1.500
Iba por la calle contando personas y me asombr¨® la cantidad de gente extra?a que hay en el mundo
Iba por la calle, contando las personas con las que me cruzaba, y me asombr¨® la cantidad de gente extra?a que hay en el mundo, cada una a lo suyo, todas iguales y todas diferentes. Una, dos, tres cuatro. Llegu¨¦ a quinientas y lo dej¨¦. Hombres, mujeres, ni?os¡, a ninguno conoc¨ªa y ninguno me conoc¨ªa a m¨ª. Pens¨¦ en lo que llevaban en los bolsillos: unas monedas, unos pa?uelos de papel, las llaves de casa, la cartera con la documentaci¨®n, las tarjetas de cr¨¦dito¡ Luego calcul¨¦ lo que llevaban en la cabeza: preocupaciones. El hijo que no encuentra trabajo, el padre amenazado por una desregulaci¨®n, el abuelo con Alzheimer¡ Me dio la impresi¨®n de pasear entre gente preocupada, incluso angustiada. De s¨²bito, empec¨¦ a ver el miedo en sus rostros con la facilidad con la que se descubre la menesterosidad en el calzado.
Para aliviar el desasosiego, volv¨ª a contar. Quinientas una, quinientas dos, quinientas tres¡ En esto pas¨¦ por delante de un escaparate donde apareci¨® mi reflejo y lo cont¨¦ tambi¨¦n, quinientas cuatro¡ Solo un poco despu¨¦s advert¨ª que aquel al que hab¨ªa tomado por otro era yo. Era yo y llevaba el p¨¢nico dibujado en la mirada. Me detuve, respirando de forma irregular, y volv¨ª sobre mis pasos para observarme otra vez como a un extra?o. Pero en esta ocasi¨®n me reconoc¨ª y disimul¨¦ el miedo. Logr¨¦ verme como un tipo normal que va por la calle con las llaves de casa en el bolsillo.
Continu¨¦ mi camino sin dejar de contar, y en esto me tropec¨¦ con un conocido que hizo como que no me ve¨ªa. Decid¨ª no contarlo. Cuando llegu¨¦ a casa, llevaba contadas mil cuatrocientas cincuenta y cuatro personas, un n¨²mero idiota, as¨ª que di a¨²n un par de vueltas para llegar a las mil quinientas, no fuera a suceder una desgracia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.