Roger Moore, el James Bond de nuestra EGB
Muere a los 89 a?os el actor brit¨¢nico, que consigui¨® dotar de flexibilidad al agente secreto y alejarle de los dos rombos
He aqu¨ª una idea capaz de espolear las iras de los integristas de la saga Bond: ?Y si resultase que el hoy llorado Roger Moore (ha muerto a los 89 a?os) fuera el mejor 007 que haya habido? Nada m¨¢s lejos de la intenci¨®n de este art¨ªculo que rebajarle el nivel al caballero Connery, que aport¨® al personaje una contundencia y brutalidad, contrapunteada por una seca elegancia, que se grab¨® a fuego en el imaginario de la cultura popular del siglo XX.
Pero Moore fue, al mismo tiempo, Bond y su parodia, la m¨¢s l¨²dica y dionisiaca encarnaci¨®n del personaje y, sobre todo, el carism¨¢tico actor que acab¨® transformando a esa bestia parda con licencia para matar en un puro vector de aventura para todos los p¨²blicos. M¨¢s all¨¢ de la nostalgia, no conviene subestimar la frescura y humildad que aport¨® al legendario personaje este actor que, en su d¨ªa, declar¨®: ¡°Los productores vinieron de compras a Londres para encontrar al actor menos caro. Era yo¡±. Los gestores de la franquicia hab¨ªan pensado en Robert Redford, Paul Newman y Burt Reynolds, entre otras posibilidades, pero Moore no solo era m¨¢s barato: tambi¨¦n era tan brit¨¢nico como un After Eight.
Estos los siete aspectos clave del James Bond que interpret¨®...
1. ¡°Un hombre solo, aunque sea ingl¨¦s, no puede estar salvando el mundo a cada momento¡±. Con este aforismo formulado sobre un mullido lecho de punch inconfundiblemente brit¨¢nico, Roger Moore dej¨® claro, al asumir el papel de James Bond, que lo suyo iba a aplicar un ligero matiz de distanciamiento a la rotundidad recia y viril de Sean Connery. El tercer Bond cinematogr¨¢fico a?ad¨ªa: ¡°Sin alg¨²n que otro gui?o, esto resultar¨ªa rid¨ªculo¡±. Y con ello explicaba con total claridad el toque de distinci¨®n que iba a aportar al personaje creado por Ian Fleming: su Bond es, por decirlo de alg¨²n modo, el Bond m¨¢s Cary Grant, el que marc¨® una saludable distancia ir¨®nica entre el arquetipo y la persona. En suma, su 007 era el Bond m¨¢s cercano a Anacleto, agente secreto, a Maxwell Smart o a Lucky, el Intr¨¦pido. O a Austin Powers, ya puestos. Con ¨¦l, entr¨® el humor expl¨ªcito en la saga.
2. Si un h¨¦roe se mide por la altura de sus villanos, ?c¨®mo valorar al Bond de Roger Moore? ?Sirvi¨¦ndonos de la altura descomunal del Tibur¨®n de f¨¦rrea dentadura, encarnado por el gigante Richard Kiel, que le persigui¨® en La esp¨ªa que me am¨® y Moonraker; o de la de Nick Nack, el min¨²sculo sosias de Felipe Gonz¨¢lez al que daba vida Herv¨¦ Villechaize en El hombre de la pistola de oro?
Lo cierto es que en la etapa Moore la villan¨ªa en n¨®mina fue tan variada y diversa que permite reivindicar al actor como el 007 m¨¢s flexible y vers¨¢til en sus capacitaciones heroicas: ??si hasta hubo un Yaphet Kotto con garra de hierro en Vive y deja morir y toda una andr¨®gina m¨¢quina de aniquilaci¨®n con el cuerpo de Grace Jones en Panorama para matar!! ??Y Christopher Lee!! ??Y Michel Lonsdale!! ??Y Christopher Walken!!
