El otro rapto de Europa
El continente que sue?a Macron solo es posible si logra convencer a Berl¨ªn y Bruselas de la necesidad del cambio

Desde ayer, Emmanuel Macron es el nuevo presidente de Francia. Sus o¨ªdos han escuchado los ecos del Himno a la Alegr¨ªa, banda sonora oficial de la Uni¨®n Europea, y con la misma fuerza han sonado los acordes de La Marsellesa, anunciando su irrupci¨®n en la vida pol¨ªtica francesa.
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Toda la Europa comunitaria, es decir, los funcionarios y los que no son esc¨¦pticos, han aplaudido con furor la llegada de un joven presidente al palacio del El¨ªseo que trae consigo dos claros mensajes para el resto del continente. El primero, la contenci¨®n de los populismos, aunque siga cumpli¨¦ndose el designio de que gran parte de los viejos partidos que gobernaron el mundo ahora est¨¢n en peligro o en v¨ªas de extinci¨®n. Y el segundo, que Macron viene a reafirmar la vigencia del pensamiento europe¨ªsta.
Pero, ?qu¨¦ clase de pensamiento europe¨ªsta? ?El del rapto de Europa? Recordemos que el c¨¦lebre cuadro de Rembrandt plasma el momento en el que Zeus, en forma de toro blanco, se lleva no un ideal, sino a una hermosa princesa que, seg¨²n la leyenda, nunca volvi¨® a aparecer. Europa est¨¢ secuestrada por la misma gente y por los mismos protagonistas que est¨¢n detr¨¢s de la grave crisis que atraviesa el proyecto europeo.
Un d¨ªa despu¨¦s de que Macron ganase la elecci¨®n presidencial, la canciller alemana, Angela Merkel, por una parte, y el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker, por otra, mostraron cu¨¢l era realmente el problema para la posible regeneraci¨®n europea: no hay interpretaci¨®n distinta a la de Alemania.
Desde Napole¨®n, quien domina Alemania, domina Europa. Sin embargo, la historia posterior ha puesto de manifiesto que, cada vez que Europa ha estado en manos alemanas, el Viejo Continente se ha enfrentado a graves peligros y m¨²ltiples guerras, lo cual solo lleva a la conclusi¨®n de que una Europa alemana es menos conveniente que una Alemania europea.
Vivimos tiempos en los que la especulaci¨®n pol¨ªtica se concentra en las redes sociales
En ese sentido, me sigue asombrando la desfachatez de Juncker y su pol¨ªtica intervencionista en los asuntos internos de los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea y en la negociaci¨®n previa al refer¨¦ndum suicida de David Cameron sobre el Brexit, que solo sirvi¨® para cargar los cartuchos de los euroesc¨¦pticos brit¨¢nicos. Merkel y Juncker le han dicho a Macron que no puede mover ni una coma y que la Europa que ¨¦l sue?a ¡ªla misma que so?aron los grandes forjadores del pensamiento europeo¡ª s¨®lo es posible siempre y cuando se ajuste a lo que piensa Berl¨ªn y a las necesidades de los bur¨®cratas de Bruselas.
Macron gan¨® con la idea de Europa, sin embargo, la Europa que gobierna, a la que se ha impuesto, no acepta las ideas de Macron. A partir de aqu¨ª est¨¢ clara la disyuntiva del inexperto presidente al que comparan con Napole¨®n porque o inventa con los restos de la Europa del Sur una visi¨®n alternativa a Alemania o sigue los tristes pasos de su antecesor, Fran?ois Hollande, y se dedica a usar el puente a¨¦reo entre Par¨ªs y Berl¨ªn para secundar lo que ordene Merkel y lo que imponga Juncker.
Mientras tanto, las calles de Par¨ªs ser¨¢n las que ardan, las huelgas se producir¨¢n en Francia y el fen¨®meno del populismo ir¨¢ subiendo frente a quienes quieren destruirlo. Vivimos tiempos en los que la especulaci¨®n pol¨ªtica se concentra en las redes sociales y en los que los pilares de las sociedades se van disolviendo uno tras otro. Todo est¨¢ por inventarse. Se puede construir, como en el caso de Macron, o destruir, como en el caso de Le Pen.
Pero, a partir de este momento, el nuevo inquilino del El¨ªseo, el que quiere ganar las elecciones legislativas de junio, tiene que tener claro que si venci¨® invocando el nombre de Europa, ahora Europa tiene que abrir la puerta para que quepan pa¨ªses como Francia, algo que, a tenor de los recientes movimientos de los l¨ªderes europeos, no parece posible.
As¨ª que la ¨²nica posibilidad de ¨¦xito para Macron ser¨¢ liderar el movimiento de reivindicaci¨®n europeo que, inevitablemente, deber¨¢ pasar por la redefinici¨®n de los modelos y los ideales del continente, por la limitaci¨®n de los poderes de los funcionarios de Bruselas y, finalmente, por la comprensi¨®n de que cuando Alemania dirige Europa e impone su hegemon¨ªa, inmediatamente se vuelve autista, y piensa que todo lo que Berl¨ªn cree, todo lo que hace y todo lo que piensa, es lo que el resto debe creer, hacer y pensar.
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