Singapur veta a extranjeros su D¨ªa del Orgullo Gay
Aumentan las medidas que ponen cortapisas a la libertad de expresi¨®n y reuni¨®n en la isla
Los extranjeros no podr¨¢n participar en el D¨ªa del Orgullo Gay de Singapur. As¨ª lo anunciaba, ¡°con profundo pesar¡±, la organizaci¨®n que convoca el llamado ¡°Pink Dot¡± (¡°Punto Rosa¡±) un evento a favor de la comunidad gay, l¨¦sbica, bisexual y transg¨¦nero (LGBT) que se celebra cada 1 de julio en la isla desde 2009. La cita se ha convertido en la primera v¨ªctima visible de las nuevas restricciones contra la libertad de expresi¨®n y asamblea que la ciudad-Estado, propensa a regular y controlar hasta el paroxismo, ha puesto recientemente en marcha.
Se trata de una serie de enmiendas a la Ley de Orden P¨²blico de 2009 adoptadas el pasado abril. Unos cambios que buscan, sobre todo, restringir la participaci¨®n extranjera en manifestaciones y dar m¨¢s poder a la polic¨ªa para vedarlas. ¡°La posici¨®n tradicional del Gobierno ha sido la de impedir que se importen pol¨ªticas extranjeras en Singapur y que (¨¦stas) interfieran en nuestros asuntos dom¨¦sticos, especialmente aquellos de naturaleza pol¨ªtica o controvertida¡±, se?alaba el ministro de Asuntos Dom¨¦sticos, K. Shanmugam, al anunciar la reforma.
Antes, por ejemplo, los ciudadanos for¨¢neos o residentes no permanentes (alrededor de un 30% de los 5,5 millones de habitantes de Singapur) pod¨ªan acudir a este tipo de actos como ¡°observadores¡± y no como ¡°participantes¡±. Pero el Parlamento isle?o elimin¨® dicha distinci¨®n, considerando que cualquiera que se acerque al encuentro ¨Cincluso a una distancia prudente- forma parte de la segunda categor¨ªa. Un circunloquio legal con el objetivo final de impedir el acceso a los no singapurenses, so pena de una multa de unos 6.500 euros y hasta seis meses de c¨¢rcel.
Para garantizarlo los organizadores han pedido a los ciudadanos que presenten sus carn¨¦s de identidad a la llegada. El requisito no solo puede resultar abrumador, ya que en a?os previos el ¡°Pink Dot¡± ha llegado a congregar a cerca de 30.000 personas, sino dif¨ªcil de llevar a la pr¨¢ctica, pues la cita tiene lugar en medio de un parque de la ciudad, en el llamado ¡°Speakers¡¯ Corner¡± (¡°Rinc¨®n de los Oradores¡±). Situado en el jard¨ªn p¨²blico Hong Lim, es el ¨²nico enclave de Singapur en el que est¨¢ permitido manifestarse, aunque solo si se cumplen las trece p¨¢ginas de requisitos y condiciones impuestas por ley.
Adem¨¢s de suponer un reto a las manifiestas habilidades organizativas de Singapur, la restricci¨®n ha ensombrecido uno de los pocos eventos de los que la isla, a¨²n muy atr¨¢s en pol¨ªticas por los derechos de la comunidad LGBT, pod¨ªa darse el lujo de presumir. Las relaciones sexuales gais contin¨²an prohibidas por ley en la ciudad-Estado asi¨¢tica, sin que se prevea que la situaci¨®n cambie pronto: el primer ministro Lee Hsien Loong, hijo del ¡°padre¡± de la patria, Lee Kuan Yew, as¨ª lo insinuaba en una reciente entrevista a la cadena brit¨¢nica BBC.
Por otro lado, el impacto de las regulaciones en un acto tan popular como el ¡°Pink Dot¡± (llamado as¨ª porque los participantes se enfundan camisetas rosas y se concentran formando un gran punto), ha puesto el foco sobre otros cambios que hab¨ªan pasado m¨¢s desapercibidos. Entre otros, la ley modificada da potestad a la polic¨ªa para rechazar el permiso a un ¡°encuentro p¨²blico¡± si ¨¦ste tiene un ¡°fin pol¨ªtico¡± y ata?e o es organizado por ciudadanos o entidades no singapurenses. Ello impidi¨®, por ejemplo, que se llevara a cabo un acto de apoyo al gobernador encarcelado de Yakarta, previsto para el pasado fin de semana en el ¡°Speakers¡¯ Corner¡±.
Las nuevas restricciones han disparado las alarmas de organizaciones como Human Rigths Watch (HRW) o Amnist¨ªa Internacional (AI). ¡°Nuestra preocupaci¨®n es que las autoridades utilicen sus nuevos poderes para cercenar a¨²n m¨¢s la libertad de expresi¨®n y asamblea pac¨ªfica en un pa¨ªs en el que los cr¨ªticos con el Gobierno y activistas son ya duramente controlados¡±, afirma Josef Benedict, de AI.
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