Gabes, capital del despertar ambiental de T¨²nez
El gran reto del movimiento ambientalista es aportar soluciones que a corto plazo no empeoren el problema cr¨®nico de paro y subdesarrollo que padece la regi¨®n
A pesar de una inoportuna lluv¨ªa, decenas de personas participan en una manifestaci¨®n de protesta que desde el centro de la ciudad de Gabes se dirige hasta el barrio de Shot Essalem. Su playa constituye un lugar simb¨®lico: epicentro de la destrucci¨®n de la naturaleza en la ciudad m¨¢s martirizada por la poluci¨®n en T¨²nez. Cada d¨ªa, la f¨¢brica de transformaci¨®n de fosfatos instalada en las inmediaciones vierte al mar 13.000 toneladas de fosfoyeso, una substancia altamente contaminante. Una riachuelo de agua negra como el carb¨®n sale de sus entra?as y, despu¨¦s de deslizarse por un par de meandros, desemboca en un Mar Mediterr¨¢neo te?ido de un l¨²gubre color.
Abdal¨¢ Zerli, un anciano de mirada acuosa y aspecto fr¨¢gil, es el presidente de la Asociaci¨®n para la Protecci¨®n de la Naturaleza y el Medio Ambiente de Gabes, y est¨¢ considerado como el m¨¢s viejo activista ambiental de la regi¨®n. "Cuando empezamos nuestra labor, en 1975, nadie hab¨ªa o¨ªdo hablar del ecologismo en T¨²nez, y apenas en Europa. Pero a a base de ver como la poluci¨®n afectaba el desarrollo de la zona, y provocaba enfermedades, la gente empez¨® a tomar conciencia del problema", recuerda. Durante la f¨¦rrea dictadura de Ben Al¨ª, cualquier protesta estaba prohibida, tambi¨¦n las de tipo ambiental. Si bien T¨²nez ha experimentado una explosi¨®n de las reivindicaciones sociales tras la revoluci¨®n de 2011, las de tipo econ¨®mico son las predominantes en un pa¨ªs en crisis. Con la excepci¨®n de Gabes. El s¨ªmbolo de su protesta, presente en coches y tiendas en forma de pegatinas y carteles, es el hashtag #sakar_almasab ("cerrad el surtidor", en ¨¢rabe).
Una lucha en un contexto dif¨ªcil
Su cruzada no es f¨¢cil. Situada en el sur marginado del pa¨ªs magreb¨ª, la provincia de Gabes tiene una tasa de desempleo de m¨¢s del 20%, una cifra que asciende al 40% entre los j¨®venes diplomados. Su capital no es solo sede de la principal f¨¢brica de transformaci¨®n de fosfatos, perteneciente al Groupe Chimique Tunisien (GCT), de propiedad p¨²blica, sino que se ha convertido en el hub de la industria petroqu¨ªmica del pa¨ªs e inclye tambi¨¦n compa?¨ªas cementeras y agroalimentarias. Desde la playa de Shot Essalem, se recortan en el horizonte los perfiles de 23 chimeneas que emiten gases contaminantes como el amon¨ªaco, el di¨®xido de azufre o el ¨®xido de nitr¨®geno. En total, el GCT proporciona 3.700 empleos, adem¨¢s de otros centenares de indirectos. Y sus sueldos son tres veces superiores al de los trabajos alternativos en la econom¨ªa tradicional.
