Ahora toca la tarea de liquidar las discordias
Los socialistas necesitan reconstruir el partido para embarcarse en la tarea de conquistar el poder
Se celebraron las primarias en el Partido Socialista y gan¨® Pedro S¨¢nchez, pero no han terminado las discordias entre unos y otros, queda la herida, se mantienen vivos los desacuerdos. No es nada nuevo en la historia del PSOE, y si la experiencia sirviera de algo, lo ¨²nico que recomendar¨ªa es bajar cuanto antes las armas para coger de inmediato la aguja y el hilo. Y comenzar a coser.
Fue durante la Guerra Civil donde a menudo estallaron conflictos de la m¨¢s diversa ¨ªndole entre distintos l¨ªderes socialistas. Hubo varias facciones dentro del PSOE cuando lo que resultaba m¨¢s necesario entonces (como ahora) es que el partido trabajara unido, y se produjeron enfrentamientos que levantaron ampollas, provocaron desajustes, incomprensiones, afanes de venganza. Largo Caballero, Prieto, Negr¨ªn, Besteiro (por citar algunos de los nombres m¨¢s relevantes): todos ellos entendieron lo que pasaba de forma distinta, y no consiguieron establecer el marco apropiado para que sus diferencias ayudaran a sumar y no, como ocurri¨® tantas veces, sirvieran solo para restar fuerzas y debilitar a la Rep¨²blica frente al avance de sus enemigos. Claro que no era f¨¢cil encontrar la f¨®rmula para sumar voluntades e ideas, pero no hab¨ªa otra. Y, sin embargo, fracasaron.
Poco despu¨¦s de terminada la guerra, en mayo de 1939, el jefe de Gobierno de la Rep¨²blica, Juan Negr¨ªn, intent¨® acercarse al que hab¨ªa sido su ministro de Guerra, Indalecio Prieto, para limar asperezas y cerrar de una vez una de las mayores crisis que padeci¨®, no ya el Partido Socialista, sino el bando republicano cuando lo relev¨® de sus responsabilidades. Se cruzaron unas cuantas cartas que siguen produciendo escalofr¨ªos y que muestran los complicados recovecos de sus graves diferencias.
¡°Su moral deca¨ªda imped¨ªa que su capacidad singular y su actividad prodigiosa dieran un rendimiento positivo y su indiscreta incontinencia nos llevaba a la cat¨¢strofe¡±, le escribe Negr¨ªn para explicarle las razones que lo empujaron a prescindir de sus servicios. Prieto le contesta: ¡°Se atreve usted a formular semejante supuesto tras haberse producido bajo su mando la gigantesca hecatombe, y (...) el final m¨¢s desastroso que pudo haber tenido nuestra guerra, el que nunca llegamos a imaginar los tildados de pesimistas¡±.
Cuando todav¨ªa el dolor por la derrota sangraba por todos los poros, aquellas inmensas figuras se aplicaban a darse de garrotazos. Lo hicieron en privado, pero basta asomarse a sus palabras para adivinar el inmenso abismo que los fracturaba. Y que fractur¨® al partido durante d¨¦cadas.
Hoy el PSOE corre el peligro de volver a ensimismarse en sus batallas y de repetir como una rid¨ªcula farsa lo que fue durante la guerra un tr¨¢gico desencuentro. Aquello de aprender de la historia para no caer en el mismo error no sirve nunca (las circunstancias de hoy no pueden compararse a las de ning¨²n ayer). Pero s¨ª hay margen para aprender una ¨²nica cosa, que el PSOE se la est¨¢ jugando y que la desuni¨®n es el camino m¨¢s directo al mayor de los fracasos.
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