Hay que iniciar el procedimiento del 'impeachment'
La C¨¢mara debe empezar a estudiar los abusos de poder de la Administraci¨®n de Donald Trump y sus claras violaciones del juramento prestado al tomar posesi¨®n antes de que nuestra seguridad nacional sufra m¨¢s da?os irreparables
Todos los seguidores de Spiderman reconocer¨¢n la frase ¡°Un gran poder conlleva una gran responsabilidad¡±. Ahora debemos darle la vuelta: cuando la persona a la que se ha otorgado un gran poder demuestra que es incapaz de actuar con responsabilidad, debemos recuperar ese poder.
Eso significa empezar a recortar la capacidad del presidente Trump de hacer un da?o irreparable al pa¨ªs y al mundo. Por eso record¨¦ recientemente que la 25? Enmienda habla de la capacidad de ¡°ejercer los poderes y las obligaciones de su cargo¡± y ped¨ª el inicio inmediato de las investigaciones para una posible destituci¨®n, el equivalente a las investigaciones preliminares en un caso penal.
Puede que este llamamiento sea poco realista y poco conveniente para mis ideas progresistas. El vicepresidente Mike Pence no es ninguna joya y el presidente de la C¨¢mara de Representantes, Paul Ryan, tampoco. Pero no hay tiempo que perder. Mientras el nuevo fiscal especial, el exdirector del FBI Robert Mueller, empieza a indagar la posible existencia de delitos y los comit¨¦s de inteligencia de la C¨¢mara y el Senado investigan qui¨¦n hizo qu¨¦ para inclinar la elecci¨®n de 2016 en favor de Trump, la C¨¢mara debe empezar a estudiar los abusos de poder de la administraci¨®n de Trump y sus claras violaciones del juramento prestado al tomar posesi¨®n.
Esta investigaci¨®n, que puede desembocar o no en un proceso de destituci¨®n y en que Trump comparezca a juicio en el Senado (seguramente con el fiscal general, Jeff Sessions), no puede esperar a que se apruebe una ley (que Trump vetar¨ªa) para crear una comisi¨®n especial que examine la capacidad mental del presidente para ejercer el gobierno de acuerdo con la Constituci¨®n. La situaci¨®n exige actuar con urgencia.
Tras la sumisi¨®n de Trump a Putin parece estar la pista rusa y las operaciones de blanqueo
Esa urgencia qued¨® clara cuando Trump presumi¨® de compartir informaci¨®n reservada, proporcionada a Estados Unidos por Israel, no con nuestros aliados, sino con Rusia. Todav¨ªa m¨¢s, cuando se supo que, el d¨ªa anterior, el presidente hab¨ªa despedido de pronto al director del FBI, James Comey, por negarse a prometer que su investigaci¨®n sobre la aparente connivencia entre la campa?a de Trump y Rusia no le apuntar¨ªa personalmente a ¨¦l. Y se dispararon las alarmas con la revelaci¨®n de que Comey hab¨ªa incluido en el expediente de dicha investigaci¨®n notas sobre todas las conversaciones con Trump.
Tal como acostumbra a hacer, el presidente empez¨® por desplegar sus tropas (incluido el consejero de seguridad nacional) para difundir noticias falsas. Luego solt¨® -de palabra y en Twitter- algo cercano a la verdad, pero dijo que no hab¨ªa que preocuparse: igual que presumi¨® de tener toda la autoridad para sustituir a Comey en la investigaci¨®n sobre su campa?a, asegur¨® que, como presidente, ten¨ªa "derecho absoluto" a decidir qu¨¦ informaciones secretas compartir con qui¨¦n quisiera.
Cada vez da m¨¢s la impresi¨®n de que, al final, se ver¨¢ que detr¨¢s de los muchos ejemplos de sumisi¨®n de Trump, su familia y su equipo a Putin, est¨¢ la pista rusa del dinero y las operaciones de blanqueo. Tanto si es la punta de un iceberg anticonstitucional como la serie de coincidencias m¨¢s extra?a de la historia, necesitamos llegar al fondo de este asunto.
