Gabo y la elecci¨®n de Mitterrand
Garc¨ªa M¨¢rquez ayud¨® al candidato socialista a encontrar nuevos recursos para su campa?a presidencial
En este mes de abril coinciden las elecciones en Francia con el tercer aniversario de la muerte de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y este hecho me trae a la memoria algo que vivimos con Gabo en relaci¨®n al triunfo electoral de Fran?ois Mitterrand en mayo de 1981. Para entonces me encontraba en Panam¨¢ cobijado por Omar Torrijos quien me hab¨ªa invitado en la emergencia a hacer de su pa¨ªs ¡°una tierra de refugio y de combate¡±. Una ma?ana de esas llamaron a la puerta del piso que alquilaba en el edificio San Gabriel, esquina calle 50. Asom¨¦ la mirada al ojo de pez y para sorpresa m¨ªa vi al otro lado el rostro de Gabo.
Nos hab¨ªamos conocido unos a?os antes cuando en enero de 1975 ¨¦l formaba parte del Tribunal Russell reunido en Bruselas para juzgar los cr¨ªmenes de las dictaduras en Am¨¦rica Latina y yo ven¨ªa fugado de la prisi¨®n en Bolivia, convocado como testigo de cargo. En los ¨²ltimos meses nos encontramos dos o tres veces como emergencia de la dolorosa transici¨®n democr¨¢tica boliviana que me oblig¨® a curar en el exterior las quemaduras sufridas en el atentado de aviaci¨®n, del que Gabo escribir¨ªa meses despu¨¦s una de sus cr¨®nicas, e iniciar una campa?a internacional de informaci¨®n sobre la naturaleza de la dictadura que ven¨ªa de instalarse en Bolivia el 17 de julio de 1980, a fin de impedir su reconocimiento.
En realidad Gabo escribe la cr¨®nica con la imaginaci¨®n period¨ªstica impactada por el hecho de que al atentado ocurrido en Bolivia en plena tercera campa?a electoral consecutiva el 2 de junio de 1980, del que soy ¨²nico sobreviviente ¡ªvuelo al que en el ¨²ltimo instante no sube el candidato presidencial Hern¨¢n Siles Suazo¡ª, le suceden en el lapso de un a?o otros ¡°accidentes¡± de aviaci¨®n extra?amente ligados a procesos y personajes pol¨ªticos de avanzada en la regi¨®n. As¨ª, Jaime Rold¨®s se estrella en el avi¨®n presidencial en la serran¨ªa de Huayrapungo en Loja el 24 de mayo de 1981. D¨ªas despu¨¦s, el 5 de junio, el general Rafael Hoyos Rubio s¨ªmbolo y promesa del proceso militar progresista del Per¨² encabezado por Juan Velasco Alvarado desaparece en un helic¨®ptero mientras realizaba una visita de comando. Finalmente, el general Omar Torrijos muere al estrellarse el avi¨®n de la Guardia Nacional Paname?a cerca de la cordillera Central el 31 de julio del mismo a?o. Gabo entonces ante esa cadena mort¨ªfera de acontecimientos titula con presentimientos ¡°nunca la muerte hab¨ªa sido tan selectiva¡±.
Instalados ya con Gabo en casa comenz¨® ¨¦l a relatar, con la mirada mitad ingenua y mitad socarrona que lo caracterizaba, la situaci¨®n creada en Francia por el balotaje en las elecciones presidenciales entre Giscard y Mitterrand y particularmente la decisi¨®n de Chirac, que dec¨ªa conocer de fuente directa, de hacer las cosas de tal manera que su votaci¨®n de la primera vuelta se volcara al menos en parte hacia el candidato socialista en la segunda. Contra todo pron¨®stico lo menos esperado se hab¨ªa producido, afirmaba con entusiasmo. Para lograrlo el Partido Socialista franc¨¦s hab¨ªa agotado en ello todas sus reservas financieras y por tanto la tarea a contra reloj era encontrar nuevos recursos donde fuere. Ajustando el gesto a?adi¨® que para eso ¨¦l estaba all¨ª. Que el propio Fran?ois Mitterrand se lo hab¨ªa pedido. ¡°Nadie mejor que t¨²¡±, le hab¨ªa dicho. Y sin ocultar su satisfacci¨®n me trasmite que el presidente Jos¨¦ L¨®pez Portillo de M¨¦xico ya lo hab¨ªa hecho. Jaime Rold¨®s del Ecuador tambi¨¦n, y que en el curso del d¨ªa lo har¨ªa el general Omar Torrijos de Panam¨¢.
