La lecci¨®n que nos ense?a Trump
Con su inigualable narcisismo, el presidente de EE UU muestra una flexibilidad sin parang¨®n, dispuesto como nadie a cambiar de opini¨®n. M¨¦lenchon y May deber¨ªan imitarlo
?¡°Cuando yo uso una palabra significa exactamente lo que yo quiero que signifique¡±. Alicia a trav¨¦s del espejo. Lewis Carrol
Natural que Donald Trump tanto deteste a los medios de comunicaci¨®n, que nos llame ¡°el enemigo del pueblo¡±, que en su discurso m¨¢s reciente declarase que somos ¡°una verg¨¹enza¡±. No hemos dejado de darle palos desde que se postul¨® como candidato presidencial. Es hora de identificar algo bueno que haya hecho en sus cien d¨ªas en la Casa Blanca, de se?alar una valiosa lecci¨®n ¡ªs¨ª, una hay¡ª que Trump ha ofrecido a pol¨ªticos m¨¢s convencionales, como por ejemplo Jean-Luc M¨¦lenchon, el l¨ªder de la izquierda pura, dura, radical, alternativa (elijan el adjetivo que m¨¢s les guste) francesa.
No le sale a M¨¦lenchon pedir a sus devotos que voten por el centrista Emmanuel Macron en el duelo decisivo contra Marine Le Pen, la femme fatale de la extrema derecha europea, en la segunda vuelta de las elecciones el domingo que viene. Otros aspirantes a la presidencia que cayeron en la primera ronda s¨ª lo han hecho pero M¨¦lenchon no puede.
Habl¨¦ con un amigo en Par¨ªs experto en pol¨ªtica francesa y le pregunt¨¦ si pensaba que M¨¦lenchon podr¨ªa recapacitar. Me contest¨® que no lo descartaba pero que era muy dif¨ªcil para un narcisista como ¨¦l dar marcha atr¨¢s.
S¨ª, quiz¨¢. Pero (y aqu¨ª vamos a la lecci¨®n que Trump nos ha ense?ado) lo que necesita M¨¦lenchon es m¨¢s narcisismo, no menos. Ni M¨¦lenchon ni nadie est¨¢ a la altura de Trump, el n¨²mero uno mundial, el summa cum laude, el campe¨®n ol¨ªmpico del narcisismo. Lo cual le ha otorgado una virtud que le vendr¨ªa muy bien poseer hoy a M¨¦lenchon y a muchos m¨¢s pol¨ªticos en el mundo entero: una flexibilidad infinita.
Trump no sufre las limitaciones de las doctrinas, o las estrategias, o los principios o los valores. Son conceptos ajenos a ¨¦l. No sabe lo que son. El mundo y todo lo que contiene gira alrededor de su persona. No tiene el m¨¢s m¨ªnimo problema en cambiar de opini¨®n de un momento a otro. No es ¡°el Estado soy yo¡±, como dec¨ªa Luis XIV. Es ¡°la verdad soy yo¡±. Lo correcto, lo apropiado, lo necesario siempre es lo que Trump quiera que sea.
Por eso un d¨ªa dice que la OTAN est¨¢ obsoleta, el siguiente que no est¨¢ obsoleta; un d¨ªa denuncia que los chinos manipulan las divisas, el siguiente anuncia que no las manipulan; declara que no hay que bombardear al r¨¦gimen sirio y al rato ordena que se lancen los misiles. Ejemplos como estos hemos visto ¡ªy veremos¡ª much¨ªsimos m¨¢s.
Lo t¨ªpico es que a Trump se lo critique por su falta de consistencia. Quiz¨¢ deber¨ªa ser al rev¨¦s. Quiz¨¢ su apertura mental deber¨ªa ser motivo de aplausos. Quiz¨¢ deber¨ªan aprender de ¨¦l aquellos de la izquierda como M¨¦lenchon que son incapaces de desviarse de los art¨ªculos de su fe.
Gracias a su inigualable narcisismo es un l¨ªder de una flexibilidad sin parang¨®n, dispuesto como nadie a cambiar de opini¨®n
El ¨²nico dios ante el que reza Trump es Trump. Pero su locura tiene su recompensa; cierta l¨®gica ha habido en haber cambiado de posici¨®n sobre la OTAN, los chinos y Siria. Trump da un giro de 180 grados sin dudarlo un instante. No se complica la vida. M¨¦lenchon se la complica enormemente al no ser capaz de cambiar de postura y pedir a sus devotos que voten Macron, por m¨¢s que les duela en su amour propre, para impedir que Le Pen llegue a la presidencia.
Al mantenerse tan obstinadamente aferrado a su posici¨®n, M¨¦lenchon no solo hace da?o a su pa¨ªs sino que se hace da?o a s¨ª mismo. Limita sus posibilidades futuras de conquistar los votos del centro pol¨ªtico necesarios para ganar elecciones y gobernar. Algo parecido ocurre con su camarada espa?ol Pablo Iglesias. Por su fidelidad a sus antiguos correligionarios chavistas, por su incapacidad de unirse al coro de voces que denuncian el atropello salvaje a la democracia y a la econom¨ªa nacional de Venezuela, no solo no les hace ning¨²n favor a los habitantes de aquel pa¨ªs, no se hace ning¨²n favor ni a s¨ª mismo ni a su partido, Podemos. Trump puede rectificar con la OTAN o con China; Iglesias con Venezuela, no.
Trump no sufre las limitaciones de las doctrinas, o las estrategias, o los principios o los valores
Suicidas pol¨ªticos
El l¨ªder laborista brit¨¢nico, Jeremy Corbyn, es otro suicida pol¨ªtico, otro preso de su propia ortodoxia. Una y otra vez ¨¦l y sus aliados m¨¢s cercanos han dejado claro que se oponen a los gastos en defensa militar, en la polic¨ªa, en los servicios de inteligencia interna, MI5, organismo que alguna de su gente desea abolir. Pertenecen los corbynistas a aquel amplio sector de la izquierda que, aunque les cueste votos, expresa el deseo de extender la presencia del Estado a todos los rincones de la vida salvo en lo que concierne a la seguridad del individuo o de la naci¨®n.
Pero la lecci¨®n de flexibilidad que ofrece Trump no es aplicable solo a la izquierda. La derecha tambi¨¦n se encarcela en su propio discurso. Mariano Rajoy est¨¢ atrapado en el relato que ha ayudado a implantar en buena parte de la sociedad espa?ola respecto al Pa¨ªs Vasco y Catalu?a. Theresa May, la primera ministra conservadora brit¨¢nica, se ha complicado las negociaciones que tiene por delante sobre la salida de Reino Unido de la Uni¨®n Europea con su insistencia de que ¡°Brexit significa Brexit¡±, de que hay que salir del mercado ¨²nico europeo, acabando con el libre movimiento de trabajadores. Tanto Rajoy como May no cambian sus opiniones cuando los hechos lo exigen. Subordinan el bien com¨²n a su terca vanidad.
Si tuvieran m¨¢s vanidad, si no les importara un bledo que les acusaran de ser imprevisibles o hip¨®critas o fr¨ªvolos o incoherentes, si tuvieran la apertura mental de Trump, Rajoy, May, M¨¦lenchon, Iglesias, Corbyn y muchos l¨ªderes pol¨ªticos m¨¢s servir¨ªan mejor a sus pa¨ªses y a sus propios intereses partidistas. Seamos justos con Trump, como ¨¦l mismo exige: gracias a su inigualable narcisismo es un l¨ªder de una flexibilidad sin parang¨®n, dispuesto como nadie a cambiar de opini¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.