La provincia de Gabes tiene una tasa de desempleo de m¨¢s del 20%, una cifra que asciende al 40% entre los j¨®venes diplomados
Adem¨¢s, los fosfatos representan la m¨¢s importante riqueza mineral de T¨²nez, que es extra¨ªda de la zona fronteriza con Argelia y transportada en tren a Gabes. Seg¨²n las estimaciones oficiales, su explotaci¨®n, que permite la elaboraci¨®n de fertilizantes, aporta el 3% del PIB y un 10% de las exportaciones del pa¨ªs, por lo que constituye una fuente important¨ªsima de divisas, sobre todo tras el desplome del sector tur¨ªstico al rebufo de varios atentados terroristas. Tan importante es para el Gobierno, que la compa?¨ªa recurre a una dudosa pr¨¢ctica para comprar la paz social. "Seg¨²n los testimonios de varios activistas locales, el GCT emplea a decenas de j¨®venes en entidades destinadas a proporcionar servicios ambientales, pero son trabajos m¨¢s o menos fictios, pues no tienen ninguna tarea asignada. Cobran sin trabajar. Lo mismo sucede en otras regiones con problemas parecidos", asegura Zo¨¦ Vernin, una investigadora del Foro Tunecino para los Derechos Econ¨®micos y Sociales.
El gran reto del movimiento ambientalista es aportar soluciones que a corto plazo no empeoren el problema cr¨®nico de paro y subdesarrollo que padece la regi¨®n. Slah Rhayem, presidente de la asociaci¨®n Dar Jamiah, que re¨²ne diversas ONG ambientales, disputa la t¨®pica disyuntiva entre "desarrollo y ecologismo", y califica de "regalo envenenado" la implantaci¨®n del GCT en 1972. "Antes, en Gabes ten¨ªamos unos 5.000 agricultores y otros 5.000 pescadores. Tambi¨¦n ¨¦ramos un centro tur¨ªstico, por la belleza de las playas y el paisaje y nuestro oasis que es ¨²nico por estar situado a unos pocos metros del mar. Toda esa riqueza se ha perdido", asevera este dicharachero enfermero.
Los efectos de la poluci¨®n
Sin duda, el impacto m¨¢s directo de esta cat¨¢strofe ecol¨®gica es sobre el mar. El ba?o est¨¢ prohibido en la playa de Shot Essalem, donde se pueden encontrar restos en composici¨®n de tortugas marinas, como documenta la p¨¢gina de Facebook S.O.S. Gabes. Antes de la invasi¨®n del fosfoyeso, compuesto de uranio y radio, el golfo que abriga la ciudad pose¨ªa un rico banco de peces y contaba con unas de 270 especies diferentes. El sabor de sus atunes y gambas era c¨¦lebre en todo el pa¨ªs. Ahora, el frente marino del oasis de Gabes es un desierto. Los pocos centenares de pescadores restantes deben ir a faenar a m¨¢s de 100 kil¨®metros al norte o al sur, cerca de la isla de Yerba, ante el completo ¨¦xodo de peces.
Los pocos centenares de pescadores restantes deben ir a faenar a m¨¢s de 100 kil¨®metros al norte o al sur, ante el completo ¨¦xodo de peces
No solo la fauna marina sufre, tambi¨¦n la flora del oasis. Sus palmeras ofrecen un triste aspecto amarillento, consecuencia del aire sucio, la lluvia ¨¢cida y la salinizaci¨®n de la tierra. Para su proceso industrial, la GCT requiere una ingente cantidad de agua que obtiene de las ricas capas fre¨¢ticas del oasis... hasta dejarlas a un nivel exiguo. "Antes los pozos se llenaban con rapidez, y se pod¨ªa regar cada semana. Ahora hace falta hasta 50 d¨ªas", lamenta Zerli al ser cuestionado sobre la p¨¦rdida de la productividad del palmerar, que antes proporcionaba una generosa cantidad de d¨¢tiles y henna. "Apenas quedan ya agricultores que se ganen la vida con el comercio. Tan solo sobrevive una agricultura de subsistencia", remacha Bechir Zidi, responsable de una organizaci¨®n ambiental de Shot Essalem.
