¨¦ntico Martin Parr (Epsom, Reino Unido, 1952). ¡°Quiz¨¢ a algunos m¨¢s. Es muy halagador. La verdad es que no siento la necesidad de huir de mi estilo. Tengo muy claro cu¨¢l es mi tema y cu¨¢l es mi estilo y sigo trabajando en esa l¨ªnea¡±, explica.
El fot¨®grafo, coleccionista incansable, comisario y presidente de la agencia Magnum desde 2014, se gan¨® esa fama de revelador de lo s¨®rdido que puede ser el ocio de las clases medias durante los ochenta, cuando retrat¨® a los envalentonados por el thatcherismo. Su fascinaci¨®n ven¨ªa de cuando de adolescente trabaj¨® como fot¨®grafo en un Butlins (populares y poco sugerentes centros vacacionales brit¨¢nicos), con su estampa tan¡ Martin Parr.
Est¨¢ en Barcelona, en las flamantes nuevas instalaciones de la galer¨ªa Foto Colectania, para dar una charla y exponer 57 ejemplares de su colecci¨®n de m¨¢s de 13.000 libros de fotograf¨ªa en la muestra Fen¨®meno Fotolibro, que tambi¨¦n se extiende al CCCB. Se dice incapaz de citar sus tomos preferidos pero s¨ª recuerda el primero que compr¨®, The Americans, de Robert Frank.
¡°En el a?o 71 o 72, cuando estudiaba en Manchester¡±. Entonces tambi¨¦n le impactaron Garry Winogrand y Tony Ray Jones, otro brit¨¢nico que, como ¨¦l, aplic¨® una mirada socarrona a sus cong¨¦neres. Como ellos, disparaba en blanco y negro. Hasta que se top¨® con el trabajo de Stephen Shore o William Eggleston a principios de los ochenta y se pas¨® al color. ¡°Entonces era m¨¢s f¨¢cil encontrar una voz propia trabajando en color, era la excepci¨®n en la fotograf¨ªa documental¡±, dice.
"Si hago fotos en una playa o en un supermercado resulta pol¨¦mico. Si se hace lo mismo en una hambruna o en una guerra, no. Para m¨ª, la moralidad y la ¨¦tica que hay detr¨¢s de ese tipo de foto es igual de cuestionable, si no m¨¢s¡±
Cuando fotografi¨® Barcelona en 2014, su plan era el mismo que el de un crucerista con 12 horas para ver la ciudad: parque G¨¹ell, Sagrada Familia, Ramblas. ¡°El clich¨¦ es un buen lugar para empezar. Encuentro confort en el clich¨¦. Lo busco y a partir de ah¨ª trato de subvertirlo. Ese parque, por ejemplo. Miras las fotos en la gu¨ªa y parece una cosa, pero luego llegas y est¨¢ tomado por las masas. El drag¨®n de la entrada tiene 12 ni?os encima. Es probable que te roben la cartera. En tu cabeza hay una idea, pero la realidad es distinta y la fotograf¨ªa es perfecta para mostrar esa disonancia. Hacer turismo es muy duro¡±.
Le han acusado de mirar con esnobismo y por encima del hombro a esos veraneantes a los que retrata con sus bronceados color Trump y sus chanclas del todo a 100. Cuando expuso su serie The last resort, tomada en la zona costera de New Brighton, cerca de Liverpool, el cr¨ªtico de arte David Lee escribi¨® que la clase obrera aparec¨ªa en sus fotos ¡°gorda, simple, sin estilo, tediosamente conformista e incapaz de ninguna individualidad, una diversi¨®n para una audiencia m¨¢s sofisticada¡±.
Y el artista y escritor Robert Morris habl¨® del mundo ¡°claustrof¨®bico y pesadillesco en el que la gente yace con bolsas de patatas fritas en la rodilla, nada en piscinas contaminadas y mira a un horizonte de destrucci¨®n urbana¡±. Algunos socios de Magnum adujeron estos motivos para rechazar su candidatura en 1994. ¡°Entr¨¦ con un 66 % de los votos, que en pol¨ªtica se considera un paseo. Algunos fotorreporteros de la vieja guardia estaban en contra, pero esa tensi¨®n entre artistas y reporteros siempre ha estado ah¨ª, desde Robert Capa y Cartier Bresson. Si yo hago fotos en una playa o en un supermercado se considera pol¨¦mico. En cambio, si se hace lo mismo en una hambruna o en una guerra, no. Para m¨ª, la moralidad y la ¨¦tica que hay detr¨¢s de ese tipo de fotograf¨ªa es igual de cuestionable, si no m¨¢s¡±.
Dicho esto, un caf¨¦ de m¨¢quina se derrama sobre la mesa. Un riachuelo oscuro amenaza los lujosos fotolibros. Salvado el peligro, Parr pide una c¨¢mara. ¡°?Esta es una gran foto!¡±. Vaso de pl¨¢stico, azucarillo empapado, unas gafas de sol, lo que se dice un Martin Parr.
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