El rey, el presidente y el dictador
La anunciada visita, ¡°lo antes posible¡¯, de los reyes Felipe y Letizia a Cuba servir¨¢ para que las m¨¢ximas autoridades espa?olas comprueben que un totalitarismo no se ablanda ni se democratiza, solo cambia de piel
En el palacio de los Capitanes Generales de La Habana hay un trono que espera por su rey. Fue preparado cuando Cuba era a¨²n una colonia espa?ola y nunca se ha sentado un monarca en su imponente estructura. La visita de Felipe VI quiz¨¢s ponga fin a tan prolongada espera, pero la isla necesita m¨¢s que gestos simb¨®licos y protocolares.
El Rey y el presidente del Gobierno espa?ol, Mariano Rajoy, llegar¨¢n al pa¨ªs pocos meses antes de que Ra¨²l Castro abandone el poder. La visita oficial, largamente preparada, tiene todas las trazas de una despedida. Ser¨¢ como el adi¨®s de la Madre Patria a uno de sus descendientes de ultramar. Alguien que comenz¨® como un revolucionario de izquierdas y termin¨® siendo parte de una dinast¨ªa inmovilista.
Los visitantes llegar¨¢n tambi¨¦n en medio del ¡°enfriamiento del deshielo¡± entre Washington y La Habana. Las expectativas que provoc¨® la normalizaci¨®n diplom¨¢tica anunciada el 17 de diciembre de 2014 se han diluido con el paso de los meses ante la ausencia de resultados tangibles. Han pasado m¨¢s de dos a?os y la isla no es un pa¨ªs m¨¢s libre ni logra salir del atolladero econ¨®mico.
Otros art¨ªculos de la autora
Las aerol¨ªneas de Estados Unidos han comenzado a reducir la frecuencia de sus vuelos a Cuba, desanimadas por la baja demanda y las limitaciones de viajar como turistas que se mantienen para los estadounidenses. Castro no ha retirado el 10% del gravamen que mantiene sobre el d¨®lar y conectarse a Internet desde la isla sigue siendo una carrera de obst¨¢culos. Todo eso, y m¨¢s, desestimula a los viajeros del pa¨ªs del Norte.
Las fotos de derrumbes y autos viejos llenan las cuentas de Instagram de los yumas (estadounidenses) que recorren las calles, pero de ruinosos parques tem¨¢ticos se cansan hasta los m¨¢s ingenuos. Cuba ha pasado de moda. Toda la atenci¨®n que capt¨® despu¨¦s del 17-D ha dado paso al aburrimiento y la apat¨ªa, porque la vida no viene acompa?ada de una c¨®moda butaca para soportar esta largu¨ªsima pel¨ªcula donde apenas ocurre algo.
El turismo alcanz¨® el pasado a?o un r¨¦cord hist¨®rico de cuatro millones de visitantes, pero los hoteles deben hacer malabares para mantener estable el surtido de frutas, cervezas y hasta agua. Entre el desabastecimiento y la sequ¨ªa no son raras las im¨¢genes de clientes haciendo largas filas para tomarse una cerveza Cristal o cargando cubos de agua de una piscina para usarla en los ba?os.
Los inversionistas extranjeros tampoco parecen muy entusiasmados por colocar su dinero en la econom¨ªa de un pa¨ªs que todav¨ªa tiene altos ¨ªndices de centralismo y estatizaci¨®n. El puerto de Mariel, salpicado por los esc¨¢ndalos de la compa?¨ªa brasile?a Odebrecht y con una actividad muy por debajo de sus proyecciones iniciales, parece condenado a convertirse en la ¨²ltima obra fara¨®nica e in¨²til del castrismo.
Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca tampoco ha significado el advenimiento de la mano dura contra la plaza de la Revoluci¨®n como profetizaban algunos. Simplemente, el nuevo presidente estadounidense ha evitado mirar hacia la isla y ahora mismo se muestra m¨¢s concentrado en el lejano y peligroso Kim Jong-un que en el cercano y anodino Ra¨²l Castro.
El viaje se produce en medio del ¡°enfriamiento del deshielo¡± entre Washington y La Habana
El Gobierno de La Habana perdi¨® su m¨¢s importante oportunidad al no aprovechar el empuj¨®n de Barack Obama que apenas pidi¨® algo a cambio. En este tiempo ni siquiera se inici¨® la redacci¨®n de la nueva Ley Electoral anunciada en febrero de 2015. ?Fue acaso aquella noticia una maniobra para que la Uni¨®n Europea se decidiera finalmente a derogar la Posici¨®n Com¨²n? ?Fake news que buscaba convencer a incautos y encender los titulares de la prensa extranjera con frases de apertura?
