El mal oculto de siete millones de latinos
El chagas en una enfermedad silenciosa y silenciada que puede ser mortal, pero que la mayor¨ªa no sabe que padece
En las casas de millones de bolivianos, las vinchucas eran ¡°como moscas¡±. Anidaban en las paredes de adobe y en los techos de paja y por la noche sal¨ªan en tropel para alimentarse. Son una especie de chinche grande, parecida a un escarabajo, que pica a los mam¨ªferos para beber su sangre. Su mordisco, per se, es inofensivo, pero en buena parte de Latinoam¨¦rica, el insecto porta un par¨¢sito; tras clavar su pico, defeca en la piel de su v¨ªctima que, al rascarse, lo mete en su organismo. Este es el proceso m¨¢s frecuente por el que entre un 10% y un 20% de los habitantes del pa¨ªs padece el mal de Chagas, una enfermedad que afecta a unos siete millones de personas en el mundo.
A M¨¢ximo Salinas le picaban ¡°harto¡± de ni?o. Hoy, con 46 a?os, tiene una cicatriz en el pecho, la prueba visible del marcapasos que le instalaron hace tan solo una semana. El Trypanosoma cruzi, el par¨¢sito que causa el chagas, es silencioso y paciente. Puede esperar d¨¦cadas hasta mostrar sus s¨ªntomas m¨¢s caracter¨ªsticos: problemas card¨ªacos e intestinales, que en ocasiones desembocan en la muerte, como les sucede a unas 10.000 personas al a?o. En la mayor¨ªa de las ocasiones, ni siquiera se manifiesta.
En algunas zonas rurales de Latinoam¨¦rica, especialmente en el Gran Chaco (territorio m¨¢s end¨¦mico del mundo, que se distribuye entre Argentina, Bolivia y Paraguay), todav¨ªa muchas casas siguen estando construidas de paja y adobe, cerca de animales, el ecosistema perfecto para que el par¨¢sito llegue al ser humano. Pero en los ¨²ltimos 15 a?os la lucha contra la vinchuca ha avanzado. En Bolivia se estimaba que el 55% de los hogares de los lugares m¨¢s afectados estaba infectado a principios de este siglo, mientras que el promedio hoy d¨ªa est¨¢ por debajo del 3%, seg¨²n Gabriela Herrera, directora del Plan Nacional contra el Chagas. Hoy la enfermedad no es solo campesina: viaja a trav¨¦s de las migraciones, tanto de zonas rurales a urbanas, como a otros pa¨ªses y continentes. La transmisi¨®n de madres a hijos puede dar lugar a que una persona nacida a miles de kil¨®metros de una vinchuca lleve en su cuerpo al par¨¢sito que transmite. Las donaciones de sangre y de ¨®rganos son la otra v¨ªa de transmisi¨®n entre personas, algo que cada vez est¨¢ m¨¢s controlado, pero que no hace mucho a?os no se ten¨ªa en cuenta.
?Qu¨¦ es el mal de Chagas?
Tratamiento
Personas afectadas
Muertes anuales
Zonas end¨¦micas
Dolencia causada por un par¨¢sito que se transmite principalmente a trav¨¦s de la picadura de la vinchuca, un insecto que abunda en casas con condiciones precarias de Am¨¦rica Latina. Puede producirse tambi¨¦n transmisi¨®n de madre a hijo, por transfusiones de sangre o trasplante de ¨®rganos de la persona infectada. Aunque la mayor¨ªa de las personas portadoras no desarrollan la enfermedad, entre un 30% y un 40% sufre da?os irreversibles que afectan sobre todo al sistema digestivo y al coraz¨®n, hasta causar la muerte en los casos m¨¢s graves.
Si se detecta de forma temprana, el tratamiento hace desaparecer al par¨¢sito en la mayor¨ªa de las ocasiones. Si ya se ha cronificado, puede ayudar a frenarla o prevenir su progresi¨®n.Uno de los grandes problemas es su bajo diagn¨®stico: menos de un 5% de los infectados sabe que porta el par¨¢sito.
Entre seis y siete millones de infectados.
Unas 10.000.
Am¨¦rica Latina. Las migraciones han causado que se reporten casos en Norte Am¨¦rica, Australia, Jap¨®n y varios pa¨ªses de Europa.
Fuente: OMS
La buena noticia es que en la mayor¨ªa de los casos es curable. Existen dos medicamentos antiparasitarios que llegan a eliminar al Tripanosoma en el 80% de los casos, porcentaje que aumenta de forma proporcional a lo pr¨®ximo que est¨¦ el tratamiento al momento de la infecci¨®n. En un ni?o reci¨¦n nacido la efectividad es casi total. La mala, que al no dar s¨ªntomas, la gran mayor¨ªa de los afectados no saben que la tienen, as¨ª que no se tratan, y cuando aparecen los da?os son irreversibles: se puede frenar el avance del par¨¢sito, pero no deshacer el mal que ha causado en los tejidos.
La soluci¨®n parece sencilla: diagn¨®stico masivo y tratamiento a quien lo necesite. Varias razones motivan que no lo sea tanto. Una de ellas la ejemplifican los hermanos de Maribel Garrado, una joven de 19 a?os que lleva unos d¨ªas en tratamiento para eliminar al par¨¢sito. Pese a que es positiva y que se criaron juntos, rodeados por las mismas vinchucas, no quieren saber si ellos tambi¨¦n lo portan: ¡°Dicen que de algo hay que morir y que si tiene la enfermedad, prefieren no estar preocupados por ella¡±.
El par¨¢sito espera d¨¦cadas hasta mostrar sus s¨ªntomas, que en ocasiones desembocan en la muerte, como les sucede a unas 10.000 personas al a?o
No es m¨¢s que miedo. Muchos temen conocer el diagn¨®stico, ya que el tratamiento no siempre es inocuo. ¡°Como todo f¨¢rmaco, tiene efectos adversos. La mayor¨ªa de las veces leves, pero en raras ocasiones son graves, pueden llegar a comprometer la vida del paciente. Basta con que suceda una vez para que se corra la voz y nadie en una comunidad quiera tratarse. Piensan que, si est¨¢n bien, para qu¨¦ se van a arriesgar¡±, explica la doctora Ruth Saravia. Hay incluso m¨¦dicos reacios a recetar el medicamento para no meterse en l¨ªos. Sergio Sandoval, que hoy es especialista en la enfermedad y atiende constantemente casos en Cochabamba, se encontr¨® con tales efectos secundarios en su primer paciente que estuvo a punto de dejar de trabajar en ella.
El mal no solo es silencioso, tambi¨¦n silenciado. Es uno de los 18 clasificados por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) como olvidados, ya que por lo general afectan a poblaciones vulnerables, con poca influencia social, econ¨®mica y pol¨ªtica. En Bolivia, el Programa Nacional se ha demostrado claramente insuficiente. Invierte siete millones de bolivianos al a?o (alrededor de un mill¨®n de euros) para diagnosticar, tratar, fumigar casas¡ Aproximadamente un euro por enfermo al a?o es lo que aporta una maltrecha sanidad p¨²blica que solo cubre de forma gratuita a menores de cinco y mayores de 60 a?os en el quinto pa¨ªs por la cola en ¨ªndice de desarrollo humano de Am¨¦rica Latina.
¡°No es una prioridad para el Gobierno, no les gusta hablar mucho de ello. Del Zika, por ejemplo s¨ª, porque a cualquiera le puede picar el mosquito y se publicitan m¨¢s las acciones, pero la vinchuca solo est¨¢ con los m¨¢s pobres¡±, asegura Faustino Torrico, presidente de la fundaci¨®n boliviana Ciencia y Estudios para Aplicados para el Desarrollo de la Salud y el Medio Ambiente (Ceades). En 2009 empez¨® a atender a los adultos que padec¨ªan la enfermedad precisamente para cubrir los huecos que deja la sanidad p¨²blica. Con la colaboraci¨®n del instituto de salud ISGlobal de Barcelona y de la Cooperaci¨®n Espa?ola (Aecid) impulsaron las plataformas contra el chagas, que crearon un protocolo de atenci¨®n y tratamiento a lo enfermos, ayudan a mejorar la capacitaci¨®n de los m¨¦dicos de la sanidad p¨²blica ¡ªque en muchas ocasiones poco saben de la enfermedad¡ª y a investigar en medicamentos contra la dolencia. Su capacidad para atender casos tambi¨¦n es muy limitada: reciben a una media de 7.000 nuevos pacientes al a?o.
El pa¨ªs comenz¨® a dar tratamiento en 2004. En la ¨²ltima d¨¦cada ha tamizado a un mill¨®n de personas, de las que el 16% eran positivas. De ellas, solo una cuarta parte ha recibido el tratamiento, seg¨²n explica la directora del plan nacional. ¡°Hay muchos factores por los que un enfermo no lo recibe: desde que lo rechace, hasta que falten medicinas, no haya reactivos o no se le pueda hacer el seguimiento que requiere durante la toma¡±, aclara Torrico.
La enfermedad es casi siempre curable, as¨ª que la soluci¨®n parece sencilla: diagn¨®stico masivo y tratamiento a quien lo necesite. Varias razones motivan que no lo sea tanto
Antes de 2004, poco se hac¨ªa contra el chagas. ¡°El punto de inflexi¨®n lleg¨® en 2002, cuando un cr¨¦dito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) permiti¨® una fumigaci¨®n masiva de 700.000 casas¡±, explica el presidente de Ceades. Sin esta acci¨®n, el tratamiento carece de mucho sentido, ya que si la vinchuca permanece en el hogar, puede reinfectar a la persona tantas veces como la pique.
Las fumigaciones contin¨²an. Los t¨¦cnicos contratados por los Servicios Departamentales de Salud van recorriendo las zonas end¨¦micas para seguir con la labor. No siempre es sencilla. ¡°La gente es muchas veces desconfiada, creen que le van a cobrar o robar¡±, asegura el entom¨®logo Michel Barja, supervisor t¨¦cnico de Punata, dependiente del Programa Departamental de Chagas en Cochabamba.
En este municipio todav¨ªa quedan muchas casas de adobe, que conviven con hermosos chalets, en su mayor¨ªa construidos por inmigrantes retornados de Espa?a. La vivienda de Severina S¨¢nchez, de 73 a?os, est¨¢ siendo fumigada, ya que han aparecido vinchucas en su criadero de cobayas. Se roc¨ªa todo el hogar y los aleda?os para asegurarse de matar al bicho. Pese a convivir con ¨¦l, esta viuda que vive sola, dice haberse hecho varias pruebas de la enfermedad: todas salieron negativas. Pero no todos est¨¢n tan informados. A solo unos metros, Gerardo Rojas, un campesino que vive con su esposa y sus cuatro hijos, ni siquiera conoc¨ªa que la enfermedad exist¨ªa.
Queda mucho por hacer en educaci¨®n y concienciaci¨®n. Altagracia Ayna, de 35 a?os, dedica buena parte de su vida a ello. Vivi¨® en Espa?a entre 2003 y 2015 y all¨ª descubri¨® que era positiva. Contact¨® con la Fundaci¨®n Mundo Sano, que trabaja luchando contra la enfermedad, y pronto la reclutaron y capacitaron como agente de salud, para llegar a la comunidad latina en Madrid ¡ªEspa?a es el pa¨ªs no end¨¦mico con m¨¢s casos de Europa¡ª, y fomentar el diagn¨®stico. A la vuelta a su Cochabamba natal contin¨²a la labor que comenz¨® en Madrid impartiendo cursos y tratando de concienciar a los enfermos para exigir al Gobierno y las instituciones que dediquen m¨¢s recursos a la enfermedad: ¡°Ha habido tentativas de crear una asociaci¨®n, pero es complicado, no es sencillo movilizar a la gente; muchos prefieren no hacer nada¡±.
Pero los esfuerzos aislados son insuficientes. La Coalici¨®n Global de Chagas, con el liderazgo de la organizaci¨®n DNDi, est¨¢ comenzando en Colombia un programa de formaci¨®n de personal sanitario para mejorar la diagnosis y el acceso al tratamiento en lugares end¨¦micos. La idea es que el protocolo inicie una campa?a en las Am¨¦ricas para borrar a la enfermedad la etiqueta de ¡°desatendida¡±.