Las mil caras de David Bowie
![El parche, el pendiente de aro, los fulares y las plataformas de Diamond Dogs le hicieron precursor del 'punk'. Aqu¨ª, en una entrevista junto a su esposa, Angie, y su hijo Zowie (el hoy director de cine Duncan Jones) en 1974.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6MDED2CJTAN45M3WLNF2XDSZ64.jpg?auth=4fc3288845dde8da516b844d6fd1faa09e64f7078af3a4567a0f685e73057724&width=414)
TODO EMPEZ? con un corte de pelo. Haber abducido a media Inglaterra cuando la BBC escogi¨® su Space Oddity para retransmitir el primer alunizaje no era suficiente. David Bowie ten¨ªa que conquistar la Tierra. Y para eso deb¨ªa transmutarse en una criatura de otro planeta. Espoleado por su esposa, Angie, ya hab¨ªa llevado vestidos de mujer para promocionar su m¨²sica. Le faltaba el paso definitivo para diluir por completo su g¨¦nero sexual. Pidi¨® a su peluquera que le hiciera el look de una modelo del dise?ador Kansai Yamamoto que hab¨ªa visto en una revista y sali¨® a festejar su 25? cumplea?os renacido como Ziggy Stardust, el alien¨ªgena ca¨ªdo; con un mono brillante, las botas altas de La naranja mec¨¢nica y la cabeza envuelta en un rojo flam¨ªgero. Su aparici¨®n en el legendario programa televisivo Top of the Pops cantando Starman hizo el resto.
En realidad Ziggy dur¨® poco, apenas 18 meses, desde la sesi¨®n de la m¨ªtica portada por Brian Ward hasta su dram¨¢tico retiro en el Hammersmith Odeon londinense en 1973. Pero esa parodia del arquetipo de estrella del pop cambiar¨ªa la industria para siempre. Desde entonces no dej¨® de reinventarse. Hasta tal extremo que nunca sabremos qui¨¦n fue el aut¨¦ntico David Jones, el hombre que se ocult¨® tras las mil caras de Bowie.
pulsa en la fotoEl 'Thin White Duke' (el delgado duque blanco), mitad 'crooner', mitad cabaretero, de la gira 'Station to Station' (1976) supuso uno de sus personajes m¨¢s oscuros: en esa ¨¦poca har¨ªa p¨²blica su adicci¨®n a la coca¨ªna.'David Bowie is'
La exposici¨®n del Victoria and Albert David Bowie Is, que aterriza por fin en el Museu del Disseny de Barcelona el 25 de mayo, funciona como hagiograf¨ªa para fans y como introducci¨®n para profanos. Lo explica una de sus comisarias, Victoria Broackes, que buce¨® entre 75.000 objetos del archivo del m¨²sico para extraer lo sustancial: ¡°Si crees que ya lo sabes todo de ¨¦l, puedes sorprenderte descubriendo detalles. Si eres un millennial, te fascinar¨¢ igualmente porque, en ¨²ltima instancia, lo que prevalece son sus incre¨ªbles canciones y un look supercool¡±. El fest¨ªn para el visitante incluye unos 60 trajes, letras escritas a mano, notas de su diario, storyboards, dise?os de escenograf¨ªa, fotos, proyecciones a gran escala¡
El fil¨®sofo Simon Critchley, autor del ensayo Bowie (Sexto Piso), cuenta que logr¨® colarse cuando se inaugur¨® en Londres en 2013. ¡°Esta exposici¨®n es una demostraci¨®n del enorme poder¨ªo creativo de Bowie, su concepci¨®n del sonido y la visi¨®n como un todo. Impresiona la cantidad de cosas que hab¨ªa conservado; est¨¢n hasta las llaves del apartamento en el que vivi¨® en Berl¨ªn a finales de los setenta. A ver, ?qui¨¦n guarda eso?¡±.
M¨¢s all¨¢ de la memorabilia, la exhibici¨®n repasa influencias. En el paseo acompa?an a Bowie Andy Warhol, J. G. Ballard, Stanley Kubrick, Bertolt Brecht, George Orwell, Fritz Lang, Syd Barrett, Aleister Crowley o William Burroughs. Broackes nos pone un ejemplo de esta retroalimentaci¨®n art¨ªstica. ¡°En 1979, Bowie hizo una de sus actuaciones m¨¢s bizarras en Saturday Night Live. Escudado por los performers Klaus Nomi y Joey Arias, cant¨® con un traje imposible de pl¨¢stico duro con el que no pod¨ªa ni caminar inspirado en el vestuario de Sonia Delaunay para la obra-manifiesto El coraz¨®n a gas, de Tristan Tzara (1923). Al mismo tiempo que homenajeaba el dada¨ªsmo, Bowie influ¨ªa a su vez a Nomi, que adaptar¨ªa ese uniforme geom¨¦trico en blanco y negro con pajarita para sus propias performances¡±.