Para colmo, se han elevado los grados de la represi¨®n contra opositores y hace pocos d¨ªas una estudiante de Periodismo fue expulsada de la universidad por pertenecer a un movimiento disidente. Un proceso al m¨¢s puro estilo estalinista le cort¨® el camino para graduarse de esa profesi¨®n que el oficialismo hace d¨¦cadas conden¨® a ser vocera de sus logros y muda ante sus descalabros.
Cuidado. La visita de Felipe y Letizia se inscribe en tiempos de fiascos. Fracasos entre los que se cuenta la recesi¨®n econ¨®mica que atraviesa el pa¨ªs con un producto interior bruto que cerr¨® el pasado a?o en n¨²meros negativos, a pesar del consabido maquillaje que el Gobierno le aplica a todas sus cifras. Chasco tambi¨¦n de la aliada Venezuela que trata de sacudirse a Nicol¨¢s Maduro, cada vez menos presidente y m¨¢s aut¨®crata. La convulsi¨®n en el pa¨ªs sudamericano ha dejado a la isla pr¨¢cticamente sin gasolina premium y con severos recortes de combustible para el sector estatal.
No son momentos para mostrar con orgullo la casa a los visitantes, pero s¨ª una magn¨ªfica ocasi¨®n para que las m¨¢ximas autoridades espa?olas comprueben que un totalitarismo no se ablanda ni se democratiza, solo cambia de piel. La Zarzuela deber¨¢ hilar muy fino para no convertir la visita del jefe de Estado en un espaldarazo a un sistema agonizante. Los Reyes se ver¨¢n rodeados de atenciones oficiales que buscan evitar, fundamentalmente, que se salgan del milim¨¦trico decorado que les preparan desde hace meses. Como una vez se intent¨® durante la visita en 1999 de Juan Carlos de Borb¨®n para participar en una Cumbre Iberoamericana.
La Zarzuela deber¨¢ hilar fino para no convertir la visita del jefe de Estado en un espaldarazo a un sistema agonizante
En aquella ocasi¨®n, y durante una caminata junto a la reina Sof¨ªa por las calles de La Habana Vieja, el oficialismo cort¨® el paso de los vecinos, vaci¨® las aceras de curiosos y obr¨® la magia de convertir uno de los municipios con m¨¢s habitantes por metro cuadrado de toda Cuba en un despoblado escenario por donde caminaba la pareja real.
A sus sucesores, que viajar¨¢n a la isla ¡°lo antes posible¡±, no les vendr¨ªa mal estudiar las maneras con las que Barack Obama logr¨® sacudirse ese asfixiante abrazo en marzo de 2016. El mandatario sali¨® airoso, incluso, del gesto de guerrillero vencedor ¡ªcon pu?os levantados¡ª al que quiso condenarlo Ra¨²l Castro en una instant¨¢nea. En lugar de eso, el inquilino de la Casa Blanca relaj¨® su mano y mir¨® hacia otro lado. Una derrota para la ¨¦pica visual de la Revoluci¨®n.
Rajoy tampoco la tiene f¨¢cil. La prensa oficial no le quiere y lo rodea desde siempre de cr¨ªticas y noticias negativas sobre su partido. No goza de simpat¨ªas entre los c¨ªrculos del poder en La Habana a pesar de haber rebajado los grados de tensi¨®n que alcanzaron un pico durante el mandato de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Pero en la isla viven m¨¢s de 100.000 cubanos nacionalizados espa?oles, a los que tambi¨¦n su Gobierno representa y que son, a fin de cuentas, sus m¨¢s importantes interlocutores.
Felipe VI y Rajoy tienen a su favor que ya no estar¨¢n obligados por el protocolo a hacerse la foto reglamentaria con Fidel Castro en su retiro de convaleciente. El Rey declin¨® en su padre la participaci¨®n en el homenaje por el fallecimiento del expresidente en noviembre pasado en la plaza de la Revoluci¨®n. De esa forma el joven Monarca logr¨® que su nombre y el del Comandante en Jefe no se lean juntos en los libros de historia.
Sin embargo, todav¨ªa le queda por superar la prueba m¨¢s dif¨ªcil. Ese momento en que su visita puede pasar de ser un necesario acercamiento a un pa¨ªs muy familiar culturalmente para transformarse en una concesi¨®n de legitimidad a un r¨¦gimen en decadencia.
Mientras en el Palacio de los Capitanes Generales un trono aguarda por su rey, en la plaza de la Revoluci¨®n una silla espera la partida de su dictador.
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y directora del diario digital 14ymedio.
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