Gorilas sin causa
Hoy en el mundo triunfa el modelo de liderazgo del ¡®hombre fuerte¡¯: Putin, Erdogan, Xi, Modi. Y eso indica que la evoluci¨®n humana a la felicidad es, a veces, un espejismo
¡°Somos una variante de la especie del mono en un peque?o planetaque da vueltas alrededor de una estrella insignificante¡±. William Boyd, novelista ingl¨¦s
Tres comidas al d¨ªa y tres siestas, 12 horas de sue?o cada noche, ejercicio diario al aire libre, ambiente familiar relajado: viendo de cerca este fin de semana c¨®mo viven los gorilas que habitan las laderas de los volcanes de Ruanda es dif¨ªcil evitar la tentaci¨®n de concluir que nuestros primos peludos se lo han montado bastante mejor que nosotros desde que se bifurcaron nuestros caminos hace ocho millones de a?os. Han conseguido sin trabajo, sin guerras, sin banderas, sin ideolog¨ªas, sin religiones, sin ambiciones, sin causas y con un m¨ªnimo de complicaciones el estilo de vida al que siempre ha aspirado, y en el mejor de los casos muy fugazmente ha logrado, el homo sapiens.
Otros art¨ªculos del autor
Dif¨ªcil tambi¨¦n no arriesgarse a ser un poco pretencioso y citar algunas l¨ªneas de un poema que me vinieron a la mente mientras me deten¨ªa a seis metros de una familia de 12 gorilas en la selva ruandesa, observ¨¢ndoles fascinado mientras ellos o no me hac¨ªan ni caso o me miraban con fundado desd¨¦n.
¡°Creo que podr¨ªa vivir con los animales / son tan pl¨¢cidos y seguros de s¨ª mismos¡¡±, escribi¨® Walt Whitman. ¡°No se lamentan de su destino / no se pasan la noche en vela llorando por sus pecados¡ / Ninguno est¨¢ insatisfecho, a ninguno le enloquece la man¨ªa de poseer cosas. / Ninguno se arrodilla ante otro¡ / Ninguno es ni respetable ni desdichado en toda la faz de la tierra¡±.
Ruanda es un pa¨ªs particularmente indicado para reflexionar sobre la quimera del progreso humano. En 1994, mientras los gorilas se echaban sus siestas en paz, abajo en los valles hordas humanas mataron a un mill¨®n de hombres, mujeres y ni?os con machetes, palos o martillos, en cien d¨ªas. Tambi¨¦n se echan o se echaban sus siestas, pl¨¢cidos y seguros de s¨ª mismos, durante la barbarie que hoy vive Oriente Pr¨®ximo, durante el genocidio de Camboya en los a?os setenta; la bomba de Hiroshima, el horror de los nazis, la carnicer¨ªa de la I Guerra Mundial y las masacres que llevaron a cabo nuestros antepasados m¨¢s lejanos en la Edad Media, durante el Imperio romano y desde tiempos (al menos) del antiguo testamento, casi siempre con el noble objetivo de crear un mundo mejor.
Salvo en la ciencia, seguimos sin avanzar en lo m¨¢s esencial de nuestra condici¨®n humana y todas las ideas que se han propuesto (marxismo, capitalismo, catolicismo, islamismo, etc¨¦tera) para recuperar el para¨ªso perdido o crear el cielo en la tierra han acabado generando m¨¢s esperanza que resultados.
Hillary Clinton perdi¨® porque, por muy alfa que fuera en conocimientos, nunca iba a ser un macho
Durante la hora que observ¨¦ a la feliz familia gorila en la monta?a solo hubo un breve momento de tensi¨®n, el ¨²nico que me hizo recordar nuestro parentesco com¨²n. Ocho o nueve de ellos estaban descansando o rasc¨¢ndose o jugando con los peque?os cuando de repente irrumpi¨® en la escena el macho alfa, obligando a que todos dejaran de hacer lo que estaban haciendo y se apartaran de su camino. Cinco segundos despu¨¦s, una vez que el musculoso paterfamilias hab¨ªa encontrado un hueco donde reclinarse c¨®modamente, se recuper¨® la armon¨ªa y la serenidad.
