En Washington hay un lector de ¡®El arte de la guerra¡¯
En plena era de la informaci¨®n instant¨¢nea y durante diez d¨ªas EEUU ha ocultado una poderosa flota.
"El arte de la guerra es el arte del enga?o¡±, proclama el libro escrito en torno al siglo IV a. C. por Sun Tzu, legendaria figura cuyas m¨¢ximas sobre estrategia militar se ponen de moda c¨ªclicamente en las escuelas de negocios de Occidente. Grave ocurrencia que explica muchas cosas. Sun Tzu no escrib¨ªa sobre compra de activos financieros ni sobre c¨®mo ascender en el escalaf¨®n laboral y su idea de libre mercado era probablemente inexistente. Luego pueden venir las interpretaciones po¨¦ticas sobre la vida como un conflicto b¨¦lico, el amor como un campo de batalla y el ¨¢mbito laboral como un teatro de operaciones. Vale, pero El arte de la guerra versa precisamente sobre eso: la guerra.
Y en la guerra tan importante como lo que se hace es lo que piensa el enemigo que el rival est¨¢ haciendo y d¨®nde est¨¢. Hay innumerables ejemplos a lo largo de la historia: Gede¨®n al mando de un escasa tropa de 300 hombres ataca de noche armando jaleo con cuernos y antorchas para hacer creer a algunos miles de madianitas que estaba al frente de un gran ej¨¦rcito. Gan¨®. Los troyanos despiertan una ma?ana y descubren que tras a?os de asedio los griegos han levantado el campamento. Su flota no est¨¢ a la vista y han dejado de regalo un gigantesco caballo; el romano Pompeyo en vez de caballos de madera, a veces, dejaba enfermos y tullidos y Rodrigo D¨ªaz de Vivar, el Cid, abandon¨® una solitaria y prometedora tienda de campa?a frente a una fortaleza cerca de Jal¨®n. El truco siempre funcion¨®. Griegos, romanos y cristianos no estaban donde sus enemigos cre¨ªan. Durante la II?Guerra Mundial los aliados encomendaron a 9.000 hombres la misi¨®n de dar vida a un gigantesco cuerpo militar compuesto por miles de tanques y camiones inflables, casas de cart¨®n y maniqu¨ªes ¡ªel llamado Ej¨¦rcito Fantasma¡ª para hacer creer a los nazis que se estaban preparando para cruzar el canal de la Mancha por un determinado lugar. En 1944 aparecieron en playas que no figuraban entre las primeras opciones. Y llegaron a Berl¨ªn.
Un poderoso grupo de combate de la marina de EE?UU encabezado por el portaaviones Carl Vinson no ha estado durante 10 d¨ªas donde todos cre¨ªamos, es decir, frente a Corea del Norte. El Carl Vinson tiene ¨¦l solo m¨¢s aviones de combate que la mayor¨ªa de las fuerzas a¨¦reas del mundo y los buques que les escoltan poseen un arsenal de misiles sobre el que se puede decir lo mismo. De modo que la sola creencia de que se dirig¨ªa a Corea del Norte ha hecho escalar la tensi¨®n. Pero la flota ni estaba all¨ª ni se la esperaba. Navegaba por el ?ndico haciendo maniobras con los australianos y el enga?o solo ha sido descubierto cuando el Departamento de Defensa ha hecho p¨²blica ¡ªseguramente a sabiendas¡ª una foto del portaaviones en Indonesia. Es decir, en la era de la informaci¨®n instant¨¢nea, Washington ha sido capaz de ocultar una poderos¨ªsima fuerza de guerra durante d¨ªas. Un secreto en el que han participado literalmente miles de personas. Trump acaba de incorporar a su diplomacia un elemento t¨¢ctico del combate; el enga?o. Est¨¢ bien, pero alguien en Washington deber¨ªa recordarle de lo que habla Sun Tzu: la guerra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.