Hemos visto 'Guardianes de la Galaxia Vol.2' y solo los cr¨¦ditos del principio ya compensan los 9 euros de entrada
Se estrena en cines este viernes y su secuencia de inicio es magistral y antol¨®gica. ?Jubilaci¨®n ya para los pesados de Star Wars!
La secuencia de inicio, que lleva incrustados los cr¨¦ditos, de Guardianes de la Galaxia Vol. 2 es, simplemente, magistral, antol¨®gica, para guardar en una c¨¢psula del tiempo. Valdr¨ªa para justificar por ella sola una entrada de las de nueve euros en una sala de cine. Si se hubiera rodado en los sesenta dar¨ªa para p¨¢ginas y p¨¢ginas en manuales, escritas por gente que ve el cine a trav¨¦s de gafas (y no, precisamente, de 3D). Y para intentar explicar a las generaciones posteriores c¨®mo se usa la profundidad de campo, un recurso abandonado pero tremendamente atractivo; c¨®mo se juega con la abstracci¨®n y el humor; y, sobre todo, c¨®mo se pueden mandar todas las convenciones (y convicciones) de un g¨¦nero, literalmente, a la mierda, con una simple sucesi¨®n de planos de apenas tres minutos.
Mientras vamos viendo desfilar por pantalla en r¨®tulos -bien 'ochenteros' al igual que la banda sonora- los nombres de Chris Pratt (Peter Quill o, como ¨¦l prefiere tener como AKA y ser recordado para siempre, Star-Lord), Zoe Saldana (Gamora), Dave Bautista (Drax) o Bradley Cooper (Rocket), adem¨¢s de, por supuesto, James Gunn, otra vez en la direcci¨®n y a cargo del gui¨®n, y que sea por mucho tiempo; tambi¨¦n vemos a Baby Groot (el tronco y sus ramas con la voz monocorde e incre¨ªblemente contagiosa de Vin Diesel) bailar como un ni?o peque?o, tras ser replantado al final de la primera parte. Est¨¢ ausente, sin dar la mayor importancia a que sus otros cuatro compa?eros de 'escuder¨ªa espacial' se est¨¢n zurrando a muerte con unas criaturas que llegan del mism¨ªsimo Averno (suponemos, porque tampoco explican de d¨®nde, y eso es perfecto) y que est¨¢n tan enfadadas que parece que tienen a Satan¨¢s introduci¨¦ndoles un tridente por donde menos les gusta.
El caso es que el director prefiere centrarse en la coreograf¨ªa muy loca que se marca el ¨¢rbol antropom¨®rfico mientras, en un muy segundo plano, los supuestos h¨¦roes se pegan, disparan y penetran en el interior de unos monstruos de esos delirantes que (re)conocemos por el Volumen 1. No es una opci¨®n azarosa, ni fruto de la casualidad. Para cualquiera que disfrutara hace tres a?os de la primera parte sabe que parte del genio de James Gunn consiste en poner en su punto de mira cualquier momento que rezume hedor a t¨®pico y que, de forma inmediata, ¨¦ste salte por los aires. As¨ª, lo que deber¨ªa ser opening memorable de golpetazos, acci¨®n y disparos, queda reducido al baile de un beb¨¦. El reci¨¦n 'replantado', desde el final de la primera parte, y m¨¢s joven de los Guardianes de la Galaxia coloniza el momento de gloria de los mayores. Adi¨®s a los t¨®picos, bienvenidos, de nuevo, los m¨¢s macarras de las galaxias al segundo plano de una pantalla de cine.
'Star Wars', la otra saga que la factor¨ªa que fuera del T¨ªo Walt tiene entre manos tras haber pactado con George Lucas, el pacto que parece sacado de un libro de Goethe. Es decir, que tiene algo de pacto con el Diablo
Marvel y Disney han encontrado con esta saga, creados en 1969 por el guionista Arnold Drake y el dibujante Gene Colan, un contrapunto perfecto a la cada vez m¨¢s dif¨ªcil gravedad y a la trascendencia de Los Vengadores. La serie de muchas pel¨ªculas que re¨²ne al All-Star de los superh¨¦roes -juntos, revueltos o por separado- transita por una senda peligrosa, repleta de grandilocuencia y planteamientos con tantas aspiraciones que olvidan lo que debe ser una sucesi¨®n de aventuras que recuerden lo m¨¢s posible a una entrega semanal de p¨¢ginas pintadas y entintadas. Algo parecido ocurre con Star Wars, la otra saga que la factor¨ªa que fuera del T¨ªo Walt tiene entre manos tras haber pactado con George Lucas, el pacto que parece sacado de un libro de Goethe. Es decir, que tiene algo de pacto con el Diablo.
