Decido ver ¡®Mujeres, hombres y viceversa¡¯ alarmado: ni?os de 13 a?os hacen pellas para verlo
El programa cuenta con una audiencia fiel especialmente entre los j¨®venes de entre 13 y 24 a?os

Hace unos d¨ªas, una amiga me contaba angustiada que hab¨ªa recibido una llamada del colegio porque su hija, de 13 a?os, llevaba un par de d¨ªas sin ir a clase. Despu¨¦s de imaginarse todo tipo de calamidades en los que pod¨ªa estar metida, descubri¨® que lo que hac¨ªa era quedar con sus amigas (tambi¨¦n de la misma edad y tambi¨¦n salt¨¢ndose el colegio), de lunes a viernes a las 12.45 horas, para ver Mujeres y hombres y viceversa. Mi amiga no sab¨ªa si respirar aliviada o preocuparse a¨²n m¨¢s. Yo tampoco.
As¨ª que decid¨ª dedicar 69 minutos de mi vida a ver un programa que va a hacer nueve a?os en antena y que cuenta con un 11 % de audiencia total (unas 700.000 personas) de todas las personas que est¨¢n viendo la televisi¨®n a esa hora. Ojo: de toda la audiencia del programa (que recuerden, se emite a las 12.45 h.), el 30 % son espectadores de entre 13 y 24 a?os. All¨¢ vamos...
Los est¨ªmulos visuales son abrumadores: est¨¢n pasando muchas cosas a la vez. Todo brilla, todo es hist¨¦rico
Lo primero que llama la atenci¨®n es que estamos ante un melodrama. Todas las emociones est¨¢n a flor de piel (la ropa tambi¨¦n), y ver cinco minutos implica no solo entender autom¨¢ticamente la din¨¢mica, sino no poder apartar la mirada de la pantalla. Los est¨ªmulos visuales son abrumadores: est¨¢n pasando muchas cosas a la vez. Todo brilla, todo es hist¨¦rico.
Yo vi un solo episodio, el 2.215, en el que dos tronistas (los reconocer¨¢s porque est¨¢n sentados en sendos tronos, y adem¨¢s tienen nombres de tronista: Fabio y Yera) comentan las citas que han tenido la noche anterior con algunas de sus pretendientas. De eso trata Mujeres y hombres y viceversa, pero a lo largo de los 69 (esta cifra no puede ser casualidad) minutos que dura el programa caben giros de guion, flashbacks, villan¨ªas, traiciones, v¨ªctimas y opiniones. Much¨ªsimas opiniones.
Lo que queda claro desde el principio es que el universo del programa alberga sus propias reglas. No es el mundo real. Se le parece, pero no lo es. Nadie lleva calcetines, todo el mundo tiene los dientes asombrosamente blancos y el p¨²blico va vestido, tambi¨¦n, de tronista. Quiz¨¢ porque alg¨²n d¨ªa lo ser¨¢n. El vocabulario es como un idioma propio: expresiones como "ha surgido la chispa", "hemos tenido feeling" o "no tengo un prototipo" se repiten tanto que casi dejan de tener sentido. Hasta las unidades de medida son distintas: "?pasasteis media noche juntos? Eso equivale a cuatro citas", aclara la presentadora Emma Garc¨ªa. En este universo, nada significa lo mismo que en el mundo real. Especialmente la clase.
El asesor Rafa Mora divide a las pretendientas entre "las chicas finas, con clase" y "las garrulillas"
La elegancia y la finura son ideales que parecen preocupar mucho. Cuando Estela llama "choni" a Valeria, esta se limita a responder: "M¨¢s quisiera ella tener la clase que tengo yo" (sin mirarle a la cara en ning¨²n momento). El asesor Rafa Mora divide a las pretendientas entre "las chicas finas, con clase" y "las garrulillas", y sus valoraciones muestran mucha conciencia de jerarqu¨ªa: "Ella tiene otro nivel", "es que no est¨¢ en su liga". E incluso habla de niveles para desmontar una mentira de Fabio: "?Que solo estuviste de risitas con una chica de este nivel? No me lo creo". De eso depende el programa, en realidad, de que te creas o no lo que est¨¢s viendo.
Las citas entre los tronistas y las pretendientas son esenciales para la estructura del programa (cita + comentario de la jugada), pero resultan narrativamente vac¨ªas. No hablan de absolutamente nada. Sus di¨¢logos ni siquiera cualifican como conversaciones. B¨¢sicamente comentan lo guapos que est¨¢n ("est¨¢s muy guapa", "t¨² tambi¨¦n est¨¢s muy guapo", "?ah s¨ª?", "s¨ª"), y juguetean a especular con lo nerviosos que se ponen el uno al otro. "?Qu¨¦ fue lo que te llam¨® la atenci¨®n de m¨ª?", "te intimido, ?verdad?", "no me sostienes la mirada", "est¨¢s tontito", "no, tontita est¨¢s t¨²". Esas citas son como una pel¨ªcula porno que nunca llega. Y, sin embargo, en el plat¨® son capaces de comentarlas durante todo el tiempo que haga falta.
Si las toallitas autobronceadoras son el material con el que se fabrican los sue?os en este universo, la guerra de sexos es su ADN. Los roles est¨¢n minuciosamente asignados: ellos son unos canallas ("es que me gustan todas", es la conclusi¨®n a la que llegan tanto Fabio como Yera), y ellas se odian entre s¨ª. Incluso cuando est¨¢n un par de minutos sin insultarse, los asesores y la propia Emma Garc¨ªa les azuzan como dispar¨¢ndoles a los pies para que bailen: "Hijas, est¨¢is dormidas", "pues vaya aburrimiento"... Hasta Emma Garc¨ªa detona a una de las pretendientas cuando le pide: "Valeria, por favor, ?explota ya!".

