De anfibios y derechos de autor
?Era objetivo el art¨ªculo sobre un bi¨®logo colombiano procesado por difundir una tesis ajena en Internet?
El martes 30 de Mayo se public¨® un art¨ªculo en el que se cuenta, tal y como informa el titular La odisea de un bi¨®logo colombiano por compartir una tesis sobre anfibios en internet. El bi¨®logo colombiano es Diego G¨®mez, y su odisea no es otra que el litigio judicial planteado por el autor de la tesis difundida por G¨®mez en la Red sin autorizaci¨®n. La autora del texto, Sally Palomino, recoge en el art¨ªculo las opiniones de G¨®mez, y habla de los apoyos que ha obtenido en las redes sociales, y de su absoluci¨®n judicial, una decisi¨®n recurrida por el fiscal del caso y por el autor de la tesis del que nada se dec¨ªa.
Miguel ?ngel Garc¨ªa-Cabezas, m¨¦dico y neurocient¨ªfico de la Universidad de Boston y suscriptor de EL PA?S digital, me ha escrito una larga carta en la que a prop¨®sito del art¨ªculo se?ala:
¡°Creo que el art¨ªculo peca gravemente de falta de objetividad pues se presenta a Diego G¨®mez como si de un moderno Prometeo se tratase. Su acto de difundir sin permiso una tesis doctoral que no es suya es presentado como un acto moralmente justo y hasta beneficioso para la sociedad. Al mismo tiempo, ni se menciona al autor de la tesis difundida contra su voluntad. La primera pregunta que me viene a la cabeza es si por haberse difundido su trabajo ya no pudo publicarlo en una revista competitiva de las que aceptan trabajos originales que no hayan sido publicados previamente".
?"Tanto la periodista como Diego G¨®mez parecen ignorar en qu¨¦ consiste una carrera cient¨ªfica. Hacer una tesis doctoral de investigaci¨®n cuesta Dios y ayuda y su objetivo final es publicar los datos en revistas lo m¨¢s competitivas posibles para poder optar a becas, proyectos y puestos de investigador. Las revistas cient¨ªficas son editadas por compa?¨ªas editoriales que pretenden obtener un beneficio de su actividad editorial. Pretender que el conocimiento cient¨ªfico sea gratuito es tan quim¨¦rico como que el cine o las novelas tambi¨¦n lo sean. Me sorprende la ligereza con la que se trata en este art¨ªculo el asunto de la propiedad intelectual, un asunto en el que su peri¨®dico siempre se ha puesto del lado de los autores".
?"?Se ha tomado Sally Palomino la molestia de contactar con el investigador cuya tesis fue, literalmente, robada? ?Estar¨ªa ella misma dispuesta a regalar su trabajo de periodista?
Por otro lado, ?es David G¨®mez doctor en biolog¨ªa o, al menos licenciado? ?Tiene alguna publicaci¨®n cient¨ªfica en alguna revista especializada? Cuesta trabajo que un investigador serio se conduzca de esta manera con un colega".
He remitido la carta a Sally Palomino, colaboradora de EL PA?S en Colombia. Palomino comienza por precisar:
¡°En el art¨ªculo no hay ninguna intenci¨®n de presentar al bi¨®logo Diego G¨®mez como algo diferente de lo que evidencian los hechos y la justicia ha determinado en primera instancia; es decir, su absoluci¨®n. Al autor de la tesis compartida en Internet no fue posible contactarlo en el lapso determinado para publicar la noticia, que surgi¨® ante la decisi¨®n del juez de decretar la primera sentencia en este caso, abierto desde 2014.
Hasta ahora y a pesar de lo medi¨¢tico y pol¨¦mico que ha sido el caso en Colombia, el autor de la tesis no ha dado declaraciones a medios. En el proceso, el demandante asegura que no se le pidi¨® permiso ni se mencion¨® que el documento compartido era su tesis, pero no se refiere a plagio o a que a ra¨ªz de esto, como lo sugiere el lector, no haya podido optar por una beca acad¨¦mica o alg¨²n cargo como investigador. Antes de ser compartido en Internet, el documento (la tesis) era de libre consulta en la biblioteca de la universidad¡±.
?Hay que se?alar que una cosa es que la tesis fuera de libre consulta en la Universidad y otra que alguien ajeno al autor la difundiera sin su permiso en la Red. No obstante, no es la decisi¨®n judicial la que est¨¢ en entredicho, sino la aludida falta de objetividad del art¨ªculo. Creo, con el lector, que el texto es excesivamente entusiasta al celebrar la absoluci¨®n del encausado, sin abundar en las razones del autor para querellarse. Entiendo que las explicaciones de Sally Palomino son satisfactorias en lo que ata?e a la imposibilidad de contactar con el autor de la tesis, pero en ese caso, la periodista debiera de haberlo rese?ado en el texto, como manda el Libro de estilo.
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