Hacer un Irene Montero
?ltimamente se est¨¢ extendiendo una forma concreta de crear significados a partir de personas
Los nombres propios han aportado al l¨¦xico del espa?ol abundantes sustantivos y adjetivos, y hasta verbos. Por ejemplo, de Cantinflas han salido ¡°cantinflesco¡±, ¡°acantinflado¡±, ¡°cantinflada¡±, ¡°cantinfleo¡±, ¡°cantinfl¨¦rico¡±, ¡°cantinflero¡± o ¡°cantinflear¡±. Otros nombres de persona han dado vocablos como ¡°hercios¡±, ¡°dalt¨®nico¡±, ¡°juanetes¡±, ¡°kafkiano¡±¡ o ¡°moscosos¡± (d¨ªas de asueto de libre disposici¨®n que concedi¨® a los funcionarios espa?oles en 1983 el entonces ministro Javier Moscoso).
?ltimamente se est¨¢ extendiendo una forma concreta de crear significados a partir de personas. En este caso, el nombre propio suele ir precedido del art¨ªculo indeterminado ¡°un¡± (rara vez el femenino ¡°una¡±) y del verbo ¡°hacer¡± (en ocasiones, en forma reflexiva: ¡°hacerse¡±).
Por ejemplo, en el a?o 2004 se puso de moda la expresi¨®n ¡°hacer un Hanover¡±, a partir de lo sucedido en la boda de los entonces pr¨ªncipes de Asturias cuando Ernesto de Hanover, marido de Carolina de M¨®naco, se salt¨® la ceremonia religiosa para ir directamente al condumio. A partir de entonces, muchos invitados a compromisos nupciales ponen nombre a algo que se hab¨ªa practicado toda la vida pero sin una locuci¨®n tan propia. ¡°Me hice un Hanover¡±.
Un precedente lejano de este recurso ling¨¹¨ªstico se halla en la expresi¨®n ¡°hacer un boicot¡±, originada por el caso del irland¨¦s Charles Boycott, administrador agrario a quien se aplic¨® el primer boicoteo, en 1880.
Tras el gran cl¨¢sico de la Liga espa?ola, un titular del diario As dec¨ªa: ¡°Zidane hizo un Ben¨ªtez¡± por alinear a un jugador que no estaba en plena forma como ya le hab¨ªa sucedido a su predecesor con Benzema, tambi¨¦n ante el Barcelona en el Bernab¨¦u (0-4). Y en diversas cr¨®nicas y comentarios se dijo que ¡°Bale hizo un Diego Costa¡±, al recaer lesionado a los pocos minutos de partido como le ocurri¨® al entonces rojiblanco en la final europea de Lisboa. Y tambi¨¦n ha proliferado ¡°hacer un Aytekin¡±, para quienes piensan en el ¨¢rbitro del Barcelona-PSG.
Esta semana se reprodujo el fen¨®meno tras la irrupci¨®n de la dirigente podemista Irene Montero en el lugar donde se iba a desarrollar la tertulia de Hora 25 (cadena SER), para participar sin haber sido invitada. A los pocos minutos, las redes sociales ya mostraban frases como ¡°ma?ana voy a hacer un Irene Montero en un restaurante de Madrid¡± (Stone), ¡°estoy en la puerta de la COPE y voy a hacer un Irene Montero¡± (G¨²dar Javalambre), ¡°a Rakel le acaban de hacer un Irene Montero #TopChef10 (Toribio Son), ¡°pues ya no te invito a mi cumple. Y no se te ocurra hacer un Irene Montero¡± (David B.).
Esta aceptaci¨®n general de un nombre propio para designar situaciones frecuentes requiere de un primer impacto de gran repercusi¨®n medi¨¢tica. La referida proliferaci¨®n de casos futbol¨ªsticos da una buena pista al respecto, y el incidente de la diputada de Podemos parece haber alcanzado dimensiones semejantes, en esta ocasi¨®n para significar el hecho de imponer la presencia de uno en un lugar al que no ha sido convocado, al mismo tiempo que se veta la de quien s¨ª lo fue (??igo Errej¨®n). As¨ª, ¡°hacer un Irene Montero¡± se podr¨ªa aplicar cuando una universidad decidiera cu¨¢les de sus catedr¨¢ticos participan en tertulias o publican art¨ªculos; o si una editorial determinase qui¨¦nes de sus autores colaboran en una revista y qui¨¦nes no; y si adem¨¢s acusasen a los medios por vetar a sus enviados.
A lo de hacer un Hanover se le pod¨ªa encontrar su gracia. Pero esto, en cambio, no tiene ninguna.
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