El votante irracional
Resolver en la estupidez del votante las victorias electorales inesperadas es una forma de pereza intelectual
Los votantes no est¨¢n locos. Esta frase parece actual, pero pertenece a un libro cl¨¢sico de ciencia pol¨ªtica que tiene m¨¢s de cincuenta a?os. En ¨¦l se pretende ofrecer una visi¨®n del electorado algo m¨¢s optimista que la que mostraban los primeros estudios de opini¨®n p¨²blica, cuyos hallazgos dejaron al descubierto el bajo nivel de informaci¨®n pol¨ªtica de los votantes.
Las referencias a la irracionalidad de los electores en el contexto vigente poco tienen que ver con ese viejo debate acad¨¦mico y mucho con la contrariedad que han generado las sorpresas electorales de los ¨²ltimos tiempos, como Trump o el ascenso del populismo en Europa. El triunfo inesperado de Pedro S¨¢nchez en las primarias socialistas ha devuelto al debate las alusiones a la sinraz¨®n o confusi¨®n de los votantes.
Sin datos de encuesta sobre militantes resulta dif¨ªcil determinar hasta qu¨¦ punto el apoyo a S¨¢nchez se sostiene sobre las emociones, la revancha o el castigo. Pero para explicar su victoria quiz¨¢s bastar¨ªa con asumir que una parte importante de la militancia ha sido racionalmente coherente con el objetivo de ganar las elecciones. As¨ª, aquella habr¨ªa optado por el candidato que los datos de encuesta mostraban como favorito entre los votantes socialistas y con mayor capacidad para atraer a quienes se fugaron a Podemos.
El desfase entre la distribuci¨®n de avales y votos recibidos por Susana D¨ªaz tambi¨¦n puede responder a un comportamiento racional. Como los avales eran p¨²blicos, los militantes m¨¢s pr¨®ximos al poder org¨¢nico seguramente tuvieron pocos incentivos para revelar preferencias distintas a las del aparato. Que el voto fuera secreto deshizo despu¨¦s los efectos de la deseabilidad org¨¢nica.
Resolver en la sinraz¨®n del votante las victorias electorales inesperadas que cunden en Europa ofrece una explicaci¨®n insuficiente, que de poco sirve para responder a los interrogantes que suscitan. La condescendencia hacia el votante es el sustrato ideal para un discurso populista que se disponga a resarcir el orgullo herido de los electores enarbolando como eslogan el ¡°porque yo no soy tonto¡± de la pol¨ªtica. @sandraleon_
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