El monstruo global
Somos incapaces de construir consensos multipartidistas que revitalicen el Estado de bienestar y la democracia
La globalizaci¨®n est¨¢ llena de insondables misterios. En teor¨ªa, podr¨ªa favorecer la adopci¨®n de pol¨ªticas progresistas, pero en la pr¨¢ctica est¨¢ apuntalando un nacionalismo econ¨®mico regresivo. Y muchos confiaban en que la libertad comercial impulsara las libertades democr¨¢ticas, pero parece que las est¨¢ socavando.
Al principio, se crey¨® que los Gobiernos, a cambio de exponer a trabajadores y empresas a la competencia internacional, montar¨ªan sistemas sofisticados de protecci¨®n social. Pero, por el contrario, hoy la globalizaci¨®n es utilizada por muchos Gobiernos como justificaci¨®n para su inacci¨®n. Si ampliamos las pol¨ªticas sociales, dicen, el pa¨ªs perder¨¢ competitividad. Por ello, los trabajadores de las econom¨ªas m¨¢s globalizadas han abandonado a sus defensores tradicionales ¡ªsobre todo, los socialdem¨®cratas¡ª por nuevos partidos que prometen la que parece la ¨²nica alternativa pol¨ªtica en estos momentos: el nacionalismo proteccionista.
La globalizaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ minando la legitimidad de los sistemas democr¨¢ticos. La iron¨ªa es que, a nivel agregado, la exposici¨®n a los intercambios globales lleva a una mayor satisfacci¨®n ciudadana con la democracia; pero, cuando miramos los datos con lupa, lo que emerge es una creciente fractura dentro de cada pa¨ªs. Aquellos ciudadanos que se consideran ganadores de la globalizaci¨®n tienen unos valores cada vez m¨¢s democr¨¢ticos y tolerantes. Y aquellos que se sienten perdedores adoptan posturas m¨¢s tradicionales y autoritarias.
La globalizaci¨®n se ha convertido en un monstruo ¨²til para todos. Quienes rigen el destino de un pa¨ªs encuentran conveniente azuzar el miedo a un drag¨®n terrible que nos devorar¨¢ a todos si no le entregamos a las doncellas ¡ªo a los trabajadores industriales¡ª del lugar. Y quienes quieren gobernarlo en el futuro necesitan un fiero enemigo para presentarse como san Jorges.
Ni unos ni otros nos salvar¨¢n, porque el verdadero monstruo no viene de fuera, sino de dentro de las fronteras: nuestra incapacidad para construir consensos multipartidistas que revitalicen el Estado de bienestar y la democracia. @VictorLapuente
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