De la tumba
El Valle de los Ca¨ªdos sigue siendo el s¨ªmbolo de la divisi¨®n ideol¨®gica de los espa?oles
Realmente la Transici¨®n no terminar¨¢ mientras los huesos de Franco y los de Jos¨¦ Antonio permanezcan en ese pante¨®n fara¨®nico, pretencioso y macabro del Valle de los Ca¨ªdos. Un chiste anodino pronunciado en un programa de televisi¨®n sobre la enorme cruz hortera de Cuelgamuros ha levantado una est¨²pida polvareda en los medios y ha movido los posos de la justicia, lo que demuestra que ese monumento funerario, aunque lleno de goteras, est¨¢ cargado todav¨ªa de una energ¨ªa mal¨¦fica y sigue siendo el s¨ªmbolo de la divisi¨®n ideol¨®gica de los espa?oles. Gran parte de la derecha lo tiene como recuerdo sagrado; la izquierda lo odia profundamente por su cruel significado de la tragedia colectiva de la Guerra Civil y las nuevas generaciones, que no conocieron al tirano ni saben c¨®mo se las gastaba, comienzan a tomarlo como objeto de chanza y escarnio solo porque mola jugar a zaherirlo y a este paso acabar¨¢ convertido en una putrefacta ruina hist¨®rica a merced de todas las bestialidades propias del estercolero de las redes sociales. Los socialistas durante sus Gobiernos con mayor¨ªa absoluta no tuvieron el coraje de levantar los huesos del dictador para entregarlos a la familia, pero ese deber corresponde cumplirlo a la derecha porque solo as¨ª las heridas de la guerra quedar¨ªan en verdad cicatrizadas. El dictador tiene bien merecida una sepultura privada, esta vez realmente cristiana, para que duerma el eterno olvido lejos de esa cruz que no es sino una proyecci¨®n de su impotencia, una forma ostentosa del complejo de castraci¨®n, seg¨²n algunos psicoanalistas. Hoy es la fiesta de la resurrecci¨®n. La primera lecci¨®n que uno debe aprender de este d¨ªa es a salir del propio sepulcro, aunque cada uno resucita como puede. Algunos lo hacen discretamente de madrugada sin que se entere nadie. As¨ª deber¨ªa sacar la derecha a Franco de la tumba.
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