La erupci¨®n del volc¨¢n submarino de El Hierro ¡®cre¨®¡¯ una nueva bacteria
Este nuevo h¨¢bitat, a 130 metros de profundidad, forma un extenso tapiz de filamentos cerca de la cima del Tagoro
La mayor parte de la actividad volc¨¢nica de nuestro planeta tiene lugar en el medio oce¨¢nico. La erupci¨®n submarina de la isla de El Hierro, en concreto, se prolong¨® durante 138 d¨ªas ¡ªde octubre de 2011 a marzo de 2012¡ª y remodel¨® un ¨¢rea de nueve kil¨®metros cuadrados del fondo marino. Este episodio de vulcanismo submarino perturb¨® de forma radical las condiciones ambientales locales (mayor temperatura y acidez de las aguas, reducci¨®n del ox¨ªgeno, mayor turbidez y carga de material en suspensi¨®n, entre otros efectos) y espole¨® en paralelo la actividad bacteriana. Hasta entonces, estas comunidades ligadas a la actividad volc¨¢nica hab¨ªan sido estudiadas sobre todo en los h¨¢bitats de las fuentes hidrotermales en el oc¨¦ano. Los organismos extrem¨®filos que viven en estos ambientes oce¨¢nicos adaptan su metabolismo para obtener nutrientes y energ¨ªa y sobrevivir en condiciones que son limitantes para otros seres vivos.
"A escala local, este episodio origin¨® un nuevo cono volc¨¢nico submarino y una pendiente de dep¨®sitos que se extiende hasta m¨¢s de mil metros de profundidad. La erupci¨®n se inici¨® a una profundidad de 363 metros, y al final del episodio volc¨¢nico el mismo punto se encontraba a 89 metros de profundidad, un hecho que implica una tasa media de crecimiento vertical diario de dos metros. Despu¨¦s, tuvo lugar un proceso de desgasificaci¨®n, con manifestaciones hidrotermales, un per¨ªodo que se puede considerar todav¨ªa activo, aunque de forma difusa", detalla Miquel Canals, catedr¨¢tico del departamento de Din¨¢mica de la Tierra y del Oc¨¦ano de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona (UB).
El estudio, publicado en la revista Nature, Ecology & Evolution y liderado por Miquel Canals, jefe del Grupo de Investigaci¨®n Consolidado (GRC) de Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona, y Roberto Danovaro, de la Universidad Polit¨¦cnica de la Marche (Italia), ha permitido el hallazgo de una especie bacteriana, llamada Thiolava veneris, hasta ahora desconocida, asociada a la actividad volc¨¢nica del Tagoro.
La bacteria Thiolava veneris constituye un nuevo g¨¦nero y especie de bacteria extrem¨®fila. Seg¨²n las im¨¢genes de un veh¨ªculo submarino no tripulado dirigido por control remoto (ROV), el nuevo h¨¢bitat bacteriano cubre cerca de 2.000 metros cuadrados del volc¨¢n Tagoro ¡ªentre 129 y 132 metros de profundidad¡ª, formando un denso tapiz constituido por unas estructuras filamentosas muy vistosas (tricomas bacterianos o cabello de Venus).
Los an¨¢lisis revelan que esta bacteria est¨¢ emparentada con otras bacterias marinas ¡ªen concreto, el g¨¦nero Thioploca¡ª que muestran una gran flexibilidad para adaptarse a ambientes extremos de los fondos oce¨¢nicos.
La bacteria Thiolava veneris constituye un nuevo g¨¦nero y especie de bacteria extrem¨®fila, que cubre cerca de 2.000 metros cuadrados del volc¨¢n Tagoro
"El consorcio bacteriano del nuevo volc¨¢n presenta un conjunto de caracter¨ªsticas diferenciales en comparaci¨®n con otras formaciones bacterianas", apunta Canals. "Ninguno de los fragmentos identificados contiene genes asociados con la fotos¨ªntesis, por lo que este proceso queda excluido del metabolismo de los filamentos microbianos. Sin embargo, la bacteria tiene una notable plasticidad metab¨®lica para desarrollarse en ambientes volc¨¢nicos submarinos relativamente poco profundos. Ecol¨®gicamente, representa un estadio inicial del proceso de reinstauraci¨®n de comunidades biol¨®gicas cada vez m¨¢s complejas en los h¨¢bitats submarinos devastados por cat¨¢strofes naturales, como el caso del Tagoro en Canarias", subraya.
"Ahora bien, esta nueva especie se encuentra muy lejos geogr¨¢ficamente de otros centros de actividad volc¨¢nica (por ejemplo, la dorsal mesoatl¨¢ntica), un hecho que plantea interrogantes sobre su procedencia", subraya Canales.
El volc¨¢n Tagoro, un laboratorio natural
Desde que se inici¨® la erupci¨®n submarina del Tagoro en octubre de 2011, el equipo del GRC de Geociencias Marinas de la UB ha impulsado diversos estudios cient¨ªficos que han revelado aspectos in¨¦ditos sobre el origen y la evoluci¨®n de las islas volc¨¢nicas. Tanto este episodio volc¨¢nico, estudiado y monitorizado por los equipos investigadores en tiempo real, como su evoluci¨®n posterior, hacen del Tagoro un excelente laboratorio natural para estudiar el fen¨®meno del vulcanismo submarino.
"Mientras la erupci¨®n estaba activa, el seguimiento de la evoluci¨®n morfol¨®gica del nuevo volc¨¢n mostr¨® la complejidad de este tipo de episodios, con fases de crecimiento r¨¢pido, otras m¨¢s lentas, y colapsos parciales del nuevo edificio y las ¨¢reas cercanas, entre otros. Desde el punto de vista biol¨®gico, el proceso de recolonizaci¨®n que est¨¢ en marcha representa tambi¨¦n una oportunidad extraordinaria de estudio para la ciencia", concluye Canals.
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