Los rohingya: sin patria pero con equipo de f¨²tbol
Creado por la di¨¢spora de la minor¨ªa musulmana en Malasia, el Rohingya Football Club (RFC) hace del deporte rey estandarte de su libertad y soberan¨ªa
Es viernes por la tarde y un grupo de hombres ¡ªalgunos en la treintena, otros adolescentes¡ª calienta para echar una pachanga de f¨²tbol en Kuala Lumpur, la capital malasia. Al principio hay caras serias, pero con los estiramientos, las chanzas y el vacile, los rictus van relaj¨¢ndose. El primer chute al esf¨¦rico hace el resto: los jugadores se lanzan al c¨¦sped entregados. Son el Rohingya Football Club (RFC), miembros de la minor¨ªa ap¨¢trida perseguida en Myanmar (antigua Birmania), y el balompi¨¦ es mucho m¨¢s que su terapia de distensi¨®n. Es su estatuto de soberan¨ªa.
¡°El f¨²tbol deja muy claro que somos un pueblo pac¨ªfico. Pero tambi¨¦n env¨ªa otro mensaje: que somos una naci¨®n.¡± Habla Muhammad Noor, presidente y cofundador del club. Nacido en Arabia Saud¨ª, adonde sus padres huyeron en los a?os setenta, su caso es excepcional entre sus compatriotas rohingya. Pudo emigrar legalmente a Malasia, cursar en dicho pa¨ªs un m¨¢ster en Inform¨¢tica y conseguir un puesto en Petronas, el gigante energ¨¦tico nacional. Una suerte muy distinta de la que corri¨® su socio de 24 a?os, Mohammed Faruk, con quien fund¨® el club en 2015.
Como la mayor¨ªa de los 25 miembros del RFC, Faruk lleg¨® a Malasia tras una larga y arriesgada traves¨ªa. Hace tres a?os se embarc¨® junto a centenares de emigrantes ilegales en un barco fletado por mafias en Bangladesh, donde viv¨ªa en un campo de refugiados con su familia. Al cabo de un mes, la embarcaci¨®n recal¨® en la costa tailandesa y fueron trasladados a la jungla por una organizaci¨®n de trata de personas. ¡°Fue horrible. Violaban a las mujeres, nos maltrataban... Yo logr¨¦ salir tras pagar un soborno¡±, susurra el joven.
Faruk consigui¨® cruzar a pie la frontera con Malasia y lleg¨® a Kuala Lumpur, donde se busca la vida desde la m¨¢s absoluta precariedad. ¡°Nuestra situaci¨®n es un desastre. No tenemos pa¨ªs, no tenemos ciudadan¨ªa, no podemos trabajar legalmente...¡±, a?ade.
Los rohingya, comunidad indo-aria que profesa la rama sun¨ª del islam, son definidos con frecuencia como una las minor¨ªas m¨¢s perseguidas del mundo. En la pr¨¢ctica son ap¨¢tridas, ya que su Myanmar natal los considera inmigrantes ilegales bengal¨ªes y no les otorga la ciudadan¨ªa. Solo en contadas ocasiones consiguen la nacionalidad en otros pa¨ªses de acogida. De los cientos de miles que conforman su di¨¢spora, se estima que m¨¢s de 100.000 viven en Malasia, un pa¨ªs tambi¨¦n de mayor¨ªa musulmana sun¨ª, aunque el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados de la ONU (Acnur) de dicho pa¨ªs solo tiene registrados a algo m¨¢s de la mitad, bien como refugiados o solicitantes de asilo.
