Vlad¨ªmir Komarov, un m¨¢rtir sin causa
H ACE UNOS D?AS, cuando se cumplieron 50 a?os de su muerte, nadie lo record¨®. Vlad¨ªmir Mij¨¢ilovich Komarov fue el h¨¦roe de dos causas ¨Cque ahora est¨¢n¨C perdidas: una porque ya no, la otra porque todav¨ªa no. La Uni¨®n Sovi¨¦tica no volver¨¢; la carrera espacial vuelve de a poco.
Komarov naci¨® en Mosc¨² en 1927, mientras los ¨²ltimos alientos revolucionarios se fund¨ªan en el pu?o de un georgiano bigotudo. Su padre, jornalero, celebr¨® que su primer var¨®n fuese a la escuela. Pero la invasi¨®n alemana arruin¨® todo: el peque?o Komarov tuvo que trabajar en una granja para reemplazar a los campesinos ya soldados. Se destacaba en matem¨¢ticas: en 1942, a sus 15, lo mandaron a una escuela de pilotos de combate; su padre, mientras, muri¨® en una trinchera.
Komarov no alcanz¨® a pelear en esa guerra: se qued¨® con las ganas de ser h¨¦roe. Ya piloto, prosper¨® en el Ej¨¦rcito del Aire; en 1957, a sus 30, vio con maravilla c¨®mo una perra primero y un hombre despu¨¦s volaban al espacio y lanzaban a la Uni¨®n Sovi¨¦tica a la conquista decisiva. Ella se llamaba Laika, ¨¦l Yuri Gagarin; fueron sus h¨¦roes.
Komarov quiso ser como ellos. Se postul¨®, lo eligieron entre miles, lo entrenaron a fondo: los astronautas eran lo m¨¢s selecto del sistema, veinte atletas-soldados-ingenieros, portaestandartes de la bandera roja. Por fin despeg¨®: el 12 de octubre de 1964 capitane¨® al Voskhod 1 en una misi¨®n llena de ¨¦xitos. Se hab¨ªa preparado durante cinco a?os; el vuelo dur¨® un d¨ªa. Cuando volvi¨® lo hicieron h¨¦roe de la Uni¨®n Sovi¨¦tica; recorr¨ªa con sus camaradas las estepas para que sus paisanos sintieran la grandeza de la patria.
El mando decidi¨® acelerar la operaci¨®n Soyuz, cuyo tripulante ser¨ªa el primero en flotar en el espacio; los astronautas protestaron, no hubo caso.
En 1967 la carrera por el espacio se estaba acelerando. Los americanos se preparaban para atacar la Luna; la URSS no pod¨ªa tolerar esa derrota. La revoluci¨®n cumpl¨ªa medio siglo y precisaba un golpe. El mando decidi¨® acelerar la operaci¨®n Soyuz, cuyo tripulante ser¨ªa el primero en flotar en el espacio; los astronautas protestaron, no hubo caso. El coronel Komarov fue designado para comandar la nave: sab¨ªa que no funcionar¨ªa y pens¨® en negarse, pero le dijeron que, si no iba, Yuri Gagarin ir¨ªa en su lugar. Por salvarlo, acept¨®; s¨®lo pidi¨® que lo velaran a caj¨®n abierto, para que los se?ores del Kremlin vieran lo que hab¨ªan hecho.
El Soyuz 1 despeg¨® el 23 de abril a las 0.32; a las 4.00 ya estaba claro que nada funcionaba. Desde tierra le ordenaron que abortara, que volviera. No era f¨¢cil, pero Komarov era un gran piloto: casi lo consigue. Lleg¨® a entrar en la atm¨®sfera y prepar¨® el aterrizaje, pero el paraca¨ªdas tampoco funcion¨®. Desde un puesto de la CIA en Turqu¨ªa captaron por radio los insultos del hombre que ca¨ªa a miles de kil¨®metros por hora.
De su solemne funeral quedaron fotos: una especie de ra¨ªz carbonizada, retorcida, y unos se?ores gordos que tratan de no verlo. La prensa sovi¨¦tica, faltaba m¨¢s, no cont¨® la verdadera historia: Komarov se volvi¨® un m¨¢rtir destinado a vivir para siempre en el pante¨®n del Kremlin. Si todo hubiera seguido como entonces, Komarov hoy ser¨ªa un nombre para tantas cosas.
Pero fue que se qued¨® sin causas. El pante¨®n ya cerr¨®; el espacio est¨¢ abierto. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, la empresa m¨¢s importante que los hombres hayan intentado fue casi abandonada por dif¨ªcil, por cara, por lejana. Est¨¢ volviendo poco a poco, s¨®lo que ahora ya no son los Estados quienes la encabezan. Acorde con la tendencia general, parece que tambi¨¦n ocupar Marte va a volverse el negocio de unos pocos.
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