Pinturas

En lugar de dedicarse a legislar, los diputados auton¨®micos canarios se han enredado estos d¨ªas en una discusi¨®n sobre si hay que retirar o no los dos lienzos que presiden el sal¨®n de sesiones del Parlamento y que algunos consideran humillantes para ellos por cuanto representan dos escenas de la conquista de las islas Canarias por los castellanos; en concreto, la entrega a estos de una princesa guanche, se supone que como bot¨ªn de guerra, y una imagen que remeda a las de Col¨®n al pisar Am¨¦rica, con un grupo de soldados y de frailes alzando en tierra una enorme cruz, s¨ªmbolo de su victoria sobre la cultura ind¨ªgena. La pol¨¦mica ha cobrado tal fuerza que incluso ha saltado a la Pen¨ªnsula, donde se supone vivimos los descendientes de aquellos conquistadores.

Lo primero que se me ocurre es citar a quien quiera que fuera (la an¨¦cdota la he o¨ªdo atribuida a varias personas) el que en alg¨²n lugar de la Am¨¦rica hispana, acusado en su condici¨®n de espa?ol del exterminio de los indios y de todas las barbaridades que nuestros compatriotas hicieron all¨ª en el nombre de Dios y de la codicia propia, respondi¨® que estaba de acuerdo con la acusaci¨®n pero que de ning¨²n modo pod¨ªa sentirse aludido, puesto que hab¨ªa nacido en Espa?a, prueba evidente de que sus antepasados no hab¨ªan participado en aquellos hechos, cosa que no pod¨ªa decir de los suyos su acusador, pero me parece un recurso f¨¢cil. Se?alar que los que se ofenden por los lienzos del Parlamento canario (que, por cierto, pint¨® un isle?o, el palmero Manuel Gonz¨¢lez M¨¦ndez, no un peninsular) se apellidan Olarte, Cabrera, Santana, etc¨¦tera, es algo tan obvio que yo no me atrevo a hacerlo. S¨ª a subrayar la peligrosidad de sus argumentos, que, extendidos al com¨²n de la pintura, obligar¨ªan a cerrar los principales museos de este pa¨ªs, llenos de escenas de ejecuciones, martirios, guerras, fusilamientos y bombardeos como el de Guernica, cuyo 80? aniversario se est¨¢ celebrando ahora. Y lo mismo ocurrir¨ªa con la historia, ese cat¨¢logo de barbaridades que habr¨ªa que retirar del conocimiento p¨²blico para no ofender. La alternativa que alguien propone de cubrir los lienzos con telas mientras los diputados celebran sus reuniones, aunque a priori pueda parecer sensata, no deja de ser una broma m¨¢s, pues, si se acepta, tendr¨ªa que extenderse a todos los rincones de las islas en los que haya cuadros que representen escenas de la conquista o de cualquier otro acontecimiento que los nacionalistas canarios consideren humillantes para ellos. Con todos mis respetos, yo les sugiero que, en lugar de quitar o tapar los lienzos, llamen a la restauradora de Borja y le pidan que se los arregle un poco.