La fiesta de la comunidad libre de extracci¨®n petrolera
Visitamos al pueblo kichwa de Sarayaku durante el Uyantza Raymi 2017, fiesta tradicional de cacer¨ªa que pinta de color, sabor y danza la Amazonia ecuatoriana y celebra la conservaci¨®n de un territorio
En el coraz¨®n de la infinita y verde Amazon¨ªa ecuatoriana se encuentra el pueblo del medio d¨ªa. A las orillas del r¨ªo Bobonaza, la comunidad originaria kichwa de Sarayaku celebra la Uyantza Raymi 2017, la fiesta tradicional de cacer¨ªa que cada dos a?os pinta de colores, sabores y danza las entra?as de la selva ecuatoriana. Conjuga la celebraci¨®n de una tradici¨®n, pero tambi¨¦n pone en pr¨¢ctica la conservaci¨®n de un territorio libre de explotaci¨®n petrolera, el desarrollo sostenible en la Amazon¨ªa ecuatoriana y el mantenimiento de la soberan¨ªa alimentaria de un pueblo de 1.600 habitantes.
Esta fiesta se organizaba anta?o anualmente, pero dada la conciencia de la comunidad sobre la necesidad de sostenibilidad, han decidido realizarla una vez cada dos a?os. Aumentar¨¢n la periodicidad a tres y pronto quiz¨¢ se celebrar¨¢ cada lustro. Es la forma que tiene este pueblo de mantener sus fiestas tradicionales y su identidad, pero adapt¨¢ndolas a los nuevos tiempos, en los que los animales escasean en la selva.
Sarayaku es un pueblo amaz¨®nico que ha tomado conciencia de la necesidad de limitar su acci¨®n extractiva en la selva y ha decidido modificar sus tradiciones para asegurar el futuro de las pr¨®ximas generaciones, actuando frente al contexto de cambio clim¨¢tico en todo el mundo, que se hace notar especialmente en regiones como la cuenca amaz¨®nica. El pueblo originario kichwa de Sarayaku mantiene su territorio libre de explotaci¨®n petrolera, lo cual permite que sus habitantes gocen de los recursos naturales de sus suelos. Los habitantes de esta comunidad viven a base de agricultura, caza y pesca. La soberan¨ªa alimentaria se encuentra en su territorio y la fiesta Uyantza Raymi permite articular tanto identidad como conservaci¨®n del medio ambiente en la Amazon¨ªa ecuatoriana.
Uyantza Raymi: celebrando la vida
Los hijos del medio d¨ªa, cuya resistencia frente al Estado ecuatoriano dura ya 30 a?os, nos dan la bienvenida a su fiesta para compartir y ense?arnos que la construcci¨®n cultural, social y pol¨ªtica de otro mundo es posible. Uyantza Raymi es justamente la muestra del agradecimiento y conexi¨®n que este pueblo tiene con la selva viviente (Kawsak Sacha), la materializaci¨®n de su unidad, su fuerza y su lucha en la construcci¨®n de su autonom¨ªa.
A finales de enero del presente a?o comenzaron los preparativos. Toda la comunidad se entreg¨® a sus tradiciones y sus cuatro Yachukkuna (anfitriones de la fiesta): lanza, warmiwawa, kariwawa y rusariu mama dan inicio a la Uyantza. La fiesta comenz¨® con una recogida colectiva de le?a, Yantankichu, que servir¨ªa para sostener el fuego de la fiesta durante las siguientes semanas. Tras esta minga o trabajo comunitario, 200 karikuna (hombres) se internaron en la selva. Ringichu, la despedida de los hombres, dio paso a 14 d¨ªas de caza en la m¨¢gica y feroz selva ecuatoriana.
Sarayaku es un pueblo amaz¨®nico que ha tomado conciencia de la necesidad de limitar su acci¨®n extractiva en la selva y ha decidido modificar sus tradiciones para asegurar el futuro
Mientras, las Sarayaku warmikuna (mujeres de Sarayaku) se reconectaban con la tierra y, en una espiritualidad colectiva, sacaban de sus chakras los frutos de lumucaspi (yuca). La yuca es un fruto sagrado que al ser cocido, masticado y fermentado en una uni¨®n comunitaria da paso a la creaci¨®n de la bebida ic¨®nica de la fiesta: la chicha. Creadoras de equilibrio y vida, las mujeres cuecen y esculpen la belleza de las fiestas. En una fusi¨®n con la tierra, entre vasijas y chicha, las Sarayaku warmikuna se preparan para el retorno de los cazadores y para el inicio de la celebraci¨®n.