Inscritos o no, las condiciones en las que viven no var¨ªan demasiado. Malasia no ha firmado de la Convenci¨®n de la ONU para Protocolos sobre Refugiados, as¨ª que sus leyes no distinguen entre estos ¨²ltimos y los inmigrantes indocumentados. ¡°Los rohingya (en Malasia) se enfrentan a todo tipo de problemas. No tienen derecho a trabajar legalmente, disponen de acceso limitado a atenci¨®n sanitaria y los menores no pueden inscribirse en los colegios p¨²blicos. Los que trabajan lo hacen percibiendo sueldos m¨ªnimos sin protecci¨®n ni coberturas m¨¦dicas¡±, subraya Phil Robertson, subdirector para Asia de la organizaci¨®n pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
¡°Nuestro principal objetivo no es jugar al f¨²tbol, no podemos permitirnos ese lujo. Lo que queremos es despertar inter¨¦s por lo que nos ocurre¡±
Muchos, como Hussein Mubarak, la estrella del equipo por aclamaci¨®n popular, llegan al campo de f¨²tbol visiblemente cansados tras pasar la jornada cortando el c¨¦sped de casas de potentados de Kuala Lumpur. Mubarak de 22 a?os, lleg¨® a Malasia en 2012, cuando miles de rohingyas huyeron de su regi¨®n natal de Arak¨¢n (al noroeste de Myanmar, en la frontera con Bangladesh) despu¨¦s de que la violaci¨®n y asesinato de una mujer por parte de tres hombres musulmanes desatara una ola de violencia que caus¨® cerca de 200 muertes.
Callado y de gesto adusto, Mubarak se transforma al enfundarse la camiseta rosa del equipo con el n¨²mero 10 a la espalda. En este otro c¨¦sped, el joven dirige liviano la bola, que rueda sin cesar durante la hora y media de partido. El RFC aprovecha el encuentro para prepararse ante su pr¨®xima meta: la Copa Mundial de F¨²tbol de ConIFA, conocido como el campeonato de las minor¨ªas, en la que participar¨¢n por primera vez en Londres en 2018.
¡°Haremos lo posible por ganar, y, si lo hacemos, la sensaci¨®n ser¨¢ indescriptible. Ser¨¢ un r¨¦cord para los rohingya¡±, dice Dilder Hussain, el entrenador. Padre de dos hijos ¡ªque estudian en madrasas, escuelas musulmanas, ante la imposibilidad de matricularse en colegios p¨²blicos¡ª, el coach arranca risotadas entre los jugadores al imitar los movimientos que aprende de los v¨ªdeos de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, que ve compulsivamente. ¡°Mostraremos al mundo que los rohingya pueden tener un jugador famoso¡±, afirma ufano.
Pero ganar no es lo m¨¢s importante para este equipo, aunque presumen de haber vencido en todos los partidos jugados hasta la fecha en ligas locales. Oportunidades como la Copa ConIFA son las que, seg¨²n Noor, explican la raz¨®n de ser del RFC. El club busca, por encima de todo, dar visibilidad a los rohingya y crear una identidad nacional. ¡°Nuestro principal objetivo no es jugar al f¨²tbol, no podemos permitirnos ese lujo. Cuando lo hacemos, logramos despertar inter¨¦s por lo que nos ocurre. Eso es lo que queremos¡±, a?ade el directivo, quien dirige tambi¨¦n la ¨²nica cadena de televisi¨®n rohingya, Rvision.
La invitaci¨®n a participar en el campeonato de 2018 ha generado la ambici¨®n de crear una ¡°selecci¨®n nacional¡± rohingya. ¡°A Londres iremos con nuestros mejores jugadores, repartidos por todo el mundo¡±, apunta Noor. El inform¨¢tico explica que tras la creaci¨®n del RFC en Malasia surgieron otros equipos en pa¨ªses por los que se distribuye la di¨¢spora rohingya, como Arabia Saud¨ª, Bangladesh o Pakist¨¢n, pero tambi¨¦n Estados Unidos o Canad¨¢. De entre todos ellos saldr¨¢n los jugadores que vayan a Reino Unido.