No hay tiempo que perder. Cuando las dos rubias confiesan haberse hecho amigas, las tres morenas entran en c¨®lera y las lapidan durante nueve minutos. Morenas contra rubias, un sue?o hecho realidad para cualquier hombre nacido en el siglo XVI.
Lo reconfortante (m¨¢s o menos) es que el programa es profundamente honesto en sus intenciones. Nadie dice la palabra machista, porque no hace ninguna falta: atufa el ambiente desde el primer minuto. Yera (recuerden: es un nombre de chico) aclara que "no me gusta nada que se hagan amigas entre ellas", para a continuaci¨®n pedirles que se pongan de pie y, una a una, comunicarles que contin¨²an en la carrera por su coraz¨®n con una sencilla palabra: "Si¨¦ntate". Se las queda a todas, y no puedo decir que me sorprenda, si ya ha dicho antes que le gustan todas.
Pero la atracci¨®n no solo depende del feeling, tambi¨¦n de la iluminaci¨®n. Cuando Rafa Mora le pregunta a Yera si se acercar¨ªa a una de las chicas en la vida real, el tronista matiza: "?De noche o de d¨ªa?". Hay que detenerse en la presentadora, Emma Garc¨ªa. Cuando bautiz¨® el plat¨® de aquel primer programa en Telecinco como "el saloncito", no era una forma de hablar.
Emma Garc¨ªa se comporta como si estuviera en su casa. Ella, como en A tu lado o El juego de tu vida, tiene permanentemente cara de no aguantar ni media tonter¨ªa, con cierta expresi¨®n de "podr¨ªa juzgarte, pero no voy a hacerlo". Ella est¨¢ por encima de eso. Ella solo quiere ver el mundo arder. Y cuando se levanta de su taburete, es que alguien est¨¢ realmente mal. Hay dos tronos en ese plat¨®, pero solo una reina.

Todo finaliza con un cliffhanger, un gancho para el siguiente programa. Paula, ultrajada por la confesi¨®n de Fabio de que se dio "unos besos con Chaxi" (no s¨¦ lo que significa en este plat¨® esa expresi¨®n, pero sospecho que no lo que yo entiendo por darse unos besos), amenaza con abandonar el programa. Fin.
Autom¨¢ticamente, el reproductor me lleva a la web del programa, donde soy bombardeado con m¨¢s est¨ªmulos de los que mi (ahora exhausto) cerebro puede procesar: "Fabio y Ariana se besan durante su segunda cita en un jacuzzi", "las l¨¢grimas de Rafa Mora", "Rym le dice a Alberto que no le gusta su actitud de chulo". Claramente voy con Rym. ?Pero qui¨¦n demonios es Rym? ?Qu¨¦ clase de nombre es Rym? Solo hay una forma de averiguarlo: d¨¢ndole al play. Pero me contengo. Mejor lo dejo.
No, definitivamente, este programa no puede ayudar a la formaci¨®n de un ni?o de 13 a?os. Llamo a mi amiga y le digo que quiz¨¢ deba preocuparse...
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