Perdidos
Nuestras hablas y formas siguen conviviendo con lo anglo como agua y aceite
La frase m¨¢s citada del poeta Robert Frost es: ¡°La poes¨ªa es lo que se pierde en la traducci¨®n¡±. Pero si el Sr. Frost hubiera vivido en Harlem (por ejemplo), y no en una granja de New Hampshire, su frase m¨¢s citada ser¨ªa: ¡°Los hispanos en Estados Unidos son lo que se perdi¨® en traducci¨®n¡±.
Sin duda, los hispanos aqu¨ª estamos perdidos entre traducciones. A pesar de los siglos de historia compartida, y por m¨¢s pocho, chicano, spic, cholo, pachuco, mojado o boricua, las corrientes de nuestras hablas y formas siguen conviviendo con lo anglo como agua y aceite.
El otro d¨ªa, estaba yo en un pueblo algo terror¨ªfico de Pensilvania: todos g¨¹eros, grandotes, con derecho constitucional a portar armas de fuego. Estaba en un restor¨¢n, en una sobremesa lenta (descafeinado, pastelitos), cuando alguien pregunt¨® sobre los or¨ªgenes de los comensales, y una joven dijo que su ciudad natal ¡ªScranton, Pensilvania¡ª era conocida como ¡°el sobaco de los Estados Unidos¡±. Todos se rieron e hicieron una u otra mueca desaprobatoria. A m¨ª se me qued¨® flotando la imagen del sobaco, tan er¨®tica. Dije: qu¨¦ rico.
Pens¨¦ que nom¨¢s lo hab¨ªa pensado. ?Pero lo hab¨ªa dicho en voz alta! (Y a¨²n a trav¨¦s de la sordina pol¨ªticamente correctora del ingl¨¦s, mi comentario hab¨ªa sonado demasiado carnal, peludo y salado para ser aceptable en una mesa de Pensilvania). Me arrepent¨ª, segura de que hab¨ªa lanzado una bomba de silencio al centro de la mesa. Pero no. Hab¨ªa estado tan fuera de tono mi comentario, que nadie ni acus¨® recibo. Fui intraducible. La se?ora en capotavola me flashe¨® una sonrisa pr¨ªstina, y luego dijo, meneando la cabeza como si rega?ara a un perrito: ¡°S¨ª, ya s¨¦. Estos pastelitos, tan ricos. Son mi pecado. Sobre todo los de pistache¡±.
Los hispanos en Los United estamos perdidos en la traducci¨®n ¡ªperdidos entre el sobaco y el pistache de las sobremesas¡ª. La pregunta que me obsesiona es ?desde cu¨¢ndo? Llevo a?os leyendo, tratando de juntar las piezas y armar el rompecabezas: los naufragios de Cabeza de Vaca, el Batall¨®n de San Patricio, las cr¨®nicas de Jos¨¦ Mart¨ª, el a?o 1898, los poemas de Lorca y Owen del Harlem de 1920, Bah¨ªa de Cochinos, C¨¦sar Ch¨¢vez, los ensayos brillantes de Gloria Anzald¨²a. ?En qu¨¦ momento se abri¨® la brecha de nuestra intraducibilidad?
Sospecho que la brecha no la abrimos nosotros ¡ªlos de sobacos ricos¡ª sino los que creen que el pastel de pistache es pecado.
Dear Mr. Frost: escuche, desde su tumba, a Hector Lavoe (y de paso la ¨²ltima de Kendrick Lamar) y busque un bello sobaco, y luego denos una nueva sentencia sobre lo que se pierde y se gana en la traducci¨®n.
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