No es el 4 de mayo de todos los a?os
Nos dejaron aqu¨ª solos Joaqu¨ªn Prieto y Miguel ?ngel Bastenier, dos campeones del Periodismo
Un peri¨®dico es un colectivo desigual; sus secciones son independientes, a veces son trincheras, y as¨ª se disponen. En los viejos tiempos del periodismo hab¨ªa periodistas alrededor de una mesa, contando el mundo, con viseras, puros; eran los viejos periodistas, aunque entonces cada uno de ellos eran j¨®venes que cre¨ªan estar inventando el oficio. Hab¨ªa humo y alcohol, como en las pel¨ªculas; ahora las redacciones son limpias, se acab¨® para siempre aquel ruido; ahora los teclados apenas suenan, los tel¨¦fonos son individuales, cada periodista se va a un rinc¨®n a comunicarse; hablan caminando de un lado a otro, de una trinchera a otra. Hablan en el ba?o, en los cub¨ªculos. Como es natural, cada uno se siente como aquellos antiguos periodistas de la visera: est¨¢n inventando el oficio.
Eso es lo grande del periodismo. Mientras deciden que ya no va a existir m¨¢s, cientos de miles de j¨®venes, en todo el mundo, sienten que ese oficio, que hicieron legendario Rudyard Kipling, Ernest Hemingway, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, vale la pena. Albert Camus, que dirigi¨® un peri¨®dico en la Resistencia contra los nazis, Combat, brind¨® una noche con toda su Redacci¨®n en una boite de Par¨ªs. Sinti¨® que le hab¨ªa salido un buen peri¨®dico e hizo rechinar las copas m¨¢s all¨¢ de este grito:
¡°?Vale la pena vivir para este oficio!¡±
En este peri¨®dico, joven a¨²n, Augusto Delk¨¢der, que era apenas imberbe y ya era director adjunto, se paseaba de arriba abajo, a la medianoche, meditando y diciendo, en voz baja: ¡°Nos sali¨® un buen peri¨®dico, nos sali¨® un buen peri¨®dico¡¡± Como si se lo estuviera comunicando a alg¨²n maestro de los que tuvo y que ya no le pod¨ªa escuchar, era quiz¨¢ un periodista del puro y la visera, un ancestro. Un d¨ªa cont¨® Delk¨¢der lo que hab¨ªa pasado con uno de esos maestros, Fernando Fern¨¢ndez, que escrib¨ªa en el hist¨®rico Diario de C¨¢diz una columna titulada De Cortadura a La Caleta. Muri¨® de un infarto; cuando fueron a buscar entre sus ropas hallaron en el bolsillo alto de la chaqueta el art¨ªculo del d¨ªa siguiente.
Albert Camus: ¡°?Vale la pena vivir para este oficio!¡±
El periodismo es como los periodistas: nunca muere o muere haciendo periodismo. Ahora encuentro en mi memoria esas escenograf¨ªas porque he vivido, a lo largo del tiempo, esas estampas: la vieja Redacci¨®n, las redacciones con ruido, con alcohol y gritos, y las redacciones actuales, tan as¨¦pticas como el puente de mando de los trasatl¨¢nticos. Y en todas partes he visto periodistas como esos que he nombrado, en La Tarde de Tenerife, en El D¨ªa de la misma isla, en EL PA?S donde habito¡ En todas partes, y por supuesto tambi¨¦n en otros peri¨®dicos, he visto gente que deseaba que al d¨ªa siguiente hubiera oportunidad de decir, otra vez, ¡°nos sali¨® un buen peri¨®dico¡±. J¨®venes, viejos, de mediana edad, de cualquier secci¨®n, de cuando las secciones se comunicaban como en el camarote de los Hermanos Marx o de cuando las secciones son trincheras y se comunican por mail, siempre he visto entusiastas del periodismo, maestros que estaban felices de seguir aprendiendo, hasta el ¨²ltimo suspiro.
En este peri¨®dico, EL PA?S, he vivido sensaciones as¨ª desde el 4 de mayo de 1976, hace ahora 41 a?os. Todos los a?os, todos, saliendo por las ma?anas, y todos los d¨ªas, todas las semanas, por la ma?ana y por la tarde, con la ansiedad de vivir para contar al d¨ªa siguiente una historia que te dejara satisfecho como se quedaba satisfecho Augusto Delk¨¢der cuando paseaba solo, de arriba a abajo de la Redacci¨®n, cont¨¢ndose a s¨ª mismo que estaba satisfecho, como cuando Camus proclam¨® su viva el periodismo.
Este 4 de mayo, que est¨¢ cerca, tenemos dos heridas fuertes, como de la desgracia: en una semana dos grandes de la Redacci¨®n, de las primeras horas, dos campeones del Periodismo con may¨²sculas, cada uno a su manera, abandonaron este mundo de ruido y de tabaco y de gritos y de m¨¢quinas rebeldes y de ordenadores y de algoritmos y nos dejaron aqu¨ª solos con las l¨¢grimas o las luchas o las incertidumbres de la conjugaci¨®n m¨¢s dif¨ªcil del oficio: la que proviene de la palabra futuro.
Esos dos compa?eros se llaman Joaqu¨ªn Prieto y Miguel ?ngel Bastenier. Uno era el dato, la exactitud, la b¨²squeda de la informaci¨®n como la utop¨ªa perfecta. Y el otro era el periodista de todas las cosas que vivi¨® hasta el final, como su compa?ero, sintiendo que era inmortal, igual que su oficio. Estamos ante el 4 de mayo. 4 de mayo de 2017. No es, no puede ser, como el 4 de mayo de todos los a?os. Es el 4 de mayo sin Joaqu¨ªn Prieto, sin Miguel ?ngel Bastenier. Dos periodistas. Su magisterio moral, su ejemplo, alivia su ausencia. Dos disparos mortales contra el alma del oficio.
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