La ideolog¨ªa emocional
Quienes vivieron la guerra en primera fila experimentaron profundas heridas an¨ªmicas
En su reciente libro El monarca de las sombras, Javier Cercas se enfrenta abiertamente a un pasado familiar y doloroso. Recoge un di¨¢logo con su primo, el dirigente socialista Alejandro Cercas, que le confiesa: ¡°Yo nunca quise saber nada de mi familia; de la familia de mi padre, sobre todo, que es la tuya, ya sabes, los que mandaban en el pueblo¡±. La raz¨®n de esa sordera deliberada est¨¢ clara: ¡°La guerra fue horrible, Javi. Horrible. Y en los pueblos todav¨ªa m¨¢s. T¨² eres una persona de izquierdas, como yo, y nuestra familia era de derechas¡±. Pero el exdiputado socialista matiza enseguida la decisi¨®n de proteger sus propias convicciones con una ignorancia voluntaria: ¡°Ahora, con la edad, creo que los entiendo mejor, pero¡¡±. Su primo Javier no deja pasar la ocasi¨®n y le explica en ese instante cu¨¢l es el objetivo de su libro: ¡°¡®Saber¡¯, dije. ¡®No juzgar¡¯, a?ad¨ª. ¡®Entender¡¯, aclar¨¦. Y al final conclu¨ª: ¡®A eso nos dedicamos los escritores¡¯¡±.
El monarca de las sombras narra una investigaci¨®n de resultados escasos, pero la historia del intento resulta apasionante de leer, lo que confirma una vez m¨¢s el talento narrativo de su autor. Poco es lo que a estas alturas se puede averiguar sobre un an¨®nimo soldado, Manuel Mena, t¨ªo de la madre de Cercas, muerto con 19 a?os en la batalla del Ebro, tras lo que la familia quem¨® todas sus pertenencias intentando favorecer el olvido con la hoguera. Y ah¨ª aparece un tema que en el libro se repite y que todo el que haya conocido excombatientes habr¨¢ podido observar en directo: la profundidad de las heridas an¨ªmicas con que vuelven los que vivieron la guerra en primera fila, el silencio sepulcral (nunca mejor dicho) con que intentan tapar el horror de haber visto a la bestia humana dando salida a lo peor que lleva dentro cuando la civilizaci¨®n ha quedado abolida en nombre de la supervivencia y los instintos m¨¢s primarios se desatan porque es cuesti¨®n de vida o muerte y todo est¨¢ permitido.
Otros art¨ªculos del autor
Cercas escribi¨® hace algunos a?os La velocidad de la luz, una novela (en mayor medida que El monarca de las sombras, que es una recreaci¨®n de memorias reales narradas casi sin ficci¨®n) en que esa situaci¨®n l¨ªmite era ya un tema central. La brutalidad que presencia, y en la que inevitablemente participa, el que combate cuerpo a cuerpo en las trincheras (y tambi¨¦n el que es testigo de las salvajadas que se producen en la retaguardia) suele ser tan extrema que los supervivientes a veces se convierten en zombis atormentados por el recuerdo e incapaces de verbalizarlo. De la descarga endocrina, y no solo adrenal¨ªnica, a la que ha sido sometido su cuerpo y su mente no se recuperan nunca. Hay quien sospecha que s¨®lo conocen algo semejante ¡ªno id¨¦ntico, claro est¨¢¡ª los que han experimentado a fondo con las drogas, el masoquismo o la m¨ªstica.
Hay diferencias fundamentales entre esos cuatro tipos de experiencias l¨ªmite, por supuesto, pero lo interesante es la idea de que podr¨ªa haber algo com¨²n tanto en el aspecto psicol¨®gico como en el bioqu¨ªmico. Y hay documentos que a?aden una hip¨®tesis inquietante: en ese estado l¨ªmite en que la conciencia se altera hasta llegar casi a diluirse, la intensidad de la sensaci¨®n es tan fuerte que ya no es posible distinguir el horror del placer. (Que se lo pregunten al torero que se enfrenta a una bestia de 600 kilos armado con un capote rojo; varios han confesado la sensaci¨®n org¨¢smica que les llena cuando el toro cae atravesado por el estoque y el p¨¢nico ante la muerte deja paso a la apoteosis del triunfo).
Entre los testimonios que Cercas logra recoger sobre Manuel Mena hay uno que es fundamental. Al estallar la guerra era sin duda un apasionado falangista; al morir en el frente del Ebro hab¨ªa dejado de serlo. Cuando visita por ¨²ltima vez a su familia ha visto ya tanto espanto que no puede creer ni en el falangismo ni en ninguna otra cosa. Solo le queda la ¨¦tica y los afectos personales. Si decide volver a la batalla en la que encontrar¨¢ la muerte es solo para evitar que vaya su hermano, casado y con ni?os peque?os.
La ideolog¨ªa y la ¨¦tica corresponden a un plano superior de la conciencia humana bajo el que late un estrato m¨¢s profundo y oscuro que influye sobre ¨¦l
Alg¨²n sectario ha acusado a Cercas de blanquear el franquismo atribuyendo cr¨ªmenes pol¨ªticos a razones personales. Pero entre la pol¨ªtica y las cuestiones personales est¨¢ la ¨¦tica. Y sobre eso hizo Cercas recientemente unas declaraciones inequ¨ªvocas: ¡°No hay duda de que los republicanos ten¨ªan la raz¨®n pol¨ªtica, pero no todos los republicanos eran moralmente buenos; no hay duda de que todos los franquistas estaban pol¨ªticamente equivocados, porque se levantaron contra un r¨¦gimen leg¨ªtimo, pero eso no significa que todos fueran unos asesinos ni unos indecentes, ni mucho menos. No tengo ning¨²n motivo para pensar que este chaval que ten¨ªa 17 a?os cuando estalla la guerra y 19 cuando muere fuese moralmente peor que yo.¡± (https://www.youtube.com/watch?v=yIv8eZI0ntQ&t=21s)
La ¨²nica forma de combatir el sectarismo es precisamente esforz¨¢ndose en distinguir, en la siempre compleja y confusa realidad, el papel de la ideolog¨ªa, el de la ¨¦tica y el de los factores personales y afectivos que se mezclan inevitablemente con ellas; al menos en la medida, siempre insatisfactoria, en que esa distinci¨®n es posible. Porque lo cierto es que la ideolog¨ªa y la ¨¦tica corresponden a un plano superior de la conciencia humana bajo el que late un estrato m¨¢s profundo y oscuro que influye sobre ¨¦l: las emociones, afectos y sentimientos que interact¨²an silenciosamente sobre el plano racional. Y m¨¢s abajo todav¨ªa hay un tercer plano, el m¨¢s oscuro y primitivo de todo ser humano (y, en forma m¨¢s elemental, de otros animales superiores) que tambi¨¦n deforma en secreto las emociones y los argumentos, para intentar ponerlas al servicio de nuestros instintos b¨¢sicos, que siempre tienen que ver con el orgullo y el deseo.
Por eso es tan importante que los escritores, como dice el narrador Cercas en el libro del escritor Cercas, se esfuercen por entender toda la compleja y oscura red de factores que interact¨²an en las conductas humanas, en lugar de coger el r¨¢bano s¨®lo por las hojas ideol¨®gicas.
Jos¨¦ L¨¢zaro es profesor de Humanidades M¨¦dicas en la UAM.
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