Conquistas
La igualdad es el ¨²nico principio de la modernidad que ha funcionado a la perfecci¨®n y en todos los terrenos
!["La Libertad guiando al pueblo" de Eugene Delacroix, en el Louvre.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FDJHWYE3HD3ACAQM44U33EU35Y.jpg?auth=9fc4dec1e375cad183b4410f263133741b94f34f201f0006ec204131e7436580&width=414)
Casi toda la vida moderna se ha construido sobre tres quimeras: las de la libertad, la igualdad y la fraternidad humanas, propuestas por los alucinados franceses de 1791 y aceptadas como las Tablas de la Ley. Cualquiera que se oponga a una de ellas ser¨¢ lapidado, de modo que se las combate con disimulo. Por supuesto, los comunistas y los fascistas odian la libertad. Usan la palabra, pero para destruirla. La fraternidad me parece a m¨ª que nunca ha tenido la menor relevancia sobre sociedad alguna. La igualdad, en cambio, presenta una carrera avasalladora. Es el ¨²nico principio de la modernidad que ha funcionado a la perfecci¨®n y en todos los terrenos.
Los efectos del monopolio de la igualdad han sido como los que traen fen¨®menos f¨ªsicos de gran envergadura. Los terremotos, tifones, volcanes, cambios clim¨¢ticos, producen escasas variaciones comparadas con las mutaciones que ha tra¨ªdo la igualdad. La igualdad se ha aplicado a todos y cada uno de los espacios sociales, incluidos aquellos en los que carece de sentido. As¨ª, por ejemplo, en Espa?a se puede pasar la ESO con suspensos. Establecer diferencias entre buenos y malos estudiantes ser¨ªa reaccionario. Solo en el deporte, religi¨®n oficial (muy retr¨®grada) de la democracia de masas, se permite a¨²n la desigualdad.
Hac¨ªa mucho que no pisaba Londres. Quiz¨¢s 20 a?os. Es asombroso ver en qu¨¦ se ha convertido el centro hist¨®rico, Trafalgar, Soho, Covent Garden, Picadilly¡ Las masas lo han devorado como termitas. A¨²n peor, Oxford St., una de las avenidas m¨¢s soberbias de Europa, es ahora un zoco peatonal y populachero. As¨ª ser¨¢ la Gran V¨ªa de Carmena si vence el mandato igualitario. ?Qu¨¦ curioso destino! La igualdad es el Atila de las ciudades imperiales.
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