El recinto petroqu¨ªmico destila una horrible olor que provoca picor en los pulmones y que, los d¨ªas de viento de tramontana, se posa sobre la ciudad. Los habitantes se quejan de un incremento alarmante de las enfermedades respiratorias, la fluorosis esquel¨¦tica, de las tasas de esterilidad, y del c¨¢ncer, entre otras. "Aqu¨ª la mayor¨ªa estamos enganchados a esto", apunta Rhayem mientras abre la guantera del coche y muestra un espray para los pulmones. "No contamos con un estudio riguroso sobre los efectos de la contaminaci¨®n, pero te puedo decir que no pasa una semana sin saber un nuevo caso de c¨¢ncer", comenta indignado. El Gobierno se comprometi¨® hace m¨¢s de tres a?os a elaborar un cuadro epidemiol¨®gico de la regi¨®n, pero a d¨ªa de hoy a¨²n no lo ha hecho. O bien, no lo ha querido hacer p¨²blica, como sospechan muchos activistas locales.
Las posibles soluciones
A la hora de buscar soluciones, solo una minor¨ªa apuesta por el cierre de la f¨¢brica de fosfatos, pues implicar¨ªa la p¨¦rdida de miles de empleos. A falta de una propuesta ¨²nica, entre la constelaci¨®n de asociaciones ambientales locales existe al menos el consenso de que la situaci¨®n no puede continuar as¨ª. Todas han lanzado un ultim¨¢tum al Gobierno: si no responde a su demanda de "cerrar el surtidor" antes de finales de junio, habr¨¢ una escalada de las movilizaciones. Una de las posibles soluciones pasa por almacenar los residuos de fosfoyeso en dep¨®sitos subterr¨¢neos. Incluso se ha explorado una posible localizaci¨®n, a varias decenas de kil¨®metros. Sin embargo, los habitantes ya se han movilizado para evitarlo.
Otra posibilidad pasa por el traslado del parque industrial a una zona que est¨¦ poco poblada ¡ªGabes es una de las principales ciudades del sur¡ª. "M¨¢s all¨¢ de la contaminaci¨®n, como no se aplican las normas de seguridad, cualquier d¨ªa podr¨ªa haber un accidente o una explosi¨®n que causara much¨ªsimas v¨ªctimas", alerta Rhayem. Ahora bien, el coste ser¨ªa oneroso para unas arcas p¨²blicas vac¨ªas, y que registran anualmente un d¨¦ficit cercano al 10% del PIB.
Los habitantes se quejan de un incremento alarmante de las enfermedades respiratorias, la fluorosis esquel¨¦tica, de las tasas de esterilidad, y del c¨¢ncer, entre otras
Probablemente, la salida m¨¢s viable pasa por aplicar innovaciones t¨¦cnicas que reduzcan la cantidad de deshechos, y que estos sean reciclados. "El vertido de fosfoyeso al mar est¨¢ prohibido por la Uni¨®n Europea. Es una tarea urgente poner fin a est¨¢ pr¨¢ctica. Hemos aportado varias soluciones inspiradas en las experiencias en otros lugares del mundo. Por ejemplo, el fosfoyeso reciclado se aprovecha en Espa?a para la agricultura, y en China para otras industrias", apunta Mohamed Zrik, diputado por Gabes y presente en la manifestaci¨®n junto con otros dos legisladores de partidos diferentes, una muestra la transversalidad de la demanda.
La protesta ha reunido a perfiles muy diversos de la sociedad local: adolescentes, amas de casa, intelectuales, campesinos, ancianos... Si el Gobierno cree las movilizaciones se deshinchar¨¢n con el paso del tiempo, se equivoca, considera la investigadora Vernin: "En algunas asociaciones, como Stop Pollution, hay muchos j¨®venes involucrados, y estan muy sensibilizados. No se van a cansar. Y es que el oasis litoral y el golfo marino tienen un valor ecol¨®gico ¨²nico en los que se inscribe la historia y la identidad local, y adem¨¢s, representan posibilidades alternativas de futuro". La conciencia ambiental de T¨²nez, y sobre todo en su capital ecologista, ha despertado y no piensar volver a hibernar.
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