La segunda parte de Guardianes de la Galaxia consigue convertir en un tranpantojo a las dos ¨²ltimas entregas (la oficial y ese spin-off, o lo que sea, denominado Rogue One) de la serie que comenz¨® hace casi cuarenta a?os con La Guerra de las Galaxias. Y lo hace porque mira directamente a esa iconograf¨ªa creada alrededor de los Jedis, la banda sonora de John Williams, el Imperio. Por ejemplo, cuando Luke Skywalker viaja a Tatoonie para liberar a Han Solo y a Leia de las (grasientas) extremidades de Jabba, el hutt, igual, como si fuera un homenaje repleto de humor, los Guardianes liberan a N¨¦bula (Karen Gillan), hermana de Gamora, al principio de la pel¨ªcula. Como gui?ando un ojo al arranque de El retorno del Jedi o, incluso, los dos. Como hace el mapache Rocket (con la voz de Cooper) cuando trata, sin suerte ninguna, de transmitir la iron¨ªa. En esa competici¨®n juega la metacienciaficci¨®n que tanto apasiona a James Gunn.
Pero, en esta segunda parte, el veradero ocho mil, la cota m¨¢s alta del gui?o que va desde el nuevo Marvel hasta el viejo Star Wars, se encuentra en el cogollo de la historia. Obviamente, adem¨¢s de persecuciones, un cameo de Sylvester Stallone, monstruos indefinibles y batallas (la ¨²ltima, excesivamente larga, como pasaba en la primera parte) ahora encontramos un relaci¨®n tensa, una reconciliaci¨®n, entre Peter y su recuperado padre, Ego, que hace honor a su nombre y tiene el ego del tama?o no de un planeta, sino de todo un sistema solar. El acercamiento del h¨¦roe hacia su padre, que le abandon¨® siendo un ni?o, remite, obviamente, al de Luke y Darth Vader. Tambi¨¦n aqu¨ª hay una atracci¨®n por el Lado Oscuro, una necesidad de arrastrar al v¨¢stago hacia el reverso tenebroso de la Fuerza. Pero, claro, en el caso de Star Wars un reproductor de Walkman no puede cambiar el signo de los acontecimientos. En Guardianes de la Galaxia eso s¨ª que es posible y se entiende dentro de su universo en constante expansi¨®n.
A Ego lo interpreta Kurt Russell, que fue el h¨¦roe macarra, chulo y prepotente de varias pel¨ªculas de John Carpenter, es decir, del padre de la serie B, auspiciada por algunos grandes estudios, durante la d¨¦cada de los ochenta. Del cineasta que le supo encontrar las costuras al g¨¦nero, trabajar el poshumor (tan de moda ahora) y emparentar el w¨¦stern con el terror g¨®tico y la literatura pulp. Justo lo que ha conseguido, de forma muy intencionada, esta saga de Guardianes de la Galaxia, que lleva la space-opera un paso m¨¢s all¨¢, hasta situarla en un terreno donde no hay complejos, todo vale, y lo m¨¢s sano es mirar hacia los propios defectos de un relato, para convertirlos en sus mejores virtudes. Larga vida a esta troupe de n¨®madas espaciales a los que vamos a ver en una tercera entrega y a los que cada vez se suman nuevos y m¨¢s atractivos 'freaks'.?
PD. Con guiones tan brillantes y estos actores, es obligatorio ahorrarse esa mareante forma de ver cine que es el 3D. Eso mejor dejarlo para pel¨ªculas que no valgan la pena y que hay que hinchar como lo hace un pastel dentro del horno.
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