La enfermedad senil del socialismo
No es la primera vez que el faccionalismo amenaza al PSOE. Ya lo destroz¨® en el siglo pasado con consecuencias catastr¨®ficas para la Rep¨²blica. Ahora, la lucha provocar¨¢ una fuerte sacudida en el conjunto del campo de las izquierdas
Algo huele a viejo y gastado en el actual enfrentamiento entre los dos candidatos a la secretar¨ªa general del PSOE que han acopiado mayor n¨²mero de avales entre sus afiliados. Como facci¨®n se presentaron en el aciago comit¨¦ federal del 1 de octubre aquellos que, sostenidos en 17 renuncias a permanecer como vocales de la comisi¨®n ejecutiva, escindieron la cabeza del partido en dos: contra y a favor del secretario general que se pretend¨ªa deponer. Fue, por decirlo levemente, un mal paso, y no porque tuvieran o dejaran de tener raz¨®n al impedir la convocatoria de un congreso para ma?ana mismo, sino porque lo dieron al margen de los estatutos, como un acto de fuerza que arruin¨® cualquier posibilidad, si alguna quedaba, de resolver por medio de un debate, que habr¨ªa debido celebrarse en el ¨®rgano competente, sobre una decisi¨®n trascendental para el gobierno del Estado: si pod¨ªa mantenerse aquel ¡°no es no¡± aprobado en otro comit¨¦ federal y que abocaba necesariamente a unas terceras elecciones.
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Al mal paso de aquella facci¨®n sigui¨®, tras un breve tiempo de retirada, el retorno del defenestrado secretario general llamando a una rebeli¨®n de la base contra la dirigencia del partido para recuperar el poder que de mala manera le fue arrebatado. Se trata en efecto de una operaci¨®n de reconquista de la posici¨®n perdida sin que de momento nadie sepa, porque nadie lo ha explicado, con qu¨¦ prop¨®sito. Rendido tal vez a la evidencia de que un No en pol¨ªtica provoca un vac¨ªo que solo puede llenar un S¨ª alternativo, tal vez lo que pretenda la facci¨®n de Pedro S¨¢nchez, lanzada a la reconquista del poder, consista en llevar a cabo por fin la alternativa de la que se habl¨® un d¨ªa sin que nadie llegara a desentra?ar qu¨¦ misterio en ella se ocultaba.
Pero eso, hoy, es lo de menos. Lo que importa es que el faccionalismo, que ya destroz¨® al socialismo espa?ol en la coyuntura m¨¢s tr¨¢gica del siglo pasado, con consecuencias catastr¨®ficas para la Rep¨²blica asaltada por una rebeli¨®n militar, ha resurgido en el PSOE provocando una escisi¨®n en la cima, que agrieta todo el cuerpo a causa, como entonces, de insalvables diferencias en la definici¨®n de su pol¨ªtica de alianzas. M¨¢s all¨¢ de enconos personales, esta es de nuevo la cuesti¨®n que no puede resolverse sin tener en cuenta la circunstancia en que se plantea: un tiempo de regresi¨®n de la democracia representativa en todo el mundo, de hundimiento m¨¢s que declive de la socialdemocracia en toda Europa, de ascenso de aut¨®cratas electivos, de quiebra del pacto social de la posguerra, de nuevos populismos con un cercano parentesco con los viejos fascismos, sean de derecha o de izquierda, que de todo hubo tambi¨¦n en los a?os treinta. Todo lo cual, adobado en Espa?a en la salsa espesa de la corrupci¨®n de esas ¨¦lites execrables, catalana, madrile?a, valenciana, que act¨²an en pol¨ªtica como madres superioras de un convento de monjas rapaces.