¡°Es la primera vez que los rohingya tendr¨¢n un equipo as¨ª. Antes ¨¦ramos un grupo peque?o, pero ahora tenemos una visi¨®n m¨¢s global, nuevas metas¡±, insiste Noor. Pese a que hoy resulta pr¨¢cticamente imposible, entre ellas est¨¢ la de jugar contra selecciones nacionales oficiales. ?Alguna en particular? La respuesta de Noor se produce casi al un¨ªsono que la de su socio Faruk: ¡°la de Myanmar". Faruk, que emula a su ¨ªdolo Cristiano Ronaldo en el peinado y los ademanes, se mofa: "Ya les propusimos un amistoso, pero lo rechazaron¡ Porque estaban asustados¡±.
El joven retoma el discurso, esta vez con absoluta seriedad tras meditar unos segundos. ¡°Lo que queremos es demostrar que tenemos talentos como cualquier otro ser humano. Incluso si no tenemos libertad¡±. Una libertad por la que luchan, por ahora invictos, desde el c¨¦sped.
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Repudiados en Myanmar
Decenas de miles de rohingya (el n¨²mero total se desconoce con exactitud) han huido en los ¨²ltimos a?os de la regi¨®n de Rajine o Arak¨¢n, al noroeste de Myanmar, donde se encuentra la mayor parte de su poblaci¨®n (alrededor de un mill¨®n de personas).
Los rohingya (t¨¦rmino autoimpuesto en los 50 cuya ra¨ªz deriva del nombre de Arak¨¢n en la lengua rohingya) suponen aproximadamente una cuarta parte de los cuatro millones de habitantes, predominantemente budistas, de esta regi¨®n de Myanmar. Aunque los rohingya afirman llevar viviendo all¨ª desde hace siglos (miles de comerciantes y marineros musulmanes de Oriente Medio se instalaron por primera vez en el antiguo reino independiente de Arak¨¢n, conquistado por Birmania en 1785, en el siglo VIII), el Gobierno de Myanmar no les incluye entre las 135 etnias del pa¨ªs.
Arguye para no hacerlo que son inmigrantes ilegales de Bangladesh ¡ªque tampoco les reconoce¡ª, escud¨¢ndose en parte en los cientos de miles de bengal¨ªes que fueron trasladados a esa regi¨®n por los ingleses tras incorporarse Arak¨¢n (y Birmania) a la India brit¨¢nica a comienzos del siglo XIX, lo que suscit¨® el resentimiento de la poblaci¨®n local. Tras la independencia en 1948, el Gobierno opt¨® por reparar los supuestos agravios contra la poblaci¨®n "nativa" de Arak¨¢n y deneg¨® a los rohingya derechos ciudadanos b¨¢sicos.
Las tensiones en Arak¨¢n, la regi¨®n menos desarrollada de Myanmar, con m¨¢s de un 78% de familias viviendo por debajo del umbral de la pobreza, seg¨²n cifras del Banco Mundial, son frecuentes. El ¨²ltimo episodio se vivi¨® el pasado octubre, despu¨¦s de que rohingyas fueron acusados de un ataque coordinado en la frontera con Bangladesh que result¨® en la muerte de nueve polic¨ªas y en una persecuci¨®n militar contra la minor¨ªa musulmana.
La ONU concluy¨® en un informe publicado el pasado febrero que los "asesinatos y violaciones en masa" de rohingyas pod¨ªan constituir cr¨ªmenes de lesa humanidad, y urgi¨® al Gobierno birmano, liderado de facto por la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, a llevar a cabo una investigaci¨®n independiente de lo ocurrido.
Phil Robertson, de HRW, considera que las comisiones de investigaci¨®n puestas en marcha por el Gobierno, el Ej¨¦rcito y la Polic¨ªa birmana hasta la fecha han resultado ¡°una broma¡±. ¡°Todav¨ªa tenemos esperanzas en que el Gobierno de Myanmar acepte cooperar e incluya tres expertos independientes en las investigaciones. Pero es incierto si lo har¨¢n¡±.
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