Intrascendente gesto militar de Trump

Puede parecer lo contrario, pero el primer ataque directo de Washington contra el r¨¦gimen sirio es cualquier cosa menos determinante. Trump ha optado por una respuesta militar insustancial, con la clara idea de evitar que su intrascendente gesto active una espiral que le lleve a una indeseada implicaci¨®n de mayor alcance. En esencia, se ha limitado a enviar un mensaje a su propia poblaci¨®n (simplemente hab¨ªa que hacer algo), a Bachar el Asad (el uso de armas qu¨ªmicas tiene consecuencias) y a Mosc¨² (aceptando la apuesta putinista por la tensi¨®n bilateral, pero sin cuestionar el inter¨¦s mutuo de eliminar a Daesh).

Todo eso se deduce del hecho de que el ataque se haya limitado estrictamente a una base a¨¦rea- dificultando su funcionamiento, pero sin tocar instalaciones de mando y control del sistema militar sirio- y con misiles Tomahawk lanzados desde dos buques ubicados en el Mediterr¨¢neo oriental- sin arriesgarse a una acci¨®n a¨¦rea que estar¨ªa expuesta a la defensa antia¨¦rea siria y a un potencial encontronazo con efectivos rusos. La renuncia a emplear a los casi 1.000 efectivos que tiene desplegados en el terreno- ocupados en asesorar a los grupos kurdos sirios que preparan el asalto a Raqa y en realizar acciones muy selectivas contra Daesh- y la decisi¨®n de no a?adir a ese puntual bombardeo la destrucci¨®n del sistema de defensa antia¨¦rea, mando y control hace pensar que el ataque a Shayrat no supondr¨¢ un antes y un despu¨¦s.

Y esto es as¨ª porque, como ya es bien visible, ni Washington quiere implicarse directamente en masa en un escenario tan complejo, ni hay intenci¨®n alguna de derribar a un r¨¦gimen que hace tiempo es visto como un mal menor.

Trump ha optado por una respuesta militar insustancial, se ha limitado a enviar un mensaje a su propia poblaci¨®n, a Bachar el Asad y a Mosc¨²

Con un golpe de este tipo Trump calcula que, m¨¢s all¨¢ de las consabidas declaraciones de condena y de las amenazas de represalia, ninguno de los afectados tiene voluntad para enfrentarse directamente con la maquinaria militar estadounidense. No la tiene Asad que, sin necesidad militar de emplear armas qu¨ªmicas para lograr sus objetivos (lo que inevitablemente genera dudas sobre la autor¨ªa de la masacre del pasado d¨ªa 6), ve como el tiempo corre abiertamente a su favor. Para Damasco sumar a Washington como enemigo directo en el campo de batalla, cuando con sus propias fuerzas y los apoyos externos que acumula est¨¢ desequilibrando la balanza a su favor, ser¨ªa un garrafal error. Y lo mismo cabe suponer de Mosc¨², para el que Siria no es m¨¢s que un instrumento ¨²til para consolidarse como interlocutor global imprescindible y para negociar con Washington en otros terrenos (Ucrania).

En definitiva, si la irracionalidad no acaba imponi¨¦ndose, lo ocurrido quedar¨¢ reducido desgraciadamente a una tr¨¢gica an¨¦cdota que apenas har¨¢ variar el rumbo del conflicto.

Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH)