El hogar de la discordia
¡°En esta casa, con sus cuatro muros de cristal, me siento como un animal al acecho, siempre alerta, siempre inquieta¡±, asegur¨® Edith Farnsworth, due?a de la ic¨®nica vivienda
En un momento de El Manantial (1949), la pel¨ªcula de King Vidor en la que Gary Cooper interpreta a un arquitecto inspirado en parte en Frank Lloyd Wright, todo el mundo le repite el mismo mantra: ¡°Cede, cede¡¡±. Pero ¨¦l se aferra a sus convicciones, a su ideal de un mundo nuevo y perfecto. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s, Jeff Bridges se pone el traje de otro tozudo y tenaz proyectista, el alem¨¢n Mies van der Rohe, para narrar la agria pol¨¦mica que rode¨® a un hito de la historia de la arquitectura: la casa Farnsworth. La ic¨®nica vivienda enfrent¨® al arquitecto y a la propietaria, Edith Farnsworth, interpretada ahora por Maggie Gyllenhaal.
En su lucha con el arquitecto, la due?a de la espectacular mansi¨®n destap¨® sus tormentos: ¡°En esta casa, con sus cuatro muros de cristal, me siento como un animal al acecho, siempre alerta, siempre inquieta¡±, dijo.
La po¨¦tica de los espacios frente a la prosaica realidad, la armon¨ªa y la belleza frente al lastre de la escobilla del ba?o o el portarretratos familiar. En el maravilloso documental Koolhaas houselife, Guadalupe, la mujer extreme?a encargada de limpiar la m¨ªtica Casa Burdeos, resum¨ªa el choque de trenes pormenorizando los problemas cotidianos de limpiar una obra maestra. El propio Koolhaas, sorprendido con la pel¨ªcula, declar¨®: ¡°Aqu¨ª chocan dos sistemas, una concepci¨®n plat¨®nica de la limpieza con una concepci¨®n plat¨®nica de la arquitectura¡±.
Guadalupe luchaba contra las goteras como, seg¨²n admiti¨® S¨¢enz de Oiza, los inquilinos de Torres Blancas, en Madrid, lucharon contra sus angostas cocinas o contra el exceso de curvas a la hora de poner una simple estanter¨ªa. O, m¨¢s recientemente, la f¨¢lica torre Agbar de Barcelona, obra de Jean Nouvel y s¨ªmbolo de esa arquitectura-viagra tan potente por fuera como desastrosa por dentro: sus oficinistas se quejaban de demasiada luz, persianas que no se cerraban y, para colmo, sin vistas.
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