Mientras tanto, la C¨¢mara tiene la obligaci¨®n de empezar a investigar lo que parecen motivos suficientes para la destituci¨®n, antes de que nuestra seguridad nacional sufra m¨¢s da?os irreparables. Estamos hablando quiz¨¢ incluso de traici¨®n, si se demuestra que Trump lleg¨® a la presidencia gracias a la colaboraci¨®n de nuestros adversarios y que ahora, a cambio, est¨¢ benefici¨¢ndolos, adem¨¢s de aumentar la fortuna familiar a expensas de la naci¨®n.
Tambi¨¦n parece claro que Trump est¨¢ intercambiando favores con Rusia (y otros gobiernos no aliados), y que al principio retuvo al director del FBI a cambio de que le garantizara que la investigaci¨®n sobre Russiagate le excluir¨ªa a ¨¦l. Investigar estos asuntos pensando en el posible proceso de destituci¨®n del presidente no es algo opcional: el Art¨ªculo II, Secci¨®n 4 de la Constituci¨®n dice: ¡°El presidente y el vicepresidente... ser¨¢n apartados de su cargo si son procesados y condenados por traici¨®n, soborno u otros delitos y faltas¡±. ¡°Ser¨¢n¡±, no ¡°pueden ser¡±.
El presidente no usa el poder para proteger al pa¨ªs, sino para satisfacer su ego inmaduro y su codicia
A pesar de ese mandato, la idea de la destituci¨®n se ha convertido en algo tan emponzo?ado y se ha utilizado de manera tan s¨®rdida como arma pol¨ªtica contra presidentes del partido rival, que hoy existe una resistencia palpable a invocarla. Sin embargo, dado que resulta todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil recurrir a la 25? Enmienda para apartar a un presidente que desconoce los l¨ªmites constitucionales y tiene ideas delirantes sobre sus obligaciones, tenemos que vencer esa alergia y dejar de considerar que es una forma de siniestra venganza.
Las respuestas de Trump cuando le acusan de abuso de poder est¨¢n en la l¨ªnea de la famosa frase de Nixon: ¡°Si lo hace el presidente, es legal¡±. Lo hizo cuando le criticaron por prohibir la entrada en Estados Unidos a los musulmanes (los que proceden de pa¨ªses en los que Trump no tiene intereses econ¨®micos, no de otros de los que s¨ª han salido terroristas); por sus numerosos negocios, que violan claramente la prohibici¨®n constitucional de recibir dinero tanto de grupos nacionales como de otros pa¨ªses; por el repentino despido de Comey; y por compartir con nuestros adversarios rusos unas informaciones demasiado delicadas para compartirlas incluso con nuestros aliados. Ante cada acusaci¨®n, la respuesta infantil de Trump es: Soy el presidente, as¨ª que tengo que tener raz¨®n.
Emprendimos una revoluci¨®n contra Jorge III de Inglaterra para huir del poder absoluto, el que se basa en la corrupci¨®n y el que se debe a la incompetencia. Luchamos en la Segunda Guerra Mundial contra una autoridad sin l¨ªmites. Aunque, en ocasiones, hemos tolerado e incluso apoyado a dictadores porque pod¨ªa beneficiar a nuestro pa¨ªs, esta es la primera vez que el presidente de Estados Unidos admira abiertamente a esos dictadores por lo que han podido hacer, no por sus ciudadanos, sino por s¨ª mismos. Los casos mencionados tienen algo en com¨²n: demuestran que, para Trump, el poder que le hemos confiado es un instrumento que utiliza como le parece, no para mantener proteger la grandeza de nuestra naci¨®n, no para ¡°preservar, proteger y defender la Constituci¨®n de Estados Unidos¡±, como jur¨® solemnemente hacer, sino para satisfacer su ego inmaduro, su vanidad infinita y su codicia insaciable.
Por eso ha llegado la hora de actuar, y nuestro sistema constitucional nos proporciona las herramientas para empezar a hacerlo.
Laurence H. Tribe ocupa la C¨¢tedra Carl M. Loeb y es profesor de derecho constitucional en la Facultad de Derecho de Harvard. Es fiscal general ciudadano en el Gobierno en la Sombra, @ShadowingTrump. S¨ªganle en Twitter: @tribelaw.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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