Bueno saberlo, ?verdad? M¨¢s a¨²n en momentos en los que la democracia vuelve a jugarse complejos desaf¨ªos en Francia, Europa y Latinoam¨¦rica, y en los que una cierta sinergia democr¨¢tica de modalidades diversas contin¨²a interactuando positivamente entre ambos lados del Atl¨¢ntico.
Bueno saberlo tambi¨¦n como tributo a la memoria de nuestro com¨²n amigo Gabo. Bien puede servir esta historia para ajustar un tanto la percepci¨®n de lo que fueron en vida sus opciones pol¨ªticas, que alguna dislexia ubica err¨®neamente en el ¨¢mbito exclusivo de la Revoluci¨®n Cubana y del castrismo. En realidad los posicionamientos de Gabo surg¨ªan dominantemente de una extra?a, original y particular articulaci¨®n personal de lo pol¨ªtico, lo ideol¨®gico, lo ¨¦tico con la realidad percibida a trav¨¦s de su fecund¨ªsima sensibilidad literaria y su apasionada atracci¨®n por la narraci¨®n, el relato, la cr¨®nica, los sucesos, los personajes, la geograf¨ªa humana. Para ¨¦l no hab¨ªa paisaje sin gente ni gente sin paisaje que lleva en la piel, palpa, huele, escucha, presiente. No hay historias sin mitos, sin magia, sin destinos obligatorios como marcas indelebles, inevitables. Las personas de ese mundo eran sus personajes, los espacios los suyos y los acontecimientos sus historias y relatos.
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez se situaba en el campo del progresismo democr¨¢tico desde donde surg¨ªan los procesos y lideratos que le atra¨ªan como partes de una trama literaria. Eran personajes del laberinto inagotable de su relato. Se identificaba con ellos y los hac¨ªa partes de su propia tertulia.
Como caribe?o total y sin retorno, Cuba, por ejemplo, se le aparec¨ªa iluminada como la mayor de las Antillas y en ese mundo cab¨ªa todo lo dem¨¢s, incluido Fidel como una especie de Aureliano Buend¨ªa de mil batallas. Y lo mismo ocurr¨ªa con El Negro Pe?a G¨®mez, dominicano monumental y tierno a la vez. El general Omar Torrijos, imaginativo David criollo y atrevido, en esa suerte de Zanz¨ªbar nuestro que es Panam¨¢. Y Olof Palme, tan lejos y tan cerca, habitante inmaculado de la transparencia n¨®rdica. Sembrador humilde. Generoso. Solidario. Visionario. Y, claro est¨¢, Fran?ois Mitterrand, pol¨ªtico socialista, s¨ª, pero inseparable en Gabo del franc¨¦s elegante e ilustrado, con la literatura a cuestas escondida en el alma y en cuya casa del Barrio Latino parisino conoci¨®. A todos ellos admir¨®, entre otros tantos, a todos quiso como amigos y con todos ellos comparti¨® interminables tertulias.
Tal vez ahora, qui¨¦n lo dir¨ªa, podamos comprender plenamente las razones por las que en la solemne ceremonia de inicios de mandato realizada en el Pante¨®n de Par¨ªs el 21 de mayo de 1981 Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez estaba ah¨ª como invitado de honor a pocos metros del nuevo presidente de Francia.
Jaime Paz Zamora es expresidente de Bolivia.
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