Volaremos hoy a la Luna o a Marte, tendremos televisi¨®n, telef¨®nos m¨®viles, Internet, Facebook y Uber, pero seguimos tan sumisos a la figura del l¨ªder como cuando viv¨ªamos en las cavernas. Veamos el caso franc¨¦s. La inauguraci¨®n, ayer, de Emmanuel Macron como presidente ha generado art¨ªculos en medio mundo, o al menos en media Europa, analizando la posibilidad de que la derrota al populismo que Macron representa se pueda replicar en otros pa¨ªses. Columnistas y otros expertos pol¨ªticos se pierden en an¨¢lisis sesudos de la globalizaci¨®n, del elitismo, de la desigualdad como factores decisivos de cambio pol¨ªtico. Pero olvidan la lecci¨®n m¨¢s importante de las recientes elecciones francesas: lo m¨¢s b¨¢sico, lo m¨¢s primario, lo m¨¢s prehumano y lo m¨¢s determinante en una elecci¨®n democr¨¢tica es la capacidad de persuasi¨®n emocional del l¨ªder.
Se ha hablado mucho en Reino Unido en la ¨²ltima semana sobre la necesidad de imitar el ejemplo franc¨¦s de Macron con su nuevo movimiento pol¨ªtico, En Marche!, y crear un nuevo partido pol¨ªtico para llenar el vac¨ªo que ha dejado el partido laborista del triste e inepto Jeremy Corbyn. Lo que pocos dicen es que no es tanto un nuevo partido con nuevas ideas lo que se necesita sino un l¨ªder carism¨¢tico para sacar al pa¨ªs del unipartidismo al que hoy est¨¢ condenado. Si tras la inevitable derrota electoral en junio ante los conservadores de Theresa May el partido laborista cambia a Corbyn por un Macron brit¨¢nico es altamente probable (casi una garant¨ªa, m¨¢s bien, tras la inevitable debacle del Brexit) que gane las pr¨®ximas elecciones generales.
Macron el personaje ha sido mucho m¨¢s decisivo en la derrota del Frente Nacional de Marine Le Pen que las poco espec¨ªficas pol¨ªticas de ¡°apertura¡± y ¡°reforma¡± que Macron el ide¨®logo ha prometido. Donald Trump gan¨® a Hillary Clinton por muchos motivos, entre ellos lo raro del sistema electoral estadounidense y la ignorancia, mal gusto e infantilismo de un alto sector del electorado de su pa¨ªs. Pero al fin de cuentas gan¨® por la misma raz¨®n que ganaron todos los anteriores presidentes de Estados Unidos. Se impuso la biolog¨ªa. Trump transmiti¨® una imagen de liderazgo a la altura de la de Hillary Clinton, cuya mayor debilidad frente al sector menos evolucionado pero m¨¢s decisivo del electorado fue que por m¨¢s alfa que fuese en sus conocimientos e inteligencia, nunca iba a ser un macho.
Lo m¨¢s b¨¢sico en una elecci¨®n democr¨¢tica es la capacidad de persuasi¨®n emocional del l¨ªder
Yendo m¨¢s all¨¢ de las llamadas ¡°maduras¡± democracias occidentales vemos c¨®mo se impone hoy en el mundo el modelo de liderazgo del ¡°hombre fuerte¡±. Putin en Rusia, Erdogan en Turqu¨ªa, Xi Jinping en China, Modi en la India: l¨ªderes gorilescos todos, jefes de pa¨ªses cuyas poblaciones cubren m¨¢s o menos la mitad de la humanidad. Lo cual nos ofrece otra prueba m¨¢s, por si fuera necesaria, de que hemos heredado lo peor y perdido lo mejor de la jungla, y la noci¨®n de la evoluci¨®n humana hacia una forma de vida m¨¢s sana, serena y feliz es, en el fondo, un espejismo.
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