Estas son elecciones directas a la secretar¨ªa general de un partido en trance de descomposici¨®n
En una situaci¨®n as¨ª, con todas las costuras del sistema de la pol¨ªtica crujiendo al mismo tiempo, quiz¨¢ podr¨ªan los implicados en esta triste batalla faccional decretar una suspensi¨®n de armas, un armisticio, una tregua; sentarse a hablar, por s¨ª y con equipos ad hoc, de lo que les enfrenta; y firmar un compromiso con una cl¨¢usula seg¨²n la cual el elegido en las elecciones para la secretar¨ªa general renuncia a presentarse como candidato o candidata a la presidencia de Gobierno. Estas son elecciones directas a la secretar¨ªa general de un partido en trance de descomposici¨®n: quien ocupe el puesto tendr¨ªa que dedicar todo su tiempo y af¨¢n a recomponer su unidad en torno a un plan urgente de acci¨®n pol¨ªtica que, tras una amplia participaci¨®n de todos los afiliados, pueda ser refrendado en un congreso. Tal vez con esa firma, quedar¨ªa un solo candidato, el de menos avales, y los otros dos, jefes de facci¨®n, podr¨ªan dedicarse a calentar motores para postularse luego como candidatos a la presidencia del Gobierno, que es, en definitiva, a lo que aspiran.
Ya, claro, pol¨ªtica ficci¨®n. Sin duda, es pol¨ªtica ficci¨®n, pero ?cu¨¢l es la alternativa? El triunfo de una facci¨®n sobre otra, despu¨¦s de una campa?a a cara de perro, cuyo resultado final ser¨¢ la consolidaci¨®n del faccionalismo, abierto en el comit¨¦ federal de 1 de octubre y agravado por todo lo ocurrido desde entonces. Un resultado que no puede conducir m¨¢s que a una escisi¨®n de hecho, aunque pretenda cubrirse con una vacua ret¨®rica unitaria, al estilo de las que ya sermonean los dos candidatos mejor situados. Cuando dos facciones se enfrentan tras haberse hartado de arrojar mutuamente agravios a la cara, el triunfo de una acaba en la liquidaci¨®n ¡ªpol¨ªtica, se entiende¡ª de la otra.
La consecuencia final de esta paralizante situaci¨®n ser¨¢ un descenso a la irrelevancia
Para el PSOE, la divisi¨®n final en dos facciones, con el secretario general enfrentado a las direcciones territoriales en el caso de un triunfo de S¨¢nchez, o con la secretaria general atrincherada en Andaluc¨ªa, si gana D¨ªaz, agudizar¨¢ la desafecci¨®n de buena parte de afiliados y votantes y lo convertir¨¢ en un partido incapaz de ofrecer, menos a¨²n de liderar, una alternativa al gobierno de la derecha cuando llegue el momento de convocar elecciones. La consecuencia final de esta paralizante situaci¨®n ser¨¢ un descenso a la irrelevancia o la retirada a una esquina de un cuadril¨¢tero superpoblado de fuerzas o grupos de izquierda en los ¨¢mbitos locales o regionales, cada cual a lo suyo, sin nadie capaz de aglutinar tanta fragmentaci¨®n en un proyecto de Estado.
Porque esta lucha de facciones en el principal partido de la oposici¨®n provocar¨¢ sin remedio una fuerte sacudida en el conjunto del campo de las izquierdas, anulando, si alguna hab¨ªa, cualquier posibilidad de pacto entre ellas. Y no porque consumado al fin el famoso sorpasso, Podemos se alce con el santo y la limosna, sino porque buena parte de los votantes socialistas, sector mayores, jubilados, ¨¢mbitos rurales, pero tambi¨¦n resto de profesionales y clases medias de edad madura, romper¨¢n amarras y llevar¨¢n sus votos a otros puertos cuando el PSOE aparezca como fuerza residual en el Sur o cuando Iglesias ofrezca la vicepresidencia a S¨¢nchez y ambos se presenten en p¨²blico pu?os en alto, como en los buenos viejos tiempos de izquierda unida jam¨¢s ser¨¢ vencida: si el faccionalismo es hoy la enfermedad senil del socialismo, el izquierdismo era ya, en tiempos de Lenin, la enfermedad infantil del comunismo.
Santos Juli¨¢ es historiador.
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