Pero de todos los artistas que camparon por los setenta, ?por qu¨¦ Bowie se alzar¨ªa como el m¨¢s influyente? Simon Reynolds, autor de Retroman¨ªa y del reciente estudio sobre el glam Como un golpe de rayo (Caja Negra), nos da una respuesta. ¡°Bowie sab¨ªa c¨®mo experimentar con la ropa y, a¨²n m¨¢s importante, c¨®mo maquillarse. Mientras bandas como Slade, Sweet y New York Dolls parec¨ªan m¨¢s una parodia del travestismo, ¨¦l lograba ser elegante dentro de la rareza. Escog¨ªa looks vanguardistas de dise?adores como Kansai Yamamoto y aprend¨ªa las lecciones del cosmet¨®logo Pierre LaRoche, autor del ic¨®nico rayo que surca su rostro en la portada de Aladdin Sane o el c¨ªrculo dorado en la frente de esa gira. Investigando para mi libro hall¨¦ una revista americana, Creem, donde Bowie ofrec¨ªa sus consejos para maquillarte: c¨®mo lograr el brillo en los labios y p¨¢rpados, c¨®mo aplicarse el kohl en los ojos sin que se convierta en un manchurr¨®n¡ Es muy extra?o encontrar a un artista capaz de entrar tan en detalle en algo as¨ª¡±.
A Ziggy le seguir¨ªan el pirata posapocal¨ªptico de Diamond Dogs, el dandi del soul de Young Americans, el siniestro duque blanco de Station to Station o el pierrot de Ashes to Ashes¡ Incluso cuando se refugi¨® en Berl¨ªn, huyendo de la desenfrenada vida en Los ?ngeles (y de su adicci¨®n a la coca¨ªna), reconoci¨® despojarse de los atav¨ªos de la fama para reducir su personaje ¡°a unos cuantos vaqueros, unas camisas y una bicicleta¡±.
¡°Posiblemente esa etapa de finales de los setenta sea la m¨¢s innovadora e interesante¡±, reflexiona Reynolds. ¡°No creo que nunca dejara de ser influyente excepto, quiz¨¢, en los noventa, cuando el grunge y el rock alternativo. Pero en los ochenta su sonido funk y soul y el flequillo a capas que luc¨ªa en Young Americans inspiraron a Spandau Ballet o ABC; otros, como Gary Numan, The Associates, Magazine o Visage, tomaron el sonido berlin¨¦s de Low. La cultura del videoclip, el movimiento new romantic o revistas como The Face o iD le deben mucho. Y su influjo en los artistas de hoy es indiscutible. Vio antes que nadie una de las grandes obsesiones pop: la reinvenci¨®n, cambiar tu imagen y tu sonido una y otra vez¡±. En los ochenta hab¨ªa pasado de artista de culto a estrella de masas y cultiv¨® premeditadamente una imagen convencional (sin abandonar, eso s¨ª, un buen pelazo, esta vez platino). ¡°Ya no tengo m¨¢s personalidades. El traje ir¨¢ cambiando de gira en gira, pero el tipo que hay dentro ser¨¢ m¨¢s o menos el mismo¡±, declar¨®.
Incluso tras su desaparici¨®n de los escenarios por problemas de salud en 2004, Bowie alumbr¨® a un nuevo personaje: el ausente. Lo que la intelectual Camille Paglia llama ¡°su adagio del espect¨¢culo: d¨¦jales con las ganas. Es el juego del gato y el rat¨®n que tan bien aprendi¨® de Warhol; desde su aislamiento segu¨ªa siendo el amo del juego, como un gran titiritero que lo controla todo desde su retiro. Tras 10 a?os reapareci¨® con un nuevo disco [The Next Day] y no concedi¨® ninguna entrevista, alimentando a¨²n m¨¢s el misterio sobre su figura¡±.
As¨ª hasta su ¨²ltima aparici¨®n, con Blackstar, que se public¨® tan solo un par de d¨ªas antes de su muerte el 10 de enero de 2016, con 69 a?os reci¨¦n cumplidos. Como se?ala Critchley, ¡°su transfiguraci¨®n en Lazarus, su ¨²ltimo v¨ªdeo [donde aparec¨ªa con los ojos vendados y dos botones por ojos postrado en la cama], es la m¨¢s poderosa, extraordinaria y valiente. Ah¨ª vemos a Bowie afrontando desde el arte el terror a la muerte. Y lo hace a trav¨¦s de una figura que resucita, L¨¢zaro¡±. En ese videoclip, Bowie se desped¨ªa adentr¨¢ndose en la oscuridad de un armario similar a un ata¨²d. Una t¨¦trica alegor¨ªa autobiogr¨¢fica que no logra ensombrecer una declaraci¨®n-epitafio rescatada en el documental The Last Five Years: ¡°?Que c¨®mo me gustar¨ªa ser recordado? Como un tipo que llev¨® unos peinados incre¨ªbles, por supuesto¡±.
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