3. Roger Moore fue una de las opciones barajadas por el productor Albert Broccoli en 1962 a la hora de buscar el primer rostro de Bond, pero, por aquel entonces, el actor estaba plenamente comprometido con la popularidad de su Simon Templar, el personaje de la celebrada serie televisiva El Santo, basada, por cierto, en una serie de novelas escritas por el brit¨¢nico Leslie Charteris que, en cierto sentido, podr¨ªan considerarse las hermanas menores de las que Fleming dedicar¨ªa al s¨²per-agente secreto con licencia para matar. Que, finalmente, Moore se convirtiera en ese personaje para el que parec¨ªa haber nacido fue, pues, casi un acto de justicia po¨¦tica¡ a pesar de las incuestionables bondades que trajo la, en su momento, arriesgada elecci¨®n de Sean Connery.
4. Se acusa a Roger Moore de haber infantilizado a ese Bond que tuvo unos perfiles mucho m¨¢s ¨¢speros y adultos bajo la piel de Connery, pero lo cierto es que la generaci¨®n de la EGB y el UHF pudo as¨ª zambullirse de su mano, sin miedo a la ocasional brutalidad o a la imponente sombra de los dos rombos, en el efervescente imaginario del g¨¦nero cinematogr¨¢fico m¨¢s dionisiaco de los a?os 60, 70 y 80: el techno-thriller de s¨²per-esp¨ªas equipados con los m¨¢s sofisticados gadgets para enfrentarse a una panoplia de excesivos villanos de tebeo (o de novela pulp).
Moore ya era el amigo de los ni?os tras ese recorrido televisivo que le hab¨ªa llevado a series como Ivanhoe y Maverick y que, poco antes de ser Bond, hab¨ªa culminado con esa apoteosis de lo cool que fue Los persuasores: ?puede so?arse un t¨¢ndem m¨¢s seductor que el que formaron Roger Moore y Tony Curtis?
5. He aqu¨ª un dato aparentemente fr¨ªvolo, pero que quiz¨¢ resulte irrefutable: Roger Moore no fue el mejor actor a cargo de Bond, pero poca duda cabe que fue la mejor percha para los impecables trajes que luc¨ªa el personaje.
6. En 007, al servicio secreto de Su Majestad, el ¨²nico Bond interpretado por el fugaz George Lazenby ¨Ca su vez, el ¨²nico Bond que pas¨® por sacrist¨ªa para aparcar promiscuidad y sentar la cabeza, aunque le saliera rana¨C, al s¨²per-agente le daban calabazas en una playa y, de repente, el personaje romp¨ªa la cuarta pared y, dirigi¨¦ndose al p¨²blico, exclamaba: ¡°Esto no le pasaba al otro Bond¡±.
Ese chiste autoconsciente dejaba algo claro: todo Bond posterior a Connery ten¨ªa que vivir bajo el peso de ese icono que tan pocos pasos en falso dio. Moore se hizo cargo del personaje tras el resbal¨®n de Lazenby y despu¨¦s de que Connery volviera puntualmente a la serie con Diamantes para la eternidad: es decir, en su caso la neurosis de No Ser Connery pod¨ªa haberse visto amplificada, pues, a fin de cuentas, otro candidato hab¨ªa fracasado en el intento y el primer Bond hab¨ªa regresado puntualmente para refrescar la memoria del incondicional.
Su Vive y deja morir, con la melena sensual de Jane Seymour, su persecuci¨®n final con lanchas motoras, sus escenas de vud¨², su canci¨®n de Wings, sus cocodrilos voraces y su sofisticado juego del tarot puso toda la carne en el asador para dejar claro que aqu¨ª se iba a abrir un nuevo cap¨ªtulo marcado por la ligereza y el puro placer del golpe de efecto y la pirotecnia visual. Con su recaudaci¨®n de 35 millones de d¨®lares, Vive y deja morir demostr¨® que este nuevo 007 hab¨ªa venido para quedarse.
7. Moore dej¨® al personaje cuando le faltaban dos a?os para cumplir los sesenta. As¨ª, si su aparici¨®n en la serie complaci¨® en su momento al p¨²blico infantil que hab¨ªa mitificado el actor en sus apariciones televisivas, su despedida vino a gratificar a otro sector demogr¨¢fico: el de una Tercera Edad que recib¨ªa el mensaje de que nunca es tarde para proteger el mundo libre.
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