?Est¨¢ Venezuela al borde de una transici¨®n?
?Tiene Maduro los d¨ªas contados? No necesariamente
El detonante de la ola de protestas en Venezuela fue una decisi¨®n inconstitucional del Tribunal Supremo ¡ª¨®rgano controlado por el chavismo¡ª para anular el Parlamento con mayor¨ªa opositora. Ante la fuerte reacci¨®n nacional e internacional, el Gobierno se vio obligado a retroceder. Pero el hecho atiz¨® el descontento de una poblaci¨®n ya hastiada del creciente autoritarismo y la incompetencia de un r¨¦gimen que ha hundido al pa¨ªs en la peor crisis econ¨®mica y social de su historia.
No est¨¢ claro qu¨¦ va a ocurrir. Pero el temor del Gobierno no es infundado. Un temor que se deja traslucir en los videos y fotograf¨ªas de la mortal represi¨®n a la protestas que pululan en las redes sociales. Aunque los manifestantes no pueden provocar un cambio por la fuerza, las protestas crean escenarios vol¨¢tiles donde es m¨¢s factible un resquebrajamiento interno de la dictadura que lleve a una transici¨®n. Y en esta ocasi¨®n se han juntado un grupo de condiciones que hacen este escenario m¨¢s f¨¢cil de imaginar.
?Cu¨¢les son estas condiciones? En primer lugar la gravedad de la crisis. Una debacle econ¨®mica que ha llevado a una emergencia humanitaria sin precedentes, con gente hambrienta escarbando basura en busca de restos de alimentos. Esta crisis ha provocado un profundo descontento: tres de cada cuatro venezolanos quieren que Nicol¨¢s Maduro abandone la presidencia. Y afecta a toda la poblaci¨®n, incluyendo a los soldados y polic¨ªas que el Gobierno utiliza para reprimir y que no deben estar contentos defendiendo a una elite corrupta que tiene a sus hijos pasando hambre.
A esta presi¨®n interna se suma la externa. Nunca antes el chavismo hab¨ªa se hab¨ªa enfrentado a un panorama internacional tan desfavorable. Ya son pocos los pa¨ªses de la regi¨®n que no condenan los excesos autoritarios del Gobierno. A principios de mes, 19 miembros de la OEA y todos los pa¨ªses del Mercosur firmaron resoluciones y emitieron declaraciones reprobando la disoluci¨®n del Parlamento.
Tampoco ayuda a Maduro que la oposici¨®n est¨¦ unida detr¨¢s de una sola estrategia: presionar al Gobierno en la calle hasta que ceda con varios puntos importantes, incluyendo la convocatoria de elecciones y el restablecimiento pleno de los poderes del Parlamento.
En parte este consenso se debe a que la oposici¨®n ha aprendido de sus errores. Pero tambi¨¦n a que rechazar ahora la estrategia de calle tiene un costo. El pasado octubre el gobierno suspendi¨® ilegalmente el proceso de convocatoria de un referendo revocatorio presidencial. La coalici¨®n opositora, la Mesa de la Unidad Democr¨¢tica (MUD), reaccion¨® con un llamamiento a tomar las calles pero poco despu¨¦s lo abandon¨® para iniciar un ¡°di¨¢logo¡± con el Gobierno.
Maduro no cedi¨® en nada sino m¨¢s bien aprovech¨® las negociaciones para seguir atropellando a sus adversarios
Esta decisi¨®n fue ampliamente criticada, incluso por algunos partidos de la coalici¨®n que se negaron a participar en las negociaciones. Muchos pensaban que el gobierno no ten¨ªa la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de hacer concesiones y el ¡°di¨¢logo¡± era una mera estrategia dilatoria. Este argumento no era una suposici¨®n basada en el instinto sino en la experiencia. El gobierno ya hab¨ªa utilizado varias el di¨¢logo para distender tensiones en momentos ¨¢lgidos para luego seguir reduciendo r¨¢pidamente los espacios de acci¨®n democr¨¢tica.
Los esc¨¦pticos no se equivocaron. Maduro no cedi¨® en nada sino m¨¢s bien aprovech¨® las negociaciones para seguir atropellando a sus adversarios. Como muchos anticiparon esto, la MUD pag¨® un precio en la opini¨®n p¨²blica y por eso ahora es poco probable que una facci¨®n de la coalici¨®n proponga dejar la calle conociendo el costo pol¨ªtico de asumir esta posici¨®n.
Maduro, pues, tiene razones para estar nervioso. Hace frente a una poblaci¨®n exhausta por una crisis cada vez m¨¢s grave, consciente del alt¨ªsimo riesgo que implica protestar pero tambi¨¦n convencida de que el saldo de no hacer nada es mayor porque implica una prolongaci¨®n de la emergencia humanitaria; una presi¨®n internacional que, aunque todav¨ªa podr¨ªa ser m¨¢s fuerte, ha aislado al chavismo como nunca antes; y una oposici¨®n blindada temporalmente de divisiones por la experiencia de sus pasados errores y las potenciales consecuencias de volver a cometerlos.
?Tiene Maduro los d¨ªas contados? No necesariamente. Si no hay fractura dentro del r¨¦gimen, la oposici¨®n no tiene el poder de imponer su voluntad. Y, si no se vislumbra ninguna posibilidad de cambio, la gente podr¨ªa cansarse de protestar. Por eso es importante no solo aumentar la presi¨®n externa sino promover la ruptura interna; acercarse a piezas importantes del andamiaje que sostiene a la dictadura y explotar los focos de descontento y el creciente temor a una repentina transici¨®n para estimular deserciones.
Pero no cabe duda de que en pocas semanas la realidad pol¨ªtica venezolana se ha transformado. Un Gobierno que se sent¨ªa seguro ahora est¨¢ contra la pared, reaccionando a los pasos decididos de una oposici¨®n rejuvenecida y cientos de miles de venezolanos que est¨¢n dispuestos a darlo todo para alcanzar la libertad.
?Alejandro Tarre es escritor y periodista. Twitter: @alejandrotarre
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