Shamunkichu, el retorno de los cazadores, marc¨® el inicio de los cuatro d¨ªas de fiesta. La madrugada del 10 de febrero, el retumbar de los tambores acompa?¨® a los sonidos nocturnos de la selva. La tierra lat¨ªa al son del mon¨®tono e imponente sonido, que anunciaba que al amanecer regresar¨ªan los cazadores.
A la luz del d¨ªa, mujeres y ni?os los esperaban a las orillas del gran r¨ªo de ma¨ªz. Entre alegr¨ªa y sonrisas, los hombres entregaron la caza a sus mujeres y ni?os. Estos, en una marcha al comp¨¢s de los tambores, zapatearon hacia las casas de los anfitriones para realizar el conteo de las carnes que la selva y los hombres hab¨ªan provisto para la celebraci¨®n de este a?o. Risas, alegr¨ªa y un compartir inmenso acogieron el inicio de la fiesta. Las mujeres contaron y prepararon la carne para colgarla en los techos de las casas principales, mientras daban de beber chicha a los hombres y a todos los que goz¨¢ban de esta fiesta.
Sisa Kamari se festej¨® el segundo d¨ªa. Los hombres recogieron ramos de palma y las mujeres juntaron flores para adornar la plaza central, formando un c¨ªrculo inmenso de danza, zapateo y m¨²sica. Los ritmos se mezclaron con el jugueteo y el goce de la fiesta. La chicha, los tambores y la danza fueron y son la fuente de celebraci¨®n del pueblo del medio d¨ªa.
Ba?ados en un fren¨¦tico baile de chicha, llega el atardecer. La lluvia se mezcl¨® con la infinita oscuridad de la noche amaz¨®nica, marcando el final de una m¨¢gica jornada. Tras dos d¨ªas de festejos, se realiz¨® la gran comida, Kamari. En ella, se descolgaron las carnes cazadas para compartir con todos en un gran banquete. La hospitalidad, alegr¨ªa y hermandad hicieron de esa gran comida una ceremonia de unidad.
La fiesta se cerr¨® con el resonar imponente de los tambores. Tras cuatro d¨ªas de celebraci¨®n, los anfitriones de la fiesta finalmente cargaron sobre sus hombros las pieles de los animales cazados, culminando as¨ª esta temporada festiva. Las pieles ba?adas en chicha retornaron al r¨ªo, a la tierra de la cual vinieron. El ciclo de gratitud con la naturaleza se sell¨® con esta marcha simb¨®lica.
Tras dejar el r¨ªo cubierto de pieles y chicha, las mujeres y los ni?os volvieron a la plaza para seguir bailando. El lanzamiento de las vasijas contra el techo de las casas marc¨® el final. Entre pedazos de barro esculpido, lodo, chicha y mucha alegr¨ªa, todos los participantes y visitantes en Sarayaku bailaron al son de los tambores, mientras un nuevo atardecer sell¨® la Uyantza Raymi 2017. Cuatro d¨ªas de festejo muestran la fortaleza, uni¨®n y conexi¨®n que este pueblo sostiene. Desde las profundidades de la selva viviente, su cultura y lucha construyen una voz de cambio, aseguran.
Danzas infinitas de largas cabelleras negras que se balancean al son de los tambores, de un sonido imponente que retumba como la tierra. Estos, los colores de su cultura ancestral, reconectan con el coraz¨®n y los tesoros de la Amazon¨ªa ecuatoriana. Sus miradas profundas bordeadas entre dise?os de wituk (fruto utilizado como pigmento) son una ventana a la fortaleza de los hijos del mediod¨ªa. Miradas que reafirman y entonan voces de resistencia. Cantos de autonom¨ªa que surgen de las entra?as del r¨ªo gran de ma¨ªz